Domingo, 29 de mayo de 2016 | Hoy
CINE > SE PUEDE VER ONLINE LIVIDE, UNA PERLA SECRETA DEL TERROR FRANCéS ACTUAL, INéDITA EN ARGENTINA
Por Ariel Alvarez
Hasta hace pocas semanas podía verse en las salas de cine locales la edulcorada versión norteamericana de la película Martyrs, el film que Pascal Laugier dirigió en 2008 y que llevó a su pico máximo a la denominada Nouvelle Horreur Vague francesa. Por suerte, para sacar el mal sabor de boca de esta (más que) fallida remake puede verse por Netflix Livide (2011), un cuento de hadas de horror que no se estrenó comercialmente en nuestro país y que es, además, uno de los films más impresionantes de la nueva ola de cine de terror francés que, a finales de la década pasada parecía que iba a devorarse al mundo con mordiscos de extrema violencia.
Alexandre Bustillo y Julien Maury hicieron su aparición de una manera espectacular dentro de aquella oleada de cine de terror francés cuando en 2007 dirigieron A L’Interieur, una de las películas más aterradoras jamás filmadas en donde la “bestial” Beatrice Dalle encarnaba a una mujer voraz que quería arrancar el bebé del vientre de una embarazada. Todo transcurre la noche en que los chicos de los suburbios de París iniciaron históricas jornadas de protesta y quema de coches después de que la policía disparó y mató a dos adolescentes. Tremendamente violenta, es difícil verla hasta el final. Esta película, quizá la mejor del, por aquel entonces, nuevo extremismo francés (Martyrs, de 2008; Frontiere(s) de 2007 y Sheitan de 2006, sólo para citar algunas películas) también mostraba que el horror era totalmente terrenal, humano y exageradamente violento.
Pero con Livide Bustillo y Maury parecen darle una especie de cierre a ese momento del cine de terror galo y a la vez realizar un paso evolutivo: le agregan el elemento sobrenatural y el resultado es casi perfecto. Livide cuenta la historia de Lucy (Chloé Coulloud) una joven que está estudiando para ser enfermera a domicilio y que tiene heterocromía, una anomalía en los ojos en la que los iris son de diferente color.
Al final del recorrido de las visitas que hace a pacientes junto a su profesora, la señora Wilson, llega a una mansión lúgubre para atender a la señora Jessel, una anciana que se encuentra en coma, postrada en una cama y que en su juventud fue una de las profesoras de ballet más prestigiosas y exigentes de Europa. Pronto Wilson le cuenta que la anciana no tiene parientes vivos y que se comenta que guarda un tesoro oculto dentro de la casa. Cuando termina su trabajo Lucy pasa a buscar a su novio Ben, un joven que trabaja en el barco pesquero de su padre y van a un bar. La joven le cuenta a su novio la extraña experiencia en la última casa del recorrido. Es así que Ben convence a su hermano y a Lucy de meterse esa noche en la casa y robar el tesoro, como la única posibilidad que tienen de escapar de sus vidas miserables.
Así comienza Livide, con una atmósfera de asfixia y encierro, visualmente impecable. Poco tardan estos jóvenes en darse cuenta de que cometieron su peor error, pero ya es demasiado tarde, claro está. Durante la primera parte, este film es una historia del tipo casa embrujada: toda la puesta en escena y las situaciones que ocurren están pensadas para provocar una reacción de malestar constante.
Cuando el “secreto” de la anciana es develado, la película cambia y sus directores se atreven a romper con esa “maldición” que parece existir sobre el género que dice que surrealismo y cine de terror no pueden estar juntos. De hecho gran parte de la crítica especializada cuestionó esta mezcla diciendo que la película tiene “lagunas argumentales” y que deja más preguntas que respuestas como si esto último fuera, de por sí, algo que está mal. El final (que “sospechosamente” se parece al de Mamá, la película franco-canadiense que el argentino Andrés Muschietti dirigió dos años después) fue lo más atacado con el argumento de que un final abierto no es un verdadero final en este tipo de producciones.
Es verdad, Livide no deja todo masticado y digerido, los acontecimientos no siguen un orden “lógico”, es un viaje pesadillesco que deja una sensación de tristeza que tarda en irse. La historia de la señora Jessel es develada a través de extraños flashbacks que la muestran como una profesora de ballet tirana que tortura bestialmente a su mejor alumna, que es su propia hija, una chica muda. Los directores al igual que en A L’Interieur, tocan el tema de la maternidad enfermiza y el encierro, pero lo llevan al terreno de lo fantástico.
Y lo sobrenatural aflora de diferentes formas, y el film también es un homenaje al cine de terror en general, cosa que Bustillo y Maury repiten en todas sus entrevistas: casas embrujadas, después vampiros, y por supuesto los estallidos de horror extremo y gore, todo tan delicadamente entrelazado que transforma a la película en una sinfonía perfecta dirigida por lo siniestro y oscuro.
La ambientación de la casa y su iluminación que cambia de color en diferentes habitaciones recuerdan la nostalgia de las películas de la productora Hammer, las referencias al giallo italiano se hacen presentes en la anciana monstruosa y la escuela de ballet: una cita a Suspiria de Dario Argento. Todo ocurre la noche del 31 de octubre y hasta hay diálogos copiados enteros de la película Halloween III, Season of the Witch.
El ya agotado panorama del cine de horror norteamericano, carente de ideas, se ha dedicado en los últimos años a exportar talentos desde otras latitudes: ya ocurrió con la corriente española, la mexicana, y el J-Horror (terror japonés). El horror extremo francés no podía quedar afuera. Al igual que con Martyrs, el film de Laugier, hubo un intento de hacer la remake en inglés de Livide, pero el proyecto, que iba a ser dirigido por Nicholas McCarthy (El pacto, 2012, At the Devil’s Door, 2014), no llegó a buen puerto.
De hecho este no es el primer contacto de Alexandre Bustillo y Julien Maury con Hollywood. Después del éxito de A L’Interieur fueron convocados por separado para dirigir la remake de Hellraiser de Clive Barker y Halloween II, la secuela de la remake de Halloween de John Carpenter que Rob Zombie dirigió en 2007. Pero ambos abandonaron los proyectos, según ellos porque no los dejaban tener control absoluto sobre la realización. Fue allí cuando se dedicaron de lleno a filmar Livide.
Finalmente parece que, luego de la impecable Livide, el dúo de directores ha limado asperezas y, esta vez los dos juntos, se encuentran a la cabeza de Letherface, la precuela de La masacre de Texas que cuenta la historia de un Leatherface adolescente que se escapa de un hospital psiquiátrico. La película está en fase de pre-producción y se espera su estreno para el año que viene. A juzgar por sus anteriores films, si esta vez los dejan trabajar como quieren, puede ser una película digna de cargar con muchas expectativas.
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