CINE
Bodas de Sangre
Tras regar de sangre el Festival de Cine de Mar del Plata y el de Buenos Aires, se estrenó por fin Un oscuro deseo, film maldito y
fascinante en el que la francesa Claire Denis relee el mito del vampirismo, reanuda relaciones con sus adorados Tindersticks y consagra a Béatrice Dalle y Vincent Gallo como pareja cool número uno.
POR MARTIN PÉREZ
Una pareja de recién casados norteamericanos que viajan en avión a pasar su luna de miel en París. Una mujer en pose provocativa y sugerente, parada en una desolada ruta francesa, haciendo señas a los camioneros en medio de la noche. El no-tan-feliz recién casado deja a su joven esposa durmiendo en su asiento y se esconde en el baño del avión a luchar contra unas pesadillas sangrientas. Arrodillada en medio del pasto que rodea la ruta como un depredador en la llanura africana, hace tiempo ya que la mujer no está en condiciones de luchar con sus propias pesadillas. Él es Vincent Gallo; ella, Béatrice Dalle. Juntos regalan los ojos y la boca más sugerentes y al mismo tiempo más inquietantes del cine de alcantarilla contemporáneo. Y aunque reunirlos en el mismo film pueda parecer un exceso –o una obviedad capaz de devorarse a la película misma–, es su presencia lo que da razón de ser a la fascinante oscuridad de Trouble Every Day, bautizada para el estreno local como Un oscuro deseo. Tenebrosa y estilizada relectura contemporánea del cine de terror, el film de Claire Denis se toma el género tan en serio que desecha todas sus convenciones, y elige ponerlo en acción partiendo de los momentos que cualquier especialista descartaría en la isla de edición.
El flamante marido encarnado por Gallo resultará ser un empleado de la industria farmacéutica norteamericana que aprovecha el viaje a París para intentar ubicar a un viejo colega con el que supo estar involucrado, en un pasado demasiado cercano, en ciertos tenebrosos experimentos con la libido. Y la inquietante mujer que interpreta Dalle resultará estar en manos de aquel viejo colega, que la mantiene encerrada en la vieja casona donde continúa sus investigaciones de espaldas al mundo científico. Pero es poco lo que conviene anticipar de la historia que subyace al placer y al sufrimiento de los dos protagonistas. No sólo porque el film prefiere mostrar antes que decir sino también porque gran parte del goce que depara reside en ir descubriendo la trama que esconde cada una de sus escenas.
“El guión empezaba con el personaje de Vincent Gallo en el avión”, dijo Claire Denis a la prensa francesa, que vio la película en Cannes, hace dos años, y la recibió con escándalo. “Pero cuando la gente de Tindersticks me envió la banda sonora, había una canción que merecía estar al comienzo de todo. Por eso la película empieza con ese beso nocturno que una pareja cualquiera se da en un auto estacionado a orillas del Sena. Se suponía que era una escena que el personaje de Vincent veía mientras vagaba por París. Pero terminó conteniendo todo el film, porque lo que muestra no es una pareja que se besa sino simplemente un beso. Todo es posible en un beso entre dos amantes; incluso la peor de las violencias. Algo que se alcanza a percibir de manera inconsciente en esa mano del chico que baja por la nuca de la chica. Yo no creo que sea una película sobre vampiros, ni siquiera sobre canibalismo. Es sobre el miedo de hacerle daño a un ser amado por quererlo demasiado. Por eso empieza con un beso y termina con una mordida.”
“Me tomó diez años entender qué iba a hacer con Trouble Every Day”, aclaró Claire Denis ante Radar en abril de este año, cuando pasó por Buenos Aires para acompañar la exhibición de su último trabajo, Vendredi soir, en el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires. “Nunca me propuse no hacer un film de género ni nada parecido. Simplemente decidí filmar mi historia de la manera más sencilla posible, sin preguntarme a qué clase de película se iba a parecer. Después de todo, el cine de terror más tradicional está lleno de metáforas referidas al sexo. Pero como yo no soy una mujer victoriana, decidí que no las necesitaba.” Directora fundamental de la más tardía nueva ola francesa, Denis nació en 1948 y se crió en Africa hasta los 14 años. Más de una vez confesó que su acercamiento al cine no implicaba ambición alguna de convertirse en una directora. Supo ser asistente de Rivette, Costa-Gavras, John Cassavetes y,fundamentalmente, Wim Wenders y Jim Jarmusch. Su vínculo con estos dos últimos la animó a lanzarse a dirigir sus propias obras. Debutó con Chocolat (1988), una historia basada en los recuerdos de su vida africana. La consagración definitiva llegó una década más tarde, con el estreno de Bella tarea (1999), curiosa adaptación de un cuento de Melville que presenta a la Legión Extranjera como una especie en extinción.
Entre un film y otro se extiende una carrera con una decena de obras. Fue en el intersticio entre dos de ellas donde nació el germen de la película que realizó con Gallo y Dalle, a quien conoció durante la producción de Night on Earth, el film en episodios de Jim Jarmusch. “La historia de Trouble Every Day empezó una década atrás. Una productora norteamericana me había convocado para hacer un mediometraje de terror en el marco de una serie de bajo presupuesto. Ahí conocí a Vincent Gallo. Pero entonces apenas alcancé a esbozar una sinopsis; estaba basada en una pareja que pasa la noche de bodas en un cuarto de hotel y la novia, de golpe, descubre que hay algo muy extraño en su novio”, recuerda Denis. Pero la directora reconoce una fuente de inspiración más remota: una pesadilla que tenía cuando era chica, donde los besos de las buenas noches de su madre se transformaban en mordidas y el amor en deglución.
“Mi intención fue que el film fluyese emocionalmente, como fluye la sangre en las venas. Porque no tengo nada en especial contra la sangre. Godard dice que cuando uno ve sangre en el cine es sólo un color. Además, la sangre no es cínica. Más cínico es lo gore, pero éste no es un film cínico”, subraya Denis, a la que nunca le gustó tomarse a la ligera los temas más violentos de sus películas. “Para mí, el monstruo es invisible”, dijo con respecto de J’ai pas sommeil (1994), su segundo largometraje, la historia de un asesino juvenil. Y agregó: “Si hay algo que une a todas mis películas es que el mal nunca es el otro, todo está dentro y nunca afuera”.
La directora francesa asegura que el último envión que necesitaba para lanzarse a rodar Trouble Every Day lo recibió de Abel Ferrara. “Cuando vi cómo encaró su film The Attraction, tomándose muy en serio el género, me di cuenta de que era posible hacer una película en serio sobre el tema que tenía en mente”, explicó Denis, que más de una vez debió defenderse en reportajes a causa de la violencia de algunas escenas de su films. “A la gente le puede gustar o no esta película, pero es en serio”, aclaró. “La violencia en ella está contenida, antes que nada, en lo más profundo de sus protagonistas. Y en este sentido, lo que a mí me preocupa mucho más es la violencia falsa o las películas de horror ‘divertidas’ que se realizan para un público adolescente”.
Criada por una madre que en vez de contarle historias le contaba películas, Claire Denis fue una estudiante de economía que sólo soñaba con vivir en Inglaterra para ser Eric Burdon y cantar al frente de The Animals. Su pasión por la música la llevó a que el segundo opus de su filmografía fuese un documental sobre una gira francesa del grupo camerunés Les Tetes Brulées. “No fue algo que hubiese planeado”, aclaró alguna vez. “Simplemente conocí a uno de ellos cuando estaba buscando locaciones para mi primer film, y me los comencé a imaginar al final del mismo. No pudo ser por problemas legales, pero cuando estaba editando Chocolat recibí una carta en la que me contaban que venían a Francia en su primera gira internacional. Así que me preocupé en conseguir una cámara y algo de película de donde pude”, explicó sobre la génesis de Man No Run (1989), el documental que hizo que Rivette la recomendase para hacer un film sobre él.
Fanática confesa de la obra del cantante francés Murat –”Siento que él siempre me entiende”, explica–, Denis se contactó por primera vez con los Tindersticks para su película Nenette et Boni (1996), la primera de su filmografía en estrenarse comercialmente en Argentina, con Vincent Gallo como protagonista. Y es un integrante de los Tindersticks, Dickon Hinchliffe, el autor de la banda de sonido del que hasta ahora es su último trabajo, aquel que vino a presentar a comienzos de año al Festival porteño. “Creo que lo mejor que me pasó en mi vida fue conocer a gente como John Lurie y a Jim Jarmusch. Y una de las razones por las que me entendí tan bien con Jim es porque él organizó su vida como un artista de rock. Calculo que es consciente de que no hay un arte de vivir inherente con el cine, sólo hay música que te da el gusto de cierta clase de vida. Porque el cine, en realidad, es una batalla permanente con gente que no querés conocer, y con limitaciones que no querés tener.”
Un oscuro deseo (Trouble Every Day) se exhibe en DVD en el Microcine Godard del Hotel Elevage, Maipú 960. Funciones a las 20 (lunes a viernes) y a las 16, 18 y 20 (sábado y domingo). Entrada: $ 10.