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Viernes, 24 de junio de 2005

MONDO FISHON

Bikinis con mensaje

Es una actriz? ¿Una productora de cine? ¿Una modelo? Es Elizabeth Hurley, una mujer que ha hecho grande el arte de estar metida en muchas cosas a la vez y en ninguna del todo. Lo cual, seguramente, es una muestra de su inteligencia. Como modelo, esta británica ha trabajado poco. Para una marca, sobre todo: ha sido la imagen del gigante cosmético Estée Lauder desde 1995 (y sigue siéndolo a los 40 años), quedándose así con la parte más lucrativa del negocio del posar. Como actriz, ha participado en casi treinta películas, entre ellas Austin Powers, Remando al viento o Al diablo con el diablo. Y como productora, se las ha apañado para rentabilizar en dos títulos el tartamudeo de quien fue su pareja durante 13 años, Hugh Grant. Hoy, la siempre imprevisible Hurley, pensando en su hijo de cuatro años, ha decidido crear otra empresa: una fábrica de trajes de baño. Exactamente. Extrañamente.

Aunque entrar en el ámbito del diseño textil se podría considerar un paso previsible, no lo es tanto empezar diseñando biquinis y complementos playeros. Y no se trata de que alguien le haya propuesto sacar dinero a sus espléndidas curvas poniendo su nombre en trozos de lycra. Ni cerca. Ella es la única y absoluta propietaria de la marca, la idea y el concepto. Una implicación que se nota. Sucede que la chica aprendió a hacerse toda la ropa cuando era adolescente y de ahí sacó sus primeros morlacos. De hecho, hizo el vestido de novia de su hermana, y si no ganó, al menos la familia ahorró. ¿Pero por qué bikinis? Fácil: “Adoro la ropa de verano, debe ser porque vengo de Inglaterra, un lugar tan frío y lluvioso que vivía obsesionada con la oportunidad de ponerme una bikini. Además, me gusta la longevidad en la ropa y la de baño dura, no es un producto de moda”, dice ella mientras cuenta con un guiño lo que cree el secreto de su futuro éxito: “Nunca me he sentido cómoda yendo en bikini sin un pareo o algo. Nunca. Y mucho menos después de convertirme en una celebridad. Todo el mundo te mira para ver si encuentra un poco de grasa, una arruga, una imperfección. Es una tortura. Y sé que muchas mujeres se sienten así, famosas o no. Además, he comprendido que usar más tela no hace a tu trasero más pequeño”. Con la enseñanza que le ha dado la experiencia, la empresa no puede fallar. Si hasta se puede imaginar el mensaje: “Use la misma malla con que las estrellas ocultan sus defectos”. Humano, cómplice, útil ¿qué más se le puede pedir a un traje de baño?

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