Domingo, 9 de junio de 2013 | Hoy
VALE DECIR
Mes y medio atrás, el Ayuntamiento de Brunete, en Madrid, dio luz verde a una curiosa iniciativa que tenía como objetivo lograr que los dueños de los perros recogiesen los excrementos de sus mascotas de la vía pública. De cara a los paseos caninos y en un pequeño despliegue de espionaje, una veintena de voluntarios vigilaba de cerca y con disimulo a quienes paseaban a sus animalitos y, si un transeúnte dejaba una caca atrás, uno de los “detectives” tomaba nota del nombre y la raza del bicho para, más tarde y gracias a la base de datos municipal, conseguir la dirección postal del dueño en cuestión.
Acto seguido, lo inesperado: el agente de Brunete recogía el excremento, lo empaquetaba y, cual entrega a domicilio exprés, lo devolvía al vecino como si se tratase de un objeto perdido. Adjunta, además, iba una nota explicativa donde el Ayuntamiento daba sus razones, informaba acerca de la campaña de concientización y daba cuenta de las potenciales multas que podía recibir el infractor, en caso de perpetuar la maliciosa práctica de abandono.
Al parecer, la iniciativa experimental fue un éxito, ya que —según datos oficiales— el gesto ha disminuido en las calles madrileñas. Así y todo, para expandir la racha, el gobierno no descarta repetir la práctica en los próximos meses o incluso instaurarla de forma permanente. “Es una de las pocas campañas de concientización que puede resultar divertida; disfrutamos creándola”, comentó Mónica Moro, directiva creativa de Mccann, la agencia publicitaria que se encargó de cranear la movida. Ninguna porquería.
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