Domingo, 3 de julio de 2005 | Hoy
CARO LIBRO
Libros de mucho(s) peso(s)
Por María Gainza
Newton buscaba destejer el arco iris. Eso decía Keats, para quien la ciencia era una fría filosofía de la línea y la regla empecinada en destruir la poesía del universo. Pero los misterios de la naturaleza no necesariamente pierden su encanto al ser develados: aun cuando entendamos cómo se descompone la luz blanca, el arco iris sigue apareciendo, después de cada lluvia, como una imagen de cuento de hadas. De hecho, la ciencia puede inspirar una poesía mayor: incluso Coleridge solía atender las conferencias de química en el Royal Institution para –según él– renovar su stock de metáforas.
Las instalaciones de Olafur Eliasson (nacido en Dinamarca en 1967 pero criado en Islandia) toman como punto de partida estas ideas. Sus trabajos con fenómenos físicos y ópticos son claves para entender la experiencia moderna frente a la naturaleza. Pero lejos de una exposición académica de conceptos fenomenológicos, sus experimentos (básicamente eso es lo que son) trabajan sobre modelos de percepción. Y si bien están hechos a partir de elementos disímiles como el agua, el aire, el viento o la tierra, la luz es el hilo conductor de todos ellos. Your Lighthouse, publicado por Hatje Cantz a principios de año, contiene más de cien de sus obras lumínicas creadas entre 1991 y 2004. Es verdad que las fotos siempre serán el pariente pobre de este tipo de experiencias, pero no dejan de ser el registro más completo del trabajo de Eliasson, a lo que el libro suma textos que rastrean los cambios en las teorías de la percepción y los debates entre poetas y científicos en el siglo XIX.
Para Eliasson la luz tiene una naturaleza propia. La atención, puesta en el proceso puro de observación: las habitaciones están totalmente vacías salvo por uno que está ahí, mirándose mirar. Lejos de dejarnos afuera, sus trabajos logran atraernos al centro de la obra, tan adentro que nos convertimos en la obra misma. Como ejemplo, está The Yellow Room, una habitación apenas iluminada por una luz amarilla que se usa en las autopistas belgas. Es una luz que ofrece una gradación de tonos más fácil de detectar para el ojo, lo que nos da la impresión de estar viendo más: una hipervisión. Está Beauty, donde un reflector ilumina una cortina artificial de agua que cae dentro de una habitación. Desde un lugar preciso el espectador puede ver su propio arco iris atravesando el espacio. En Wannabe, un reflector dibuja un círculo de luz en el piso de un Café en penumbras. Para ir al baño uno no puede evitar “ponerse bajo el reflector” y ser visto. En Double Sunset un gigantesco disco amarillo es emplazado arriba de un edificio. Al anochecer, las luces de un estadio de fútbol cercano lo iluminan creando dos puestas de sol simultáneas. En el Tate Modern, hace dos años, Eliasson quiso provocar una tormenta eléctrica dentro del museo, con agua cayendo torrencialmente. No pudo ser y terminó construyendo The Weather Project, una puesta de sol de un brillo apocalíptico.
Los trabajos lumínicos de Eliasson entroncan en la tradición de James Turrell y Robert Irwin. Pero el de Eliasson es un vocabulario romántico que no cae en el kitsch. Sus instalaciones son tremendamente poderosas, aunque sus mecanismos sean de una simpleza absurda. “Estoy interesado en el proceso de mirar. En la discrepancia entre el conocimiento que traemos y el conocimiento que se produce durante la experiencia de ver.” Pero además, o justamente por eso, al ser uno el iluminado, las obras promueven una intimidad pavorosa: eso ocurre porque estamos ahí. Los trabajos de Eliasson no son tanto un objeto de arte como el fenómeno de una obra existiendo en un lugar particular, en un momento particular del tiempo, y para cada uno de nosotros en particular.
Olafur Eliasson
Your Lighthouse
Hatje Cantz Publishers
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