Viernes, 14 de marzo de 2008 | Hoy
El acoso sexual es una situación tan generalizada que un estudio de la American Association of University Women (citado por el Estudio a fondo sobre todas las formas de violencia contra la mujer del secretario general de la ONU) reveló que, en Estados Unidos, cuna de la corrección política, el 83 por ciento de las niñas de entre 12 y 16 años que concurren a escuelas públicas sufre alguna de sus formas. En Latinoamérica, de acuerdo con el World Report on Violence against Children (elaborado por Paulo Sérgio Pinheiro, experto independiente de Naciones Unidas), “es un fenómeno generalizado en República Dominicana, Honduras, Guatemala, México, Nicaragua y Panamá”. En Colombia, es todo un dato que la Corte Constitucional haya tenido que expedirse sobre la ilegalidad de aplicar medidas disciplinarias y expulsar a madres adolescentes de las escuelas (“erigir —por vía reglamentaria— el embarazo de una estudiante en causal de sanción viola los derechos fundamentales a la igualdad, a la intimidad, al libre desarrollo de la personalidad y a la educación”).
En lo que respecta a Africa, la ONG Plan Togo denunció que, en Togo, resulta tan frecuente que existe una jerga específica para referirse a sus distintas formas: “la expresión notes sexuellement transmises (notas transmitidas sexualmente) indica que se han obtenido buenas calificaciones por medio de una relación sexual con el profesor”; “se llama cahier de roulement (cuaderno de ejercicios compartido) a las niñas que se sospecha que han mantenido relaciones sexuales con varios profesores”; y “en la escuela, una BF (marca de jabón) es una bordelle fatiguée, niña que se piensa que está agotada por sus numerosas relaciones sexuales con profesores”.
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