Viernes, 1 de julio de 2005 | Hoy
CONSEJITOS DE MARU BON BON › CONSEJOS DE MARU BON BOM
¡Hola, hola, hola, preciosuras/os amables y dedicada/o/s! Hola, mis amiguete/ta/s de cada viernes. ¡Qué lindo es sentirse otra vez manoseada, doblada y estrujada! ¡Qué lindo destino es el de envolver graciosamente los huevos! Porque ése también es mi destino, amigochis, pasar de mano en mano hasta que en algún almacén unas manos amables me otorgan un fin útil y de servicio. ¡Y qué agradable sorpresa fue descubrir que eso sucedía a una cuadra de mi hogar! Pero más allá de detalles domésticos, el tema que hoy nos incumbe también es de suma utilidad, porque, vamos a decirlo, la confusión está a la orden del día y aunque es bueno mezclar, no lo es en cualquier circunstancia, ya que por ponderar unos placeres pueden perderse otras virtudes y viceversa. Si la idea es gozar de lo que naturaleza y ciencia proveen, lo necesario es hacerlo/a toda/o en su justa medida. Veamos:
Un poco de sal está bien, pero no todo el salero: Ya lo decía la hermana María Laura, sabia educadora de mis años mozos, que gozaba de la picardía aunque no así de la picaresca; o al menos eso nos decía sin que ninguna de las niñas a su cargo pudiera entender ni jota. Sin embargo, los años han pasado y algo ha quedado de esa frase que bien puede aplicarse a las ingestas de estimulantes, a las caricias con resultados probados –¡ojito! después de la décima prueba ya es hábito y después de la undécima, rutina- y a esa bombachita de leopardo que un día sorprendió y hoy ya no hace verano –aunque con ese agujerito, seguramente es ventilada–.
El ascenso de las burbujas es directamente proporcional al descenso de las partes: ¿O debería decirlo en singular? Porque hay una y solo una parte pudenda a la que le preocupa subir la cuesta, mantenerse empinada, empinar directamente y cuanta metáfora se le ocurra sobre el ascenso a las altas cumbres. Y, mis amigos, lo que empieza de maravillas puede terminar en la alcantarilla si Ud. no se cuida con el champagne, ya que al desborde inicial de espuma –que tan poco interesa a la contraparte– suele seguirle un charquito anodino ahí donde queda tan mal y más luego un intenso ronquido que acaba con cualquier fantasía. Recuerde, si lo que busca es valor, no lo ahogue antes de encontrarlo.
Pierda la conciencia pero no la integridad: ¿Le gusta fumar? Fume, es problema suyo. ¿Le gustan las sustancias espirituosas? Allá Ud. ¿No puede despegarse de su copa ni aun en ese momento? Sabrá Ud. por qué, pero ¡cuidado! También puede tocarle a Ud. tener que levantarse a buscar el preservativo y pisar el cenicero con la brasa aun ardiente, o resoplar y tirar todo por los aires, o, peor aún, cortarse sus piecitos con ese vaso que cayó al piso en el fragor del sucundum. Sí, ya hablamos de esto una vez, pero hay que ver qué dura tienen la cabeza algunas personas y cuántas muñecas –me refiero a esa parte que une la mano al brazo– se han visto aureoladas sólo porque quien se agacha frente a Ud. se niega a apagar el pitillo. ¡Hábrase visto!
Asegure el encanto antes que el encantamiento: Porque todos los hechizos, tarde o temprano se desvanecen, porque no vale haber puesto a macerar el cerebro en humos y líquidos para huir en cuanto se desvanezca el efecto, porque tampoco nos vamos a creer que entró a ese magma de cuerpos bamboleantes sólo porque se equivocó de pastilla... de ninguna manera, primero sepa si le gusta, después échele el condimento que más le place -y en la medida justa, como ya decía la Hna M. L.–; que alegar ignorancia no es de buena fe y mucho menos procedente. Decídase primero y embótesedespués, al menos así tendrá oportunidad de recordar cómo fue que llegó hasta acá –Ud. tranquila/o, lo del medio siempre vuelve–.
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