Bergerianas
En 1965 publicó, directamente en paperback y por encargo de Penguin, un ensayo sobre Picasso que tituló The Success and Failure of P, con el cual fijó nuevas coordenadas para tratar a un pintor viviente (gérmenes de este libro aparecen enmascarados en las reflexiones de Janos Lavin en Un pintor de hoy: “Por un breve espacio de tiempo, el cubismo hizo posible un nuevo método para dibujar: mucha buena obra salía de la mano de personas que, de no haber sido por ese método, habrían sido dibujantes anodinos, como de hecho se volvieron muchos de ellos, cuando el cubismo hubo revelado todo lo que podía revelar y se amaneró”).
En 1960, con fotos de Jean Mohr y texto suyo apareció un libro titulado A Fortunate Man, retrato de un médico rural inglés llamado John Sassall, donde reflexionaba sobre la naturaleza de servir a la comunidad y sobre la relación con la muerte.
En 1972, cuando ganó el Premio Booker con G, obligó a la empresa patrocinante del galardón a repartir el monto del premio entre los Panteras Negras y los centros que recibían a inmigrantes (la fortuna Booker provenía de la explotación comercial de las colonias inglesas del Caribe en tiempos de la Corona).
Antes de cumplir los veinte, Berger tuvo como maestro de dibujo en una escuela de arte en Chelsea a Henry Moore (fue él quien le consiguió después un puesto como profesor de dibujo, el mismo oficio que tiene Janos Lavin en Un pintor de hoy). Cuando dejó de pintar, y antes de terminar su novela, trabajó a las órdenes de George Orwell cuando éste aún era editor del Tribune. Por esa época solía irse en moto hasta Irlanda a visitar a WB Yeats. Por la misma época trató también a TS Eliot (“su erudición parecía pedante al principio, pero lentamente uno empezaba a sentir en su voz un soplo que parecía venir del pasado y sostenía sus palabras”). Su elección de la Alta Saboya para fijar residencia (en medio del campo, en un galpón que no tiene luz eléctrica) estimuló su amistad con el director de cine suizo Alain Tanner, con quien colaboró en una serie de guiones televisivos.
Su madre era una sufragista vegetariana (Berger prefiere no hablar mucho de ella porque está escribiendo un libro sobre ese tema); su padre, aunque venía de una familia judía, había entrado en seminario para convertirse en sacerdote católico cuando estalló la Primera Guerra y lo dejó todo para enrolarse en la infantería. La Guerra fue tan decisiva para él que permaneció cuatro años más en el ejército después del fin del conflicto, encargándose de las tumbas de guerra.
Los últimos libros de Berger (después de la obra teatral a cuatro manos El último retrato de Goya, escrita junto a Nella Bielski, que Berger considera una suerte de continuación de Un pintor de hoy, y de King, su última novela, para la cual exigió a sus editores que no figuraran su nombre y apellido en tapa), son sus Selected Essays, que abarcan cincuenta años de reflexión sobre arte y política, y The Shape of a Pocket, un conjunto más breve de piezas sobre sus pintores favoritos (ambos libros son de fines del 2001).
Berger debió aclarar a lo largo de los años a diferentes lectores húngaros de su libro que su Janos Lavin era un personaje ficticio y que los cuadros descriptos en el libro no existían. “El novelista busca actores que representen sin saberlo, y sólo para él, los papeles que ha inventado. Para hacer de Janos Lavin, elegí dos amigos míos: uno de ellos fue Peter Peri, escultor húngaro de la misma generación que Janos; el otro –para todas las escenas con temas de pintura– fue Friso Ten Holt, un pintor holandés de mi generación. Tengo con ellos una deuda inmensa, porque actuaron en mi imaginación con todos sus talentos y sus principios, pero no actuaron de sí mismos sino haciendo el papel de un desconocido llamado Janos Lavin, tal como yo hago el papel de un crítico de arte llamado John, que no soy ni era yo.”