› Por Alejandra Sarda*
Muchas veces recorrí espacios internacionales con Lohana –Naciones Unidas, universidades, conferencias de activistas– y también fui una de sus traductoras habituales. Lohana nunca transitó esos espacios con la admiración boba de la colonizadx. Al contrario. Siempre que la llamaron transgender o queer, se nombró ‘travesti’, sin traducción porque pensaba que ninguna identidad creada en otro contexto podía hablar por ella. Explicaba que, por sobre todo, ella era su piel y su historia, originarias y latinoamericanas, y que el feminismo emancipador, pensado desde esos mismos lugares, era su modo de interpelar al mundo, más que cualquier teoría pensada entre las paredes de una universidad (sureña o norteña). Muchas veces fui el vehículo para que estas palabras suyas llegaran a otrxs y lxs transformaran. Es una de las tareas que más le agradezco a la vida.
*Integrante de Akahatá -Equipo de Sexualidades y Géneros.
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