Domingo, 9 de noviembre de 2003 | Hoy
VALE DECIR
Disparen
sobre la cantante
Britney Spears ha estado en boca de muchos en estos últimos días.
Por un lado, está el grupete de científicos que acaba de publicar
un informe destinado a los propietarios y administradores de restaurantes del
mundo. Según ellos, la música clásica estimula a los comensales
a gastar más, pero las canciones de la rubia admiradora de Madonna podrían
crear el efecto contrario. Se trata de las conclusiones de un estudio de la
Universidad de Leicester, cuyos investigadores se pasaron tres semanas “monitoreando
los efectos de la música clásica, el pop y el silencio de fondo
en la conducta y nivel de gasto de los clientes”, y que hallaron que un
Mozart o un Bach suelen amordazar al cocodrilo de los bolsillos de cualquiera,
mientras que una canción pop generaba una situación inversa (las
diferencias se expresan, en dólares por cabeza, en unos 36 y unos 30,
respectivamente). También afectaba, descubrieron, la cantidad de dinero
que los clientes estaban dispuestos a abonar por un café o el postre.
El Dr. Adrian North intentó explicar todo esto a partir de las connotaciones
de “sofisticación y riqueza que tiene la música clásica,
traducida en un gasto mayor en porciones de torta o entradas”. Como si
todo esto no fuera suficiente como para hundir las acciones de la intérprete,
hay más: por estos mismos días, la esposa del gobernador de Maryland,
una tal Kendel Ehrlich, tuvo un desliz mientras pronunciaba un discursillo acerca
de la violencia doméstica en un colegio de esa ciudad. Aunque ya se disculpó,
nadie pudo dejar de advertir la carga de agresividad y la falta de sutileza
con que la mujer dijo “que las mujeres deberían acceder a toda
la educación posible para evitar la dependencia” y “que es
importante hacer llegar este mensaje a todas las mujeres jóvenes: ustedes
saben, si tuviera la oportunidad de matar a Britney Spears, creo que lo haría”.
Su vocera, que salió a disculparse por el exabrupto, explicó que
la Ehrlich es una mujer que trabaja y tiene un hijo pequeño que criar,
y que el comentario se debió a su preocupación por “la influencia
de la cultura pop en los niños”. Pero la respuesta de Jive Records,
el sello neoyorquino que representa a Spears, no se hizo esperar: “Ehrlich”,
dijeron, “se ha disparado a sí misma en el pie al promocionar la
violencia”.
Harry
Potter y la piedra en donde va el cerebro
Lo que importa, finalmente, sí es el tamaño. El doctor Howard
Bennett ha recibido en su clínica de Washington a por lo menos tres niños
con un problema que amenaza con convertirse en El Flagelo de las nuevas generaciones:
dolores de cabeza debidos a un stress atribuido a la lectura del último
tomo con las aventuras de Harry Potter, La Orden del Fénix. Es que sus
870 páginas triplican las del primer libro de la serie. El Centro Médico
de la Universidad George Washington ha decidido identificar al mal con el nombre
rigurosamente científico de “Migraña de Hogwarth”
(siendo Hogwarth la Escuela para Aprendices de Magos en la que estudia el protagonista
de la saga de R. K. Rowling). El doctor Bennett, que al parecer dispone de algún
tiempo libre entre paciente y paciente, redactó una carta de tono irónico
y la envió a la publicación especializada New England Journal
of Medicine. En ella decía: “El diagnóstico para cada chico
fue una tensión en la cabeza producida por el esfuerzo requerido para
atravesar un libro de tantas páginas. La cura más obvia para este
mal –esto es, tomarse un descanso de la lectura– fue rechazada por
dos de los pacientes”. Para sostener su broma de dudosa gracia, Bennett
se valió de un gráfico en el que se demostraba cómo habían
ido creciendo los tomos de Harry Potter en largo y peso conforme avanzaba la
serie. “Si dicho crecimiento continúa, pronto habrá una
epidemia de migrañas de Hogwarth en los años venideros”,
volvió a bromear Bennett. Y después quieren que los chicos lean.
Japi
auer
La recesión llegó a los burdeles de Berlín, y sus dueños
ya están tomando enérgicas medidas para ver cómo levantar
el asunto. Una de las primeras iniciativas consistirá en ofrecer un happy
hour de sexo, un dos por uno (en precio, valga la aclaración) y una serie
de “programas promocionales” tales como el “venga a conocerme”
con que algunas chicas esperan atraer nuevos clientes. A todo esto, la socióloga
Marion Detlefm, de la Asociación Hydra, que a pesar de que su nombre
sugiera una organización de femmes fatales armadas para enfrentar a James
Bond, es una entidad dedicada a la protección de las prostitutas del
país, no dice nada nuevo al señalar que esta serie de medidas
promocionales sólo reflejan el nivel de la actual crisis económica
germana. “Incluso en la profesión más vieja del mundo ha
habido una merma en los números: las putas deben hacer reducciones permanentemente”.
El objeto de la semana > Broche de oro
Tal vez no sea un objeto de uso corriente, pero es indudablemente un aparato:
había marcado el record mundial en su disciplina (cantidad de broches
para la ropa colgados de la jeta) con la considerable cifra de 153, y quería
superarse. Pero, según el Manchester Evening News, esta vez Gary Turner
sólo logró abrocharse 150. Toda una decepción, pero ojo,
que aunque el asunto no parezca más que una anécdota gratuita
y sin sentido, hay una enseñanza en todo esto de parte del hombre que
vive estirándose la cara, de a cachos, para todos aquellos que viven
de lifting en lifting: incluso para el más jetón, todo tiene un
límite.
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