Aunque hoy en día, lamentablemente, hay muchas madres que cultivan la ley del menor esfuerzo, todavía quedan progenitoras conscientes y responsables que organizan esas fiestitas en casa, donde no sólo resultan más seguras y económicas, sino también más originales y personalizadas. ¿Qué adorno hecho en serie se puede comparar con una guirnalda o un poster de bienvenida confeccionado por amorosas manos maternales? ¿Qué torta impersonal de hamburguesería a una casera? Pero por favor, si sólo es cuestión de tomar impulso, lápiz y papel y ordenar por escrito los pasos a seguir: disposición del espacio reacomodando los muebles para que los chicos puedan desplazarse libremente, detalles de ornamentación a realizar, menú a preparar y servir, invitaciones (diseñadas por nosotras, desde luego), regalitos para que los pequeños invitados se lleven de recuerdo.

Las invitaciones deben cursarse, si seguimos el dictado de la revista Femirama (enero de 1965), de ocho a diez días antes, confirmándolas por teléfono. Y “explicando con la debida amabilidad a las madres que su visita será apreciada, pero preferentemente hacia el final de la celebración, no durante la tarde, reservada exclusivamente a la gente menuda”. Por supuesto, los niños deben ser más o menos de la misma edad, y Femirama nos recuerda que “de los 8 a los 12, en general los chicos prefieren ser invitados sin la presencia de chicas y viceversa”.

Conviene dividir las actividades en horarios de este modo: “de 15.30 a 16.30, llegada y presentaciones; de 16.30 a 17.30, merienda; de 17.30 a 18.30, entretenimientos diversos, juegos con premios, algún pequeño show; de 18.30 a 19, juegos libres, y a las 19, despedida y partida de los invitados”.

Mesitas bajas con mantelitos abrochados son ideales para servir sanguchitos made in home (calcular cinco por niño) y masitas ídem (igual cantidad), descartando masas cremosas o pegajosas, tartas blandas y otras vituallas que puedan quedar pegadas a los muebles o la moquette.

Juegos sugeridos por Femirama: esconder un par de regalitos debajo de almohadones, en un florero opaco grande de plástico, etcétera, y hacer entrar a los invitados para que los busquen, guiados por un mayor (que irá indicando: frío, tibio, caliente...). Colgar de la pared o de un estante un gran dibujo de una cara a la que le falte, por caso, la nariz, que los chicos sucesivamente y con los ojos vendados tratarán de colocar en el lugar exacto. Distribuir a parejas de niños cestitos con elementos partidos en trozos irregulares, por ejemplo, una papa (cruda) en cuatro partes: ganarán los que la reconstruyan en menos tiempo. Y así, todo bajo control, con iniciativa, ingenio y mucha laboriosidad, tendremos la fiesta más divertida, sana y ahorrativa.