Dylan Marron es un actor, director y guionista que vive en Nueva York y que, desde la pasada semana, se ha vuelto sensación viral. O, en honor a la exactitud, ha sido su flamante Tumblr el que ha causado tamaño alboroto, amén de una premisa simple pero ciertamente contundente. Ocurre que en Every Single Word (en criollo, “Cada una de las palabras”), su blog, el muchacho edita films hollywoodenses de modo tal que solo queden los minutos donde habla gente afroamericana. El resultado –tristemente esperable– es que los videos son muy, pero muy cortos. Demasiado. Sin más, removiendo las palabritas dichas e interpretadas por actores y actrices blancos, la reciente épica bíblica Noé es puro silencio; Ella, de Spike Jonze, suma cuatro personajes negros que, en total, no alcanzan los 40 segundos de diálogo; en Bajo la misma estrella, sólo una doctora es afroamericana y habla durante... 30 segundos. Tiempo similar dura la preciosa Frances Ha, de Noah Baumbach, donde los parlanchines roles afroamericanos conversan por medio minuto. Superando ampliamente, dicho sea de paso, los cinco segundos de Moonrise Kingdom. Apenas unos pocos ejemplos que, sin subrayados, Marron utiliza para poner sobre el tapete la falta de diversidad étnica y los estereotipos raciales predominantes en la industria.

“El arte como visualización de información”, definen ciertos medios la iniciativa de Dylan que, ante la inesperada repercusión de su proyecto, detalla: “Esto ocurre en toda la gama fílmica: desde productos mainstream hasta películas independientes o cine arte. Amo este medio; he sido un ávido consumidor desde pequeño, aunque difícilmente me viera reflejado en films. Cuando sos joven, no tenés las herramientas para preguntarte por qué ocurre, ni siquiera contemplás cuestionarlo. Simplemente lo aceptás como una verdad, y eso –a mi entender– ha desalentado a muchos de participar de esta industria”. Empero, el muchacho se muestra esperanzado; finalmente “empezar un debate, una conversación, es lo que realmente importa”. Eso es –en sus palabras– la verdadera raíz de cambio.