Hay que estarse atento a las casualidades. Si, por ejemplo, un ladronzuelo de poca monta decide que finalmente robará el reproductor de DVD al que hace rato le clavó el ojo y se adentra en el mercado para tomarlo pero justo observa que 24 agentes de la policía local están reunidos allí, saludando a Papá Noel, haciendo las compras navideñas, uno creería que el maleante tomaría la presencia como una señal y se marcharía. Pues no: para David Sherman, un hombre de 49 años residente de Nebraska, Estados Unidos, ese no fue el caso.

Habiendo 365 días al año, el poco prudente norteamericano eligió la fecha y el lugar menos propicios, viéndose rodeado por dos docenas de agentes de la ley. Así y todo, Sherman ya había tomado su decisión. Entonces, tomó el aparato, lo escondió bajo su campera y, con cierto disimulo, escapó de la tienda Wal-Mart. Corajudo (o tontolón), logró poner los pies fuera del mercado pero, una vez que lo hizo, los nervios se apoderaron de su temple y la paranoia pudo más: David comenzó a correr. A correr en forma desesperada. El apuro no pasó inadvertido para los policías, que comenzaron a perseguirlo a pie por el estacionamiento de la tienda y, sí, finalmente lo apresaron.

Ahora, por intentar robar un equipo de DVD valuado en 79 dólares, sumado a una seguidilla de robos menores anteriores, el hombre deberá enfrentar el peso pesado de la ley y una condena que oscilaría entre los 10 y los 60 años de prisión. Dios quiera que, dentro de la cárcel, pueda ver películas.