Domingo, 1 de agosto de 2010 | Hoy
Por Mike Tyson
SUPERHOMBRE La primera parte de mi vida fue puro egoísmo. Tan sólo un montón de regalos para mí y para gente que no necesariamente se los merecía. Ahora tengo 44, y me doy cuenta de que mi vida fue un desperdicio. “¿El hombre más grande del planeta?” No era la mitad del hombre que creía ser. Así que si hay un gran plan ahora es tan sólo dar, sin egoísmo, preocuparme por la gente que lo merece. Porque creo que soy un cerdo. Tengo esta increíble capacidad de mirarme al espejo y decir: “Este es un cerdo. Sos un pedazo de mierda”. Objetivamente. Soy un cerdo. Y es por eso que me es muy difícil cuando la gente me ofrece toda esa adulación y su amor. Me siento sucio. Me quieren tocar y abrazar y yo siento su energía: es mugre y crimen. No porque sean gente mala necesariamente, tan sólo hicieron algo malo y podés sentirlo en ellos. Tengo que ir y lavarme antes de tocar a mis propios hijos.
DINERO Creo que está todo bien. Vivo en una linda casa, en un barrio exclusivo, pero son todas cosas insignificantes. Mi vida es simplemente diferente. Ya ni siquiera me reconozco a veces. Volví a Brownsville con el equipo de mi reality show en Animal Planet, donde están haciendo un segmento sobre las carreras de palomas que armaba en mi infancia, y Brownsville ha progresado mucho. Tienen cámaras de seguridad, los edificios que estaban abandonados cuestan como un millón de dólares, y pienso: mi vida debe haber sido una mentira, porque no hay nada ahí que se parezca a mi infancia. Apareció una mujer blanca y yo pensé: “Cuando yo era chico, a esta mujer la hubieran robado, violado y dado por muerta. Es una situación realmente extraña, y tengo ganas de llorar. ¿Quién soy? ¿Dónde está mi patrimonio?”.
LECHUGUITA Hace ocho meses que estoy con todo este asunto de la comida vegetariana y a veces tengo explosiones de energía. No sé cuánto duran, pero son como explosiones. Muy poderosas. Comí una porción diminuta de carne y me levanté violentamente enfermo, vomitando. Me he dado cuenta de que la carne se ha convertido en un veneno para mí.
HUMILDAD Y TRASCENDENCIA He vivido de los aplausos muchos años, y ya no puedo soportarlos. Todo lo que siento en general es esa mala energía de la gente. Yo sé que no es bueno para mí, y no quiero volver a vivir esa vida. Quiero trascender. No sé a qué, sólo sé que yo no debería estar acá. Debería estar en la cárcel por asesinato. O muerto, o con sida. Nunca creí que llegaría a los 25. Todavía tengo ese fuego en mi corazón, y quema. No quiero que se malentienda: no soy un pacifista y jamás lo seré. Todavía me enojo, y todavía grito. Puedo hablar de la humildad, pero no soy humilde. Pero estoy intentándolo, muy duramente.
UN TORNADO Mi vida es como un tornado, como un puto huracán. Es como si yo fuera un tornado desnudo que atraviesa una ciudad y deja un desastre. Todo queda destruido, y cuando ya pasó, a la mañana siguiente, estás sobrio y te preguntás: ¿qué carajo pasó acá?
MEDICACION Pasé por ese camino. Creo que he sido el boxeador más medicado de la historia del deporte. Si fuera a medicarme, creo que me fumaría un porro. Pero no, lo que tengo es un trauma con el que estoy lidiando. Y es este puto ego que tengo.
ALI A pesar de toda la poesía y las mariposas, lo que aprendí de Alí fue su maldad. Fue el luchador más malo de todos los tiempos. Estuvo ahí con Foreman, que dio los golpes más duros de la historia, estuvo ahí con Frazier, otro duro, y recibió una y otra vez, bum, y luego se daba vuelta, y cuando llegaba su momento, le mirabas la cara y estaba gritando. No me (golpe) das miedo (otro golpe), maldita marica (otro golpe). Maldito estúpido (dos golpes). Soy Dios, venérenme. Soy el más grande (dos golpes). Vos sos un puto niño pequeño. Nadie en el estadio lo contaba, pero nadie insultaba como Alí. Pero no, no es furia y terror: no hay furia ni terror en el boxeo. Si la hay, están contando hasta diez encima de ti.
DISCIPLINA La disciplina es hacer algo que odiás hacer, pero que de todas maneras lo hacés como si lo amaras. Yo aprendí disciplina de Cus D’Amato. Hoy tengo que ser mi propio Cus. Tengo que ser el hombre que toma al chico bajo su ala, lo protege, lo conoce mejor que él mismo. Pero todavía soy aquel chico pequeño, sólo tengo que aprender cómo protegerlo un poco mejor. Tiene que aprender a quererse a sí mismo.
LA CAIDA ANTE JAMES BUSTER DOUGLAS EN 1990 Me había dejado de importar. Dejé de sentir a Cus dentro de mí. Todos esos titulares. Ya no me importaba el boxeo. Y cuando Douglas se levantó después de que lo noqueé y cayó a la lona, y se vino hacia mí, ya no lo tenía dentro de mí. Tampoco lo tenía en mí cuando lo noqueé. Más poder para él: se levantó. Nadie más lo había hecho.
LA OREJA DE HOLYFIELD Estuvo mal hacer eso –todo mal–, un desquicio. Pero no tenía nada que ver con el box. Quería dejarlo lisiado. Ya no tenía nada que hacer arriba de ese cuadrilátero. Llevaba un año, 16 meses fuera de la cárcel, ¿y ya tenía dos cinturones que defender? Ya no tenía nada que hacer con esos cinturones. Ya estaba terminado. Si meten a un escritor en una celda por tres años, con las manos atadas a sus espaldas, después te ponen contra un novato, escribís mucho mejor que él y te dan dos premios... ¿y después te ponen contra un premio Nobel? Es absurdo. ¿En qué pensaba cuando lo mordí? No estaba pensando. No me estaba entrenando para esa pelea. Estaba drogado, creía que era Dios. Debería haberme quedado en casa con mi familia, con mis hijos.
PERFECCION Soy un adicto a la perfección. El problema con mi vida es que siempre he sido también adicto al caos. Un caos perfecto.
LIBERTAD Nunca me sentí libre. Nunca hasta ahora, realmente. Esto es lo más libre que me he sentido en mi vida, y aún no soy libre. Pero es una sensación asombrosa. No tengo dinero. Ya no soy un tipo con glamour. Tengo amigos que tienen dinero, así que parece que yo tengo dinero, pero no lo tengo. Todo el dinero que tuve, olvídenlo. Nunca tuve nada, nunca tuve un gramo en mí que se sintiera libre. Pero tuve alguien a mi lado en las buenas y en las malas. Mi esposa ha vivido conmigo en los lugares en los que no me atrevería a cagar. No me prostituiría siquiera en los lugares en los que hemos dormido mi esposa y yo. Es así: levantarme cada día sintiéndome Dios o un fraude. Espero que no sea así por siempre: quisiera irme a la tumba con respeto.
Estas palabras de Tyson son parte de las respuestas en la extraordinaria entrevista que le dio a la revista norteamericana Details.
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