Domingo, 4 de enero de 2015 | Hoy
MUSICA Este último año la vio dar un salto enorme. Con una gira por Europa, canciones suyas incluidas en la serie Bones y en la película Focus, con Will Smith, que se estrena en febrero, Miss Bolivia es cada vez más popular con su alquimia de hip-hop, reggaetón, dancehall, reggae y cumbia y su potencia bailable, que viene acompañada de la reedición de su disco Miau y de un video con Leo García que ya vio más de un millón de personas en YouTube.
Por Salvador Biedma
Sus canciones, a pura potencia, venían incorporándose al oído, metiéndose en el cuerpo con una mixtura que suena al mismo tiempo conocida y renovadora. Hasta que, en los últimos meses, algo explotó. Esa sensación da, pero tal vez sea un solo salto que empezó mucho antes y que no encuentra techo, que no para de crecer y sumar seguidores.
Seguramente muchos ya conocen parte de su historia: se llama Paz Ferreyra, hizo los dos últimos años de la secundaria en Nueva York, donde conoció el rap; aún adolescente, recorrió parte de Estados Unidos siguiendo las interminables giras de Grateful Dead y vendiendo sándwiches en los shows; volvió a Buenos Aires, cursó Letras un tiempo, dejó, se pasó a Psicología, se recibió y ejerció la profesión unos años (dio clases en la facultad, atendió a personas en situación de calle y participó en el equipo de asistencia que contuvo, cuando fue el incendio de Cromañón, a familiares y amigos de las personas que estaban en el boliche); hizo un posgrado en medicina ayurveda, trabajó como productora para el canal Ciudad Abierta y dio clases de yoga; en 2008 empezó el proyecto de Miss Bolivia como una suerte de hobby que ganaría cada vez más espacio.
Mientras trajinaba escenarios imponiendo su presencia, publicó grabaciones en formato virtual y en 2010 sacó su primer disco, Alhaja, con el sello PopArt. Se ganó rápido el respeto y la admiración de todo un arco de músicos; desde Gabo Ferro hasta Las Culisueltas, pasando por Paloma del Cerro o La Bomba de Tiempo, la invitaron a participar en discos y shows.
A una base que mezcla hip-hop, reggaetón, dancehall, reggae y cumbia, Miss Bolivia suma ingredientes de otros géneros y transmite un mensaje combativo (tiene un tema llamado “Bien warrior”), de una potencia muy femenina. Esta mixtura permite que convivan sin discordancias en Miau, de 2013, las participaciones de Mimi Maura y Pocho La Pantera. Para su primer disco ya había invitado al rapero Sergio Sandoval, a la mexicana Ali Gua Gua y a una vidalerísima Mariana Baraj, entre otros artistas.
Después de romper –en buenos términos, aclara– el contrato con PopArt, lanzó Miau por su cuenta, endeudándose. Los temas pegaron enseguida “en gente de muy distintos palos” y tuvo que sacar cinco tiradas del disco en apenas siete meses. Ya le resultaba un poco cansador el trabajo que esto insumía cuando surgió una propuesta de Sony. Dudó, dio vueltas, pero finalmente se convenció de que ser independiente tenía que ver con otros aspectos, de que no se traicionaba por firmar con un sello grande. Entonces, Sony reeditó y relanzó el segundo disco hace cosa de dos meses.
También se relanzó el videoclip del primer corte, “Tomate el palo”, en el que participa Leo García. Con una estética llamativa, el video refuerza el camino que plantea la canción: una infidelidad, el quiebre de la relación, el consejo de García (“el dolor no funciona, / hay que limpiar la zona / para volver a nacer”) y un final redentor a puro baile.
Miss Bolivia siente que en Miau logró plasmar lo que quería, algo que antes le costaba más. Y marca una diferencia en las letras con respecto a Alhaja. Aunque “Tomate el palo” o “María José” mantienen una apelación en segunda persona (“siempre está el ‘tú’ o el ‘vos’, obviamente interpelo a un otro porque, si no, cantaría sola en mi casa”), no tienen la bajada de línea de canciones como “Apágalo”, del primer disco. “Antes decía lo que había que hacer y muchas de esas cosas yo misma no las podía cumplir; ahora, en cambio, hay un mensaje horizontal, le hablo a un otro igual a mí”, explica.
El lenguaje simple de sus canciones, dentro de un cóctel ultrabailable, seguramente ayuda a reunir a un público muy diverso. Ella contó varias veces que debió hacer un camino para “desacademizarse”. Alumna aplicadísima en la escuela y en la universidad (dice y repite que era “alta nerd”), eligió abandonar los modismos que circulan por las aulas de Letras o Psicología porque hubieran impedido una comunicación más amplia y fluida. A la vez, rescata del paso por esas facultades muchas lecturas que la atraviesan. “Leí un montón de cosas relacionadas con la transversalidad, con quebrar el pensamiento único. Es algo que tal vez ya esté un poco viejo, pero fue vital para mí.” Y vincula estas ideas al tipo de fusión que propone desde la música.
Su padre, que murió hace unos años, formaba parte de un coro en Río Cuarto (Córdoba) y tocaba la guitarra en peñas. Ella también participó en coros, primero en la escuela de monjas a la que iba y, mientras estaba en Nueva York, en una iglesia. Tiempo después, estudió batería. También para eso fue una “nerd”, comenta. Cuando empezó a cantar como Miss Bolivia puso el acento en lo rítmico: trataba de hacer con la voz lo que venía haciendo en la batería. A la vez, ponerse al frente del escenario implicó “un lugar mucho más directo y activo”.
Desde junio hasta septiembre estuvo de gira por Europa, donde notó un creciente interés por lo latinoamericano, no sólo en la música sino también en el diseño o la gastronomía. Hace unos cinco años empezó a llevar sus canciones al otro lado del océano. En el último viaje participó por segunda vez en el Fusion Festival de Alemania y su show terminó –cuenta– “con treinta gringos arriba del escenario, saltando conmigo, mientras todo el mundo cantaba ‘Miss Bolivia, Miss Bolivia’, tipo hinchada”.
El éxito de sus discos y sus shows se continúa en la televisión y el cine. Compuso la música para la película Desmadre, de Jazmín Stuart y Juan Pablo Martínez, estrenada en 2012. En 2013 sonó en un capítulo de la serie Bones el tema “La vibra”, que Miss Bolivia canta con El Remolón. Y en febrero se estrenará la película Focus, protagonizada por Will Smith, con el “Rap para las Madres” musicalizando una escena.
El nombre que eligió tiene varios ecos. Por un lado, ella vivía en Bolivia y Camarones, en La Paternal, pero también, obviamente, conoce los prejuicios que existen en Argentina con respecto a ese país, al que viajó varias veces y que relaciona con la Pachamama (otra muestra de sincretismo: en su casa tiene un altarcito para la deidad yoruba Iemanjá).
Con las rastas, la ropa holgada y multicolor y la actitud “warrior”, el cuerpo pequeñito se convierte sobre el escenario en una presencia fuertísima, magnética, mientras su sonido cada vez más redondo permite sutilezas sin perder energía en la celebración de lo híbrido. “En mis shows se genera un exorcismo colectivo resanador, pero yo no me pongo en el lugar de la que sana, ahí todos somos canal”, asegura.
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