Domingo, 7 de agosto de 2016 | Hoy
TELEVISIóN > THE NIGHT OF
Hace unos años, el guionista y escritor Richard Price empezó a escribir el guión para una serie de TV –basada en la británica Criminal Justice de 2008– cuando quien iba a ser el protagonista, James Gandolfini, murió de un infarto. Finalmente fue reemplazado por el gran John Turturro y ahora ya puede verse por HBO The Night Of, dirigida por Steven Zaillian y con un punto de partida hitchcockiano: un joven paquistaní pasa una noche con una chica blanca y, cuando se despierta, ella aparece muerta, asesinada. Él nada recuerda. ¿Es el asesino? La inocencia o culpabilidad del chico es lo que mantiene la tensión, pero la serie está basada en los climas, en una idea de miniserie como película de nueve horas y en la exploración de las tensiones raciales que contaminan todo el proceso penal y judicial, detallado con inteligencia y minuciosidad.
Por Diego Brodersen
The Night of, la miniserie producida por HBO que viene cultivando y cosechando los mejores comentarios de especialistas y críticos desde la emisión de su episodio piloto, está marcada por dos muertes. Por un lado, la ficcional: la de esa joven que aparece brutalmente apuñalada al comienzo de la historia, pocas horas después de un viaje en taxi y una noche de confesiones, juegos y placeres junto a uno de los protagonistas centrales del drama. La otra, demasiado real, es la de quien iba a hacerse cargo del papel co-protagónico, el encargado de defender al joven acusado de ese crimen: James Gandolfini falleció en junio de 2013, víctima de un inesperado infarto mientras estaba de visita en Italia, donde esperaba participar de un festival de cine. Probablemente no valga la pena preguntarse qué cosas hubieran cambiado con la presencia en pantalla del ex Soprano: resulta contrafáctico y, por ello mismo, inconducente. “Comencé a escribir el guión en 2011, aunque tal vez haya sido en 2010 o 2012. Existieron muchos comienzos y paradas, como consecuencia de la muerte de su estrella original y productor ejecutivo, James Gandolfini, esa cosa horrible, y todos nosotros un poco morimos después de ese hecho. Nadie tenía ganas de hacerlo”, confesó Richard Price, uno de los guionistas y creadores del proyecto en una entrevista exclusiva para el blog no oficial dedicado a su figura, Priced Out. El prestigioso escritor, cuyas labores en el cine incluyen el guión de El color del dinero (por el cual fue nominado a un premio Oscar), detalla además que Robert De Niro llegó a estar interesado en el proyecto, aunque sería finalmente el actor John Turturro el que terminaría reemplazando a Gandolfini en el papel del abogado Jack Stone.
“La historia es siempre la historia. El guión es sólo el guión. Si se lo das a diez directores diferentes vas a obtener como resultado diez películas diferentes”, responde con total sensatez Price a una cuestión que el sentido común de muchos espectadores dirige, erróneamente, en un sentido contrario. El encargado de darle forma audiovisual a la palabra escrita de Price y su coguionista Peter Moffat fue Steven Zaillian, director de siete de los ocho episodios de la serie. Otro guionista de alcurnia (La lista de Schindler, Pandillas de Nueva York, Despertares) y director de tres largometrajes, Zaillian es uno de los últimos talentos cinematográficos en hacer el pase a la televisión, cuyo canto de sirena se siente cada vez con mayor fuerza. The Night of es su primer trabajo para la pantalla chica: “Siempre trabajé en largometrajes, pero en estos tiempos la televisión es más aventurera en el terreno de los dramas pensados a partir de los personajes. A pesar de ello, quise darle la cohesión y la sensación general de una película; en este caso, una película de nueve horas”. Palabras textuales del realizador a los responsables del Festival de Tribeca, fundado casualmente por De Niro, donde la serie ofreció como adelanto sus primeros dos capítulos el pasado mes de abril. Y The Night of, cuya excusa argumental y detalles narrativos básicos están basados fielmente en la primera temporada de otra serie televisiva, la británica Criminal Justice (2008), es precisamente eso: un extenso relato que no le debe tanto a las vueltas de tuerca narrativas tan típicas de las series contemporáneas divididas en infinitas temporadas como a las viejas miniseries de los años 70 y 80, pensadas como largometrajes XXL, rodadas de forma continua antes de su exhibición y divididas en capítulos para su consumo en etapas.
De hecho, y de no ser por un final abierto a infinitas posibilidades, el primer capítulo de The Night of –de ochenta minutos de duración– podría ser considerado un telefilm autónomo. En ese primer peldaño de la trama, además, Price, Zaillian, los directores de fotografía y el resto del equipo técnico y artístico, junto al reparto en su totalidad, sientan las bases del tono y el espíritu que la serie irá desarrollando con el correr de los episodios. El joven estudiante universitario Nasir Khan (Riz Ahmed), hijo de un matrimonio de esforzados inmigrantes paquistaníes que viven en Nueva York, “toma prestado” el taxi de su padre para ir a una fiesta que promete ser inolvidable. Todo conduce a un desvío y a conocer a una mujer que le cambiará la vida… para mal. Casi como en un relato noir de los años 40, como si Khan fuera un alter ego moderno del Profesor Richard Wanley interpretado por Edward G. Robinson en La mujer del cuadro, el film de Fritz Lang, esa noche de “drogas, alcohol y sexo” –según detalla con algo de sensacionalismo uno de los policías encargados del caso– deriva en un crimen, en el miedo a ser apresado, a la vergüenza, al escarnio, a la prisión, a la más terrible de las pesadillas en plena vigilia. Hitchcockiano en varios sentidos, ese primer episodio prácticamente no abandona el punto de vista del muchacho: a través de sus ojos se pueden ver todos los procedimientos de peritos e investigadores y sentir el pánico ante el desarrollo de los acontecimientos. La larga secuencia en la cual Khan permanece encerrado en el móvil policial, asistiendo al descubrimiento del cadáver de la víctima fatal en esa casa, allí arriba –donde él estuvo apenas unas horas antes–, es un ejemplo acabado no sólo del cuidado de la puesta en escena sino, fundamentalmente, de la atención puesta en los pequeños detalles, en desmedro de la acción-reacción narrativa constante, del horror vacui dramático que impera y reina y domina de forma dictatorial en la mayoría de las producciones televisivas.
A su vez, sin que ello implique contradicción alguna, hay un elemento poco cercano al universo de Hitchcock: no hay aquí un claro inocente implicado en una maraña totalmente ajena. La narración de The Night of comparte la falta de información que existe en la cabeza de Kahn: no hay datos precisos ni escenas que permitan ratificar o anular la posibilidad de que, efectivamente, el joven haya cometido el crimen. ¿Fue acaso él quien, bajo los efectos indeseados de todo lo ingerido, apuñaló veintidós veces a la bella y desconocida pasajera o algo más ocurrió en ese fatídico lugar, mientras dormía en otra habitación? Una idea sumamente inteligente que permite que el espectador comparta esa supuesta máxima de la Ley y la Justicia, la presunción de inocencia hasta que se demuestre lo contrario, al tiempo que siembra la sospecha de que la realidad puede ser muy diferente a la imaginada. La serie seguirá a partir de allí varios caminos paralelos, en particular el retrato de los procedimientos policíacos (perfecto Bill Camp como el Detective Box, que parece haber sido transportado en una máquina del tiempo desde un policial de los años 70), el drama carcelario –en el cual Khan tiene toda la apariencia de un pollito mojado en medio de un carnaval de bestias salvajes– y el relato judicial, no tanto centrado en los histrionismos de sala como en los recovecos de las bambalinas. Es en ese último ámbito donde aparece, durante los últimos minutos del capítulo uno, la otra pata esencial de la historia. Jack Stone, abogado de escasísima monta, usualmente ocupado en sacar a la luz del sol a prostitutas y ladronzuelos, afectado por una invasión de eccemas tamaño elefante que avanzan sobre sus pies como una peste medieval. Con su aspecto raído y algo encorvado, su gabán usado y abusado y una actitud y forma de expresarse que, de tan pragmática, deja entrever una no tan leve misantropía, el Stone de Turturro recuerda al Padre Karras de El exorcista; en particular durante ese fugaz y efectivo plano –el momento puntual en el cual se detiene, antes de regresar para hacerse cargo del caso–, recortado contra la oscuridad de la noche, delante una escalera de incendios de un típico edificio bajo neoyorquino.
Se han destacado en los medios y redes sociales las tonalidades setentosas de The Night of, en particular por el tono realista, poco afectado, seco incluso, de la narración y los diálogos. Algo de ello hay y el propio Zaillian, por exagerado que suene (y suena algo exagerado, sin dudas) ha expresado la influencia del neorrealismo italiano en su aproximación al relato. Lo cierto es que hay varios aspectos teóricamente secundarios del drama que resultan esenciales para su riqueza, en particular los sociales: las consecuencias directas e indirectas del drama de Nasir Khan en su familia y en la comunidad musulmana. Un elemento que no estaba presente en la serie Criminal Justice (de menor duración, más directa y menos interesada en la creación de climas) que aquí adquiere una relevancia imposible de desestimar: la xenofobia y, en particular, la islamofobia, inflamada en estos tiempos de terrorismo global. Es el origen étnico y religioso del acusado el que altera tanto el curso de la investigación y el proceso judicial como la vida cotidiana dentro de la prisión, un microcosmos configurado a partir de pactos y grupos de pertenencia. El guión se toma muy en serio ese aspecto y lo va desarrollando con el correr de los episodios sin subrayarlo (el hecho de que un personaje secundario conozca el idioma hindi, virtualmente idéntico en su forma oral al urdu que hablan los padres del protagonista, resulta de suma importancia, pero nunca es explicitado en los diálogos). Volviendo a Price y a la idea de que un guión es solamente un guión, si el relato de Criminal Justice es esencialmente el mismo –incluidos los detalles del caso, la enfermedad dermatológica del abogado, el asma del acusado y varias líneas de diálogo puntuales–, a tal punto que The Night of puede ser considerada como una remake en pleno derecho, esa diferencia es sustancial: en la versión de la BBC, es un joven blanco de clase media, no demasiado brillante en sus estudios, el que termina siendo acusado de asesinar a una muchacha mulata. El hecho de que en esta nueva versión sea un hijo de inmigrantes “de color”, con una buena carrera universitaria en camino, el sospechoso de haber matado a una joven blanca, marca la cancha y pone en juego múltiples aristas ligadas a los prejuicios y el racismo. Pero, ¿es o no es el asesino? No es cuestión de “espoilearle” nada a nadie, pero ese asunto –la Verdad, como le dice Stone a Nasir muy claramente al comenzar la preparación de la defensa– es lo de menos.
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