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Si existiese alguna forma de predestinación, la de Melody Prochet lleva la insignia en el nombre. Esclava de Los Beatles, el sol y la melodía pop –según advierte The Guardian–, la francesita de 25 años aún no lanza largaduración solista y ya recibe un vendaval de críticas positivas en Europa y Estados Unidos. ¿Mera buena fe? No, hay otros motivos para persignarse. Como el preciosista simple con los tracks “Crystallized” y “Endeless Shore” revoloteando por el pasadiscos de los fetichistas y los parlantes de la esfera cibernética, que –a primera, segunda y tercera escucha– auguran un debut sin despedida para su proyecto Melody’s Echo Chamber, como ha decido bautizar la propuesta.

También tiene un pasado dedicado a la canción, liderando bandas pop (otros tipos de pop) como My Bee’s Garden o The Narcoleptic Dancers, el dúo de dos supuestos hermanos (Anto Louis Jr. y Melody Van Kappers), hijos de un supuesto jugador de fútbol de los ’70, muerto por un supuesto cáncer de pierna. Con una bio de dudosa autenticidad, la dupla lanzó un LP titulado Never Sleep (2011) y se rindió ante la vibra acústica que atrajo a publicistas (sus temas se usarán en comerciales de Johnson & Johnson), a la crítica (que recomendó dejarse seducir por estos “dulces confitados”) y a un público desconcertado (los rostros del dúo siempre estaban tapados por flequillos imposibles).

Pero llegó la hora de dejar a la “familia”, mostrar el rostro, aceitar la primera persona y canjear por otros estilos sonoros; para Prochet se trataba de hacer que cuajaran sus nuevas –y eclécticas– influencias (Debussy, Spiritualized, Red Krayola) e incorporar la mano mágica de Kevin Parker, de Tame Impala (que tocó en nuestro país el mes pasado). Es que el líder de la festejada banda neopsicodélica australiana (que, según se rumorea, sería su novio) fue el productor del disco homónimo debut de Melody’s Echo Chamber –que saldrá a la venta en Europa a fin de mes– y ayudó a que la veinteañera diera en la tecla en su búsqueda de un dream pop atmosférico –con capas, ecos, delays, distorsiones, ricas composiciones y otros etcéteras–.

La multiinstrumentista con formación clásica y el oceánico se conocieron en 2009. Cuenta la leyenda (léase, los medios internacionales) que Prochet arrinconó a Parker en Le Motel –un bar cool de París– y lo bombardeó a preguntas sobre sus técnicas de producción; la esperanza no alcanzó para desgastar la resistencia del muchacho. “No me dijo nada. ¿Cómo lograba el sonido de guitarra especial? Un gran secreto”, recuerda ella. Así y todo, no perdió el ahínco y deslizó un disco de su banda de entonces –My Bee’s Garden– entre las manos de Parker. Tres días más tarde, él la llamaba para que abrieran los gigs en su gira por Europa.

Entonces comenzaron a intercambiar ideas y, poco a poco, el trueque se volvió colaboración hasta que –recientemente– viajó a Perth, Australia, para grabar sus canciones. Entre sidra y sol, las maratónicas sesiones en la sede de Tame –“una casa llena de músicos locos”– sirvieron para las melodías, no así las voces. “Para eso necesitaba estar sola, así que fui a la casa de playa de mis abuelos en el sur de Francia. Fue intenso, emocional; un lugar perfecto para escribir y cantar”, afirma la susurradora.

Aburrida hasta la médula de su tranquilidad parroquial, se mudó a París a los 18, abandonó su formación clásica en violín, lideró dos bandas, (también) dio música a publicidades de Canon y –finalmente– descubrió lo que quería. A lo que quería/quiere lo (auto)bautizó Melody’s Echo Chamber y, mientras se prepara para salir de gira con The Raveonettes y lee cómo revistas especializadas (Les Inrocks francesa, NME británica, etc.) la nombran “Lo nuevo que hay que seguir”, dice que los secretos de Parker se los conoce todos. Con temas como “I Follow You”, habrá que creerle.

Más info: melosechochamber.tumblr.com