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Es curioso, pero el momento en que Boca corrió más riesgo, el momento en que Argentinos Juniors estuvo más cerca de embocar un contraataque, se produjo sobre la mitad del segundo tiempo, cuando la Bombonera se había convertido en una especie de volcán en erupción con la hinchada local pidiendo “huevo... huevo...” y los jugadores desesperándose para cumplir con el mandato.
En el momento en que la pelota casi no salía del área de Argentinos y en Boca atacaban hasta los suplentes se produjo una contra aislada que Abbondanzieri resolvió magistralmente ante el Burrito Martínez. Pudo ser gol, pudo ser triunfo de Argentinos, pudo ser un golpe de nocaut para Basile y compañía, pudo ser buen material para abonar la idea de que Boca anda a la deriva y no tiene claro a qué jugar. Pero no pasó nada de eso. Abbondanzieri salvó las papas en un arco y un ratito después Palacio cocinó el triunfo en el otro. Entonces, ¿qué? ¿Boca ganó por la presión de la gente? ¿Ganó porque puso el coraje que le pedían y que antes no había puesto? No. La realidad es que Boca ganó porque Palacio tiró una pared con Palermo rodeado de rivales y el rebote lo dejó en buena posición para resolver con un puntazo ante la salida del arquero. Ganó porque era casi lógico que, entre tantas, alguna le saliera bien. Ganó y estuvo bien porque lo más natural es que resulte premiado el que más intenta, aunque no lo haga del todo bien, y reciba un castigo merecido el que especula con el error del rival y amarretea sus propias virtudes.
La derrota contra San Lorenzo a mitad de semana, sumada a las flojas actuaciones en Colombia, hicieron crecer la idea de que Basile no da pie con bola y lo responsabilizan de cada paso en falso. Boca no juega lo que puede, está por debajo del nivel que presuponen los nombres de quienes integran el plantel, pero es justamente ese aspecto el que opera en contra. Los futbolistas saben todo lo que de ellos se espera y se apuran para demostrar que sí pueden. Y en la medida en que no llegan los goles ansiados aumenta la exigencia, los miedos, el apuro, las peligrosas urgencias.
Ante Argentinos Juniors, el equipo de Basile intentó por diferentes caminos, luchó contra la tentación de buscar la cabeza de Palermo como única fórmula, pero llegó poco en relación con su abrumador dominio de la pelota y el terreno. A tres o cuatro jugadas de toques bien enhebrados le faltó la puntada final o le sobró Pontiroli, que atajó muy bien. En esos destellos de buena técnica colectiva se advierte una saludable idea futbolística, pero hasta ahora no es más que una insinuación. Y frente a rivales que le forman una doble línea de cuatro y se le meten atrás, Boca se embarulla mucho y deja una imagen desdibujada.
Si Insúa mantiene el nivel que tuvo ayer (jugó su mejor partido desde que está en Boca), si Palacio se acerca a aquel de Banfield, si Bilos no siente que tiene que resolverlo todo solo, si los defensores se afirman un poco, si llegan un par de triunfos, la gente comenzará a creer un poco más. Mientras tanto, los jugadores y el cuerpo técnico disfrutarán de una semana más o menos tranquila. Ni más ni menos.

BOCA-1 Abbondanzieri -7 Ibarra- 5 Schiavi -5 Díaz -6 Krupoviesa -4 Battaglia -4 Gago- 6 Bilos -6 Insúa -7 Delgado- 5 Palermo -5 DT: Basile

ARGENTINOS-0 Pontiroli -7 Cocca -4 Pareja -5 Herbella -6 Seltzer -5 Machín -6 Pérez Castro -5 Sarmiento -5 Córdoba -5 Gandín -4 Carrario -4 DT: Pérez

Estadio: Boca.
Arbitro: Gustavo Bassi.
Gol: 77m, Palacio (B).
Cambios: 32m, Cagna (4) por Ibarra (B); 56m, Palacio (6) por Delgado (B); 58m, Martínez (5) por Gandín (A); 71m, Marino por Battaglia (B); 75m, Di Lorenzo por Córdoba (A); 83m, Zanabria por Machín (A).