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Lunes, 25 de julio de 2005

FúTBOL › OPINION

El grito de Delgado

Por Facundo Martinez

En el fútbol, como en la vida, la cobardía va ganando adeptos. Los jugadores de fútbol lo saben, quizá más que cualquier otro personaje del mundillo, porque cuando callan (o hablan) lo hacen, casi siempre, por conveniencia propia, más allá de que se les meta la mano en el bolsillo, de que se los humille en su valor de cambio, en su ser de absoluta mercancía. Hay excepciones, claro, pero suelen ser mayoría los que callan por temor o complacencia. Por eso la denuncia de Delgado, aunque su carácter sea del orden de lo subrepticio, ya que sabiendo más, apenas se anima a sugerir que el presidente de Boca, Mauricio Macri, le habría exigido dinero para dejarlo irse a Japón, no puede ni debe pasarse por alto.
“Que Macri se encargue de dirigir y que deje de hacer negocios personales con Boca”, apuntó el delantero. La respuesta del dirigente fue también contundente: ordenó separarlo del plantel, abruptamente, como se destierra a los traidores. Ahí aparece en escena el ex vicepresidente de Boca y ex aliado de Macri, Roberto Digón, con su denuncia arrolladora. “Sacarles plata a los jugadores o pedirles el 15 por ciento para mí no es ninguna novedad”, sumó el ahora opositor acérrimo.
La lista de jugadores que han denunciado hechos similares incluye al colombiano Jorge Bermúdez, distanciado a muerte con los dirigentes boquenses; al colombiano Luis Amaranto Perea, quien denunció ante la FIFA que en Boca se quedaron con su porcentaje de la venta al Atlético de Madrid; y también había levantado polvareda un porcentaje de la venta de Carlos Tevez al Corinthians, que los dirigentes le exigieron al jugador; a ellos se les sumó ahora Delgado. Pueden ser casos aislados, pero hablan de un modus operandi que parece ser ya moneda corriente.
El resto de la Comisión Directiva de Boca, sus socios, los hinchas, deberían exigir que se esclarezca la situación. Ver a través de la grieta abierta por Delgado y llegar hasta el fondo del asunto, que habla de la maquinaria del fútbol, de su descompostura. No es tema nuevo el hecho de que ciertos dirigentes les exijan a los jugadores cuotapartes para facilitar una transferencia o un buen acuerdo económico, no es algo exógeno al fenómeno. Puede ser que Delgado haya abierto la boca para acelerar su salida del club, puede ser que no, que simplemente defienda lo suyo, lo que le pertenece.
El de Delgado es un grito que debe ser escuchado, atendido y apoyado por otros jugadores. Si su denuncia se olvida, las cuotapartes que se les exigen a los jugadores serán cada vez más salvajes. Tiene más de medio siglo el relato del Señor K (Keuner), que cuenta la historia de un hombre que viendo llorar a un niño desconsoladamente, le pregunta por qué llora, y luego que el niño le refiere que otro hombre le había quitado una de las dos monedas que tenía y le cuenta, además, que pese a gritar no lo había hecho tan fuertemente como para ser escuchado, el hombre decide quitarle la otra moneda.

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