Domingo, 25 de marzo de 2012 | Hoy
Por Caetano Veloso
Gal es una de las figuras más emblemáticas de la música popular brasileña actual. Fue la cantante tropicalista por excelencia: lanzó “Baby” y defendió “Divino, maravilhoso” en el festival de 1968. Después de que Gil y yo fuimos encerrados y exiliados, ella aseguró la estética osada del grupo bahiano (que se había asociado a los paulistas Mutantes, Duprat, Medaglia, etc.) en espectáculos como Fa-Tal o Gal a Todo Vapor. Su nombre bautizó la sección de la playa más comentada de Ipanema en los años ’70. En aquel tiempo, fue considerada por Danuza Leao como la mujer más elegante de Brasil. Más tarde, con Gal Tropical, India, Cantar y una sucesión de discos y shows extraordinarios, enriqueció el imaginario brasileño. Estamos muy unidos. Desde que nos conocimos, nuestro culto radical hacia João Gilberto nos acercó hasta el punto de que casi no necesitamos (ni conseguimos) conversar nada. Ella es la voz de “Minha voz, minha vida”, la mujer sagrada de “Vaca profana”, el aparato vocal de “Meu bem, meu mal”. Tom Jobin dijo hasta su muerte que era su cantante favorita. Y para mí es también la joven que conocí porque nos gustaba la bossa nova. La gran plasticidad de su estilo de canto se debe a la comprensión instintiva de lo cool que tuvo desde sus comienzos. Eso es lo que hace que suene bien con Donato, con Lanny, con Olodum y con Kassim. Desde hace unos tres años que soñaba con hacer un grupo de canciones sólo para que ella las grabe. Pero recién un año y medio atrás vi un show suyo en Lisboa y decidí llevar a cabo ese sueño. Compuse pensando en su voz y en programaciones electrónicas. En este disco hay incluso una canción ciento por ciento acústica, pero predominan los sonidos electrónicos. Sentí una necesidad de decir justo esas cosas a través de ella. Vi que podíamos hacer sonar un objeto no identificado que tuviese que ver con todo lo que esencialmente somos. De mi parte, este disco está dedicado a María Bethania y Gilberto Gil, por razones que deberían ser obvias. Moreno, ahijado de Gal, hizo el disco conmigo. Kassim fue el programador principal. Pero también tuvimos a Duplexx, Robotnik y Zeca Lavigne Veloso. Y también a la vida, dolorosa y placentera, tal como es. Y la música, que tanto Gal como yo acariciamos y adoramos.
Este texto está incluido, sin traducir, en el librillo que acompaña Recanto,que acaba de editarse en Argentina.
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