Viernes, 7 de julio de 2006 | Hoy
La diputada Graciela Rosso es una de las impulsoras de la ley para el libre acceso a la ligadura de trompas y la vasectomía, “porque es un tema de derecho a la salud pública y da a las personas la posibilidad de elegir y autodeterminar lo que quieran hacer”. Sin embargo, aún hoy, con el dictamen ingresado a la Cámara de Senadores, Rosso –que ocupa la vicepresidencia segunda de la Comisión de Salud Pública y Acción Social de la Cámara baja– sigue notando reticencias y oposiciones a lo que ella considera un debate que debe profundizarse. “No creo que haya mucho por lo que oponerse, si se entiende que no se está promoviendo una práctica en particular sino agregándola como opción junto a los métodos ya incluidos en la Ley de Salud Sexual y Procreación Responsable”.
Enumera el listado de los no “para evitar políticas fatalistas” y procurar “la igualdad de oportunidades en el acceso a las prácticas”. Esto es: “no hay mutilación, no hay dolo ni culpa, no hay delito, la ligadura de trompas no es un método de anticoncepción abortivo, no es control de la natalidad”. Y por si quedaran dudas, rememora la Reunión de El Cairo de 1994, “donde se dejó claro que son las familias las que tienen derecho a determinar cuántos hijos quieren tener. En ese momento la Argentina hizo reservas, pero en 2002 cambió su posición. Por eso cuando se acusa a esta ley de ser un control velado de la natalidad, me pregunto si debo interpretar como política de natalidad válida que los pobres tengan más hijos y los demás podamos decidir cuántos queremos”.
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