Lunes, 5 de febrero de 2007 | Hoy
FúTBOL › UN FAVORITO QUE ACREDITO SUS ASPIRACIONES
El equipo de Núñez consiguió el pentagonal de los grandes, mostrando que tiene nombres y hombres para reclamar el título, aunque muestre más predisposición para el contragolpe que para el ataque. Llega entonado a la hora de la verdad, pero su campaña sólo admite un final feliz.
Por Daniel Guiñazú
Todos los ojos del fútbol le apuntan a River. Y esa mirada masiva, abrumadora, ese cartel de candidato a campeón de todo que la cátedra ha puesto sobre la camiseta de la banda roja, puede llegar a convertirse en un peso difícil de levantar a la hora de las definiciones. Es cierto: River ha gastado mucho, más que ninguno, a la hora de los refuerzos. Y eso compromete. Trajo de Rosario Central a Ojeda, Villagra y Ruben, desde Colombia vino el recio colombiano Nelson Rivas, repatrió a Ponzio desde Zaragoza y recuperó desde Estudiantes a Galván. Pero no alcanzan por sí solas estas operaciones millonarias para afirmar que River se va a llevar todo por delante. Passarella tiene en sus manos un plantel largo, rico en variantes, con dos jugadores de nivel por puesto. De ahí al Dream Team que muchos andan anunciando hay un trecho enorme. Si, milagrosamente, River hubiera podido reunir, por ejemplo, a Aimar, Saviola, Cavenaghi, Maxi López, Lucho González, Sorin, D’Alessandro y tantos otros que debió vender en el último lustro, tal vez recién allí podría haberse hablado de un equipo soñado. Tuzzio, Lussenhoff, Sambueza, Farías y compañía obligan a ser más prudentes a la hora de los adjetivos.
De todos modos, en la previa del Clausura, River es el favorito. Y ese plantel amplio, con todas las posibilidades combinatorias que encierra, es lo que le concede un plus de ventaja a la hora de encarar simultáneamente Copa y campeonato. Si no le va bien, Passarella no podrá usar como pretexto la disputa de los dos torneos. Tiene material de sobra como para absorber el desgaste de tantos partidos y viajes, sin perder eficacia y rendimiento.
En el arco, Juan Pablo Carrizo parece inamovible. Y si dejara de serlo, el rosarino Ojeda está capacitado para hacerse cargo de esos tres palos calientes. En el fondo, Ferrari, Tuzzio, Lussenhoff y Villagra serán los titulares. Pero también estarán luchando por un lugar Gerlo, Nasuti y Rivas. Con el agregado de que varios de ellos (Villagra, Tuzzio, Gerlo) pueden ocupar dos o más posiciones. Moraleja: a Passarella, salvo una hecatombe de lesiones y expulsiones, nunca se le desarmará la defensa. En el medio, Galván, Ponzio, Sambueza y Belluschi serán la primera opción del técnico. Pero Ahumada, Domingo, Augusto Fernández y Zapata (si es que soluciona su conflicto de contrato con el club) darán allí una mano importante. Conclusión: la mitad de cancha está en orden. Y arriba arrancarán Falcao García y Farías, con Marco Ruben listo para entrar en cualquier momento. Sólo faltaría un relevo para atacar por afuera. Si llegara Mauro Rosales y si Ariel Ortega pudiera volver de sus problemas personales para jugar por un rato, el cartón estaría lleno y podría disimularse sin problemas la ida a Madrid de los goles de Gonzalo Higuaín.
Lo dicho: River tiene hombres y nombres para darles rienda suelta a sus ilusiones. Ahora, ¿tendrá fútbol? En el torneo de verano mostró más predisposición al contraataque que al ataque. En Mar del Plata, a Boca le ganó esperando y saliendo rápido por los costados, vía Galván y Sambueza. En Mendoza quiso hacer lo mismo y, mientras estuvieron once contra once, no le salió tan bien. De mitad de cancha en adelante, parece haber demasiada dependencia de la movilidad y la dinámica de Belluschi. Aunque en lo técnico no sea un enganche clásico, aunque Passarella sostenga que en realidad se trata de un doble cinco con ciertas obligaciones creativas, aunque arranque desde más atrás que lo habitual, muy cerca del volante central, Belluschi es y será el jugador clave de este River modelo 2007.
Si encuentra la pelota y los espacios como los encontró ante Boca en Mar del Plata e Independiente en Salta, el equipo levanta vuelo y Falcao y Farías tienen abastecimiento de sobra para generar situaciones de peligro. Pero si lo enciman en zona como Boca lo hizo en Mendoza y su aporte se diluye, a River le desaparece o se le reduce el fútbol del medio en adelante. No hay en el plantel un jugador que influya tanto en el equipo como Belluschi. Si se lesiona o baja su nivel, River lo habrá de sentir.
Y ésa es, quizá, la única debilidad en medio de tantas fortalezas. Porque River es el candidato, admirado y envidiado por todos. A golpes de chequera ha trepado al escalón más alto del podio de los candidatos. Y ha ratificado sus antecedentes en la cancha. Consiguió el pentagonal de los grandes, venció a Boca en el primer superclásico del año y aguantó un empate en el otro con dos hombres menos, a partir del temple de los jugadores y de la muñeca de Passarella para mover las piezas a la hora de las expulsiones. Llega entonado River a la hora de la verdad. Millones de hinchas demandan títulos. Y ganar o ganar el campeonato, la Copa o al menos uno de los dos torneos es la apuesta de Passarella y del presidente Aguilar para este semestre. El sueño está en marcha y hay equipo para soñar. Pero queda una duda: ¿cómo harán los jugadores y el cuerpo técnico para manejar las grandes presiones que les disparará el exitismo? Algo aparece claro: la historia sólo admite un final feliz.
CHANCES
9/10
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