MICHAEL SCHUMACHER Y FERRARI, A UN PUNTO DEL TITULO MUNDIAL
La Liga extraordinaria
Aprovecharon una lluvia repentina en Indianápolis para pasar al frente de la carrera y asegurarse prácticamente el torneo, que sólo puede escapársele de milagro si Kimi Raikkonen, que llegó segundo, gana en Japón, el último Grand Prix del año, y el alemán no suma ningún punto. Juan Pablo Montoya tuvo una carrera para olvidar y quedó marginado de la lucha.
Por Adrián R. Huber
Desde Indianápolis
Michael Schumacher (Ferrari) dio un paso gigantesco para lograr su sexto título mundial al ganar el Grand Prix de Estados Unidos, en el que el colombiano Juan Pablo Montoya (Williams-BMW), sexto, perdió toda opción y tras lo cual sólo un milagro daría el título al finlandés Kimi Raikkonen (McLaren-Mercedes).
Schumacher logró su sexta victoria de la temporada, la 70ª de su carrera y la 51ª desde que conduce una Ferrari, y mejorará con casi total seguridad el record que comparte con Juan Manuel Fangio, que ganó cinco mundiales, en la década del ‘50, en la última prueba del campeonato, que se disputará dentro de dos semanas en la pista japonesa de Suzuka.
Sólo una auténtica tragedia apartaría al alemán de conseguir un nuevo título, que únicamente iría a parar a manos de Raikkonen si el finés gana y Schumacher no suma un solo punto en Suzuka. Al alemán le bastaría ser octavo o que el joven piloto de McLaren no ganase el Grand Prix de Japón para celebrar la media docena de títulos.
Fue una prueba con muchos cambios, marcada en los prolegómenos por lo incierto de la meteorología y en el que la elección de neumáticos jugó un papel esencial. Como acabó lloviendo durante algo más de quince vueltas, los Bridgestone demostraron que en estas condiciones son superiores al otro proveedor de neumáticos, Michelin, que funcionan a la perfección en seco y más aún cuando las temperaturas suben.
Raikkonen, que había logrado la pole-position, largó bien, al igual que Schumacher, que ganó tres puestos y subió del séptimo al cuarto, camino que recorrió a la inversa Montoya. Poco después, en la tercera vuelta, el colombiano hipotecó sus posibilidades de seguir aspirando al título al sacar de pista al brasileño Rubens Barrichello (Ferrari), lo que le supuso una sanción que le obligó a penalizar pasando por los boxes, en donde sumó, al final, cuatro paradas.
Después del liderazgo inicial de Raikkonen y los posteriores del australiano Mark Webber (Jaguar) y del británico Jenson Button (BAR Honda), que acabaron abandonando la carrera más loca de la temporada, junto a la de Brasil, Schumacher –que paró en el momento justo, antes que cualquiera de sus rivales, a colocar las cubiertas para lluvia– tomó el liderazgo al superar al finlandés en la 38ª, justo después del ecuador de la prueba, y sólo lo cedió brevemente a Frentzen en su camino hacia una nueva victoria épica.
Faltando diez vueltas, Schumacher, que hacía tiempo que le había sacado una vuelta a Montoya, ya le sacaba 22 segundos a Raikkonen –ambos hicieron tres paradas–, treinta a Frentzen y cincuenta al italiano Jarno Trulli, compañero de Alonso en Renault, que conservó el cuarto puesto hasta el final.
Montoya luchaba por mantener vivas las esperanzas, pero en las últimas vueltas sólo pudo superar al italiano Giancarlo Fisichella (Jordan) y no alcanzó al alemán Nick Heidfeld (Sauber), que acabó quinto.
Schumacher celebró su triunfo subiéndose a su inconfundible bólido rojo y su evidente alegría quedó manifiesta de nuevo en el podio, donde saltó varias veces y se prodigó en gestos de poderío.
No es para menos. El alemán no sólo ha dejado prácticamente resuelto el Mundial sino que ha colocado de nuevo por delante –él solito– a Ferrari en el campeonato de constructores en la que la escudería de Maranello aventaja en tres puntos a Williams-BMW. “Schumi” y los suyos pueden poner a enfriar el champán. Si no hay tragedia, se lo beberán en la tierra del Sol Naciente.