INUTILíSIMO
Simplemente sangre
No hace falta haber cometido un homicidio para tener sangre en el colchón: basta con una menstruación generosa, un largo sueño profundo, toallitas que no resultaron tan absorbentes. Todas lo sabemos: no hay hemoglobina más rebelde que la de Andrés: resiste tenazmente al agua y al jabón. Pero desde hoy –alabado sea el Diccionario de la limpieza, Alianza Editorial, 1970– podremos borrar esas huellas indeseables de la siguiente forma: “Preparar una pasta espesa hecha con almidón y agua fría. Recubrir la parte manchada con esta papilla, dejar secar bien y después cepillar. Repetir la operación cuantas veces sea preciso. La mancha, forzosamente, debe desaparecer”. Más sencillo resulta si la sangre fluyente se filtra a través de la ropa y enchastra un poco el sillón de cuero (si lo tienen, claro, porque los de cuerina se limpian con nada en un periquete). Se procede así: “Si después de limpiar con agua y jabón la mancha persiste, decolorar con agua oxigenada a 20 volúmenes y después lustrar con pomada para zapatos del color del cuero en cuestión, y sacar brillo con paño de lana limpio”. Más vale sillón decolorado que ensangrentado.