Entre el 7 y el 11 de junio, mientras la edición verano 2007 del ascendente ciclo Fashion Rio tuvo como grandes momentos desfiles en el mismísimo Pan de Azúcar y atuendos tan coloridos en sus odas a la flora y la fauna que ignoraron al dictado de vestiditos blancos que imponen las tendencias, en Asunción del Paraguay transcurrió otro caso de moda Mercosur. Se trata de la Asunción Fashion Week, otra semana de la moda con menos prensa y que celebró su primera edición de invierno; tuvo como invitado especial al diseñador argentino Pablo Ramírez, quien presentó su colección para el invierno de estricto haute couture con citas a Cecil Beaton –la silueta de My Fair Lady– y a Tim Burton y la silueta de la protagonista de El cadáver de la novia, con algunos detalles maxibarrocos, flores rococó, los rostros de mujeres y hombres velados por encajes y sin el cameo de Carolina Pelleriti que se vio en la presentación de Buenos Aires.

Un día más tarde de su fashion show, Ramírez asistió como espectador en la primera fila de Viuda Ramírez, ninguna cita a su estilo darkie, simplemente un homenaje del diseñador paraguayo Fernando Pereda a su abuela, la viuda en cuestión y una colección arty con remixes de ñandutí y prints de calaveras.

El proyecto de moda hecha en Paraguay (que ya tuvo como invitados en sus ediciones de verano a los hermanos Estebecorena, Marcelo Ortega de Unmo y Nadine Zlotogora), remite a un prolífico holding que además de la semana de la moda contiene una agencia de modelos, emprendimientos vinculados con el ocio y un apartado e interesante proyecto editorial vinculado con la moda agrupado bajo el sello editorial Pomelo.

Con ese criterio, al cierre de cada jornada de desfile reflejan los destacados de pasarelas en un diario-revista oficial bautizado afw daily.

Otro de los proyectos de moda se llama Wild, publicación mensual que cumplió cinco años y en su edición de junio admite una sección de estilismo anticipando algunos looks de la pasarela oficial, textos sobre historia de la moda (el foco en la moda de posguerra, el New Look de Dior y las rarezas de la moda racionamiento, de los atuendos utilitarios de Claire Mc Cardell a los dictados de moda austera).

En su sección haute couture consagra un especial al arte de la pluma, y los artilugios de los cuerpos indígenas. El tributo admite desde tobilleras sonoras para el espanto de los espíritus malignos hasta tocados de chamanes elaborados con piel de gato onza o un joven iniciado en rituales y ornamentado con collar de plumas de garza blanca y carancho.

Antes de instaurar su semana de moda propia, Asunción era referente entre los seguidores de la moda sólo por la abundancia de fabulosas copias de piezas de lujo, léase bolsos Vuitton o Fendi y gafas Chanel; además del ñandutí, la publicación se hace eco e ironiza sobre esa compulsión de la industria de la falsificación. Y dedica un texto y una producción a la logomanía que tiene como vidriera la zona de Palma.