Domingo, 19 de julio de 2015 | Hoy
CINE. DEL MUMBLECORE A LA ADAPTACIóN DE UN NUEVO DESPERTAR DE PHILIP ROTH CON AL PACINO: LA TRANSICIóN DE GRETA GERWIG
Por Mariano Kairuz
Hay varias vías posibles para acercarse a The Humbling, la película de Barry Levinson cuyo estreno está anunciado para el próximo jueves con el equívoco título Un nuevo despertar. Una sería como la atendible, muy libre y recortada adaptación de La humillación de Philip Roth, la novela sobre Simon Axler, un prestigioso actor del teatro norteamericano que ha llegado a la vejez acorralado por la soledad y cierta incipiente demencia que le impiden seguir adelante. Otra vendría a ser a través de la nueva composición de un viejo mañoso, algo alienado y desgreñado a cargo de Al Pacino, quien ya lleva varios de estos personajes en los últimos años. Y una tercera sería la musa, acaso producto de la imaginación afiebrada y desfalleciente, que acompaña y revitaliza un poco (y abruma otro tanto) al actor desvencijado en su poco amable final, y que interpreta una chica de 32 años llamada Greta Gerwig. Tal vez ella sea la mejor entrada de las tres: perfecta como inspiración, redención, objeto de deseo, fuente de locura, obsesión y contradicciones; idealizada pero aún unida al mundo real por un hilo de terrenalidad, porque Greta es linda aunque no necesariamente bella, tiene mucha onda pero no es exactamente encantadora, y posee un aura que la acerca a actrices consagradas como Kate Winslet, quien aun siendo una estrella de Hollywood supo tomar riesgos y meterse personajes no del todo halagadores.
¿Pero quién es esa chica?, se preguntarán muchos –entre los muchos o pocos que vayan al demorado estreno en cines de The Humbling o la vean en Internet–, a pesar de que Greta ya lleva unos diez años actuando, y de que lleva filmadas alrededor de veinticinco películas. Los fans del cine independiente norteamericano, en particular del subgénero bautizado mumblecore (por sus chicos y chicas algo perdidos y entregados a largos diálogos materializados con cierto efecto de intimidad); los espectadores de I.Sat, y los (más especializados) seguidores de esa rama del indie que es el micro-budget –películas filmadas por unos pocos miles de dólares, por directores como Joe Swanberg, Ti West o los Duplass–, la conocen, porque ella es la más auténtica reina de esos escenarios casi subterráneos, de circulación no secreta pero sí limitada a festivales (como el de Mar del Plata, que la trajo como jurado hace siete años) y estrenos comerciales muy reducidos; y hasta ahora solo ha escapado de ese ámbito para probarse en un universo intermedio, semi-mainstream, en contadas ocasiones: en Greenberg (2010), de Noah Baumbach, que no es una película cara pero la ponía casi a la par del ya híper célebre Ben Stiller; en Amigos con derechos (2011), que era una producción mediana pero la ubicaba muy por detrás de sus protagonistas Ashton Kutcher y Natalie Portman; en la remake del éxito de principios de los ‘80 Arthur, el millonario seductor, esta vez ahí nomás de su nuevo protagonista Russell Brand, pero que fue un fracaso de crítica y público; y ahora en The Humbling, que será una producción más o menos modesta pero cuenta con una acumulación de atractivos que ha hecho posible una importante circulación internacional. Mientras esta película empezaba su recorrido, la televisión norteamericana rechazaba el piloto de How I Met Your Dad, suerte de spin off de la exitosa sitcom How I Met Your Mother, que Gerwig protagonizaba y que podría haber sido su catapulta definitiva a algo parecido a un reconocimiento masivo.
Nacida Greta Celeste Gerwig en 1983 en un hogar de clase media en Sacramento –no precisamente una de las regiones más glamorosas de California–, hija de una enfermera y un asesor financiero y programador de computadoras, GW viene de una infancia intensa de escuela católica, danza y un interés precoz en el teatro, estudios de filosofía y un casi accidental debut en el baratísimo (3 mil dólares) film de Swanberg LOL en 2006, que hizo mientras trataba de convertirse en dramaturga y disparó su asociación con la banda de cineastas del “micropresupuesto”. Hacia la época del estreno de Greenberg, el crítico principal del New York Times la describió como “la embajadora de un estilo cinematográfico que a menudo parece opuesto a la idea misma de estilo”, definición un tanto discutible, porque hay cierta cosa cool en la presunta espontaneidad y baratez de toda esta producción. Y a pesar de que parecía sinceramente involucrada en este movimiento, hacia 2010 declaró, algo resignada, que habia empezado a deprimirla su incapacidad para proyectarse más allá del ínfimo círculo de las películas baratas y autogestionadas. Para otro periodista del Times, Stephen Heyman, Greta tenía sin embargo una combinación perfecta “de todas las gesticulaciones e inseguridad que expresan algo de la vida real (elemento clave del mumblecore) a la vez que la presencia y el brillo de una movie star”. Hollywood tardó en empezar a estar de acuerdo.
Tres años atrás filmó con Woody Allen un papel encantador e importante pero no protagónico, donde se la ve muy en su elemento, en A Roma con amor, que no alcanzará a sacarla del ghetto, y no mucho después volvió a filmar con Noah Baumbach –que desde entonces y hasta hoy está en pareja con ella–, cuyo cine, como sabrán quienes hayan visto The Squid and the Whale o la reciente Mientras somos jóvenes saben que tiene bastante de woodyallenesco, de su veta algo neurótica y autoconciente y verborrágicamente analítica sobre la vida neoyorquina. Aquella película, una comedia sobre la amistad entre mujeres repleta de momentos incómodos, que ella también coescribió junto a Baumbach, que filmaron en blanco y negro y lleva por título Frances Ha, sigue inédita por acá, al menos en medios tradicionales. Como sigue inédito casi todo lo que hizo Gerwig, con excepciones como la edición en DVD de Noche macabra, título local para la muy recomendable Baghead, de los hermanos Duplass, suerte de parodia de la moda del cine de terror indie hecho con camaritas digitales. O las que pasaron una o dos veces por festivales (como la también muy simpática Damsels in Distress, el tardío regreso de Whit “Metropolitan” Stillman) y, ahora, su estreno de la mano de Pacino, quien la llenó de elogios y la llamó la actriz más sorprendente que conoció “desde Jessica Chastain”.
Aunque dice que hoy la “enfurece” ver a grandes actrices jóvenes, estrellas talentosas y prestigiosas incluso nominadas al Oscar, entregarse y hacer de “la chica boba y decorativa en alguna película de superhéroes”, ella misma siente que finalmente se ha profesionalizado, y que eso la hace feliz. “Hay un período de gracia en la que ser un desastre es encantador e interesante. Pero entonces uno llega a los 27 y eso deja de ser encantador e interesante, y empieza a ser más bien patológico y hay que encontrar un nuevo camino en la vida.” Esto tuvo bastante que ver con sus últimas oportunidades de trabajo en cine y teatro, y sus próximos proyectos con Baumbach. “Parece que lo digo en chiste pero no: tener un seguro de salud finalmente me ha hecho sentir como una persona real. Hasta hace poco sentía que todo en mi vida corría el riesgo de desmoronarse en cualquier momento. Esta es mi transición –dice la ¿ex? reina de los ultraindependientes–. Y creo que casi todas mis películas tratan esencialmente sobre esa transición, sobre encuadrar finalmente quién querés ser con quién sos realmente.”
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