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Viernes, 7 de enero de 2005

Cuando el mañana es dudoso

Por Irene Meler *
En relación con la decisión inadecuada de llevar a los niños a un recital masivo conviene recordar que la segregación espacial y temporal de los pequeños respecto de ciertas actividades adultas es un hábito propio de las clases medias y altas, ya que los pobres no tienen ni la costumbre, ni muchas veces los medios, para dejar a los chicos al cuidado de otra persona y participar así del mundo adulto con tranquilidad. Los padres que llevaron a sus hijos al recital eran jóvenes de escasos recursos, o jóvenes que, debido a su corta edad, todavía no contaron con los medios o los conocimientos para proteger mejor a sus hijos. La parentalidad precoz es un problema creciente, que responde a circunstancias complejas. En los sectores populares es parte de una tradición ancestral, aunque también hay un crecimiento de la maternidad adolescente en sectores medios. Cuando postergar la satisfacción implica una clara ventaja social, es más fácil hacerlo que si se habita un universo anómico y desesperanzado, donde da igual porque la ilusión del ascenso parece perdida. En esos casos, la lógica privilegia el placer en el presente, porque mañana es dudoso. El problema es que a veces, como en este caso, no hay mañana.
Si bien la costumbre tradicional de segregar a los niños en cuanto a los horarios de comidas, internarlos en colegios y otras prácticas semejantes ha sido cuestionada en la modernidad tardía, también es cierto que parece razonable protegerlos de contextos que son potencialmente traumáticos, por el ruido, la excitación y el peligro físico que acompaña a toda reunión masiva. Sin embargo, hay que evitar la culpabilización de los padres, un recurso espurio para eludir las responsabilidades institucionales. Si los jóvenes padres y madres son poco educados e impulsivos, las instituciones deben ejercer funciones parentales e impedir el acceso de los chicos.
Corresponde entonces responsabilizar a la lógica perversa del lucro a cualquier costo, que convierte a los boliches en sitios donde se explota y discrimina a los jóvenes, y donde el peligro acecha cada noche bajo la forma de la violencia y la oferta de drogas ilegales, aun cuando las tragedias de esta masividad sean excepcionales.

* Coordinadora del Foro de Psicoanálisis y Género de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires.

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