Domingo, 28 de junio de 2015 | Hoy
La primera vez fue una nota para la ya extinta revista Mix. Una sesión conjunta: Charly García y Mercedes Sosa, en el hotel Sheraton. Nora Lezano esperaba en el hall de entrada: los divos tenían la suite. De pronto, Charly García salió del baño, atolondrado, pero en el camino vio a esa chica con su cámara, que esperaba. Volvió sobre sus pasos y la miró con “una de esas caras”. “Yo temblaba”, cuenta Nora. “Literalmente. Me dijo ‘vos me hacés acordar a alguien’. Lo dijo con una sonrisa y yo me aferré a eso, pensé, si sonríe le debo hacer acordar a alguien querido.” Como la nota era con Mercedes Sosa y Charly con ella se portaba divinamente, fue todo sencillo. Al final de la sesión, ya tirado en la cama y fumando, Charly llamó a Nora que juntaba sus cosas en el hall de la suite. “‘Dame tu teléfono’, me dijo. Y no sé de dónde me salió decirle ‘ok, pero vos dame el tuyo’. Intercambiamos números, yo le di los de mi casa y de mi trabajo. Y pensé que no me iba a llamar nunca.”
Pero llamó. Nora trabajaba de empleada administrativa y Charly le pidió hacer fotos un sábado, en su casa. Ella accedió, pero fue hasta el departamento de Coronel Díaz acompañada por su mamá: todavía vivía con su familia, en Tapiales. “Estaba muerta de miedo. Tenía ya unos 25 años pero igual me daba terror que estuviera de mal humor.” Charly estaba exultante así que la madre pronto se fue –nunca subió: esperó en la puerta– y Nora le sacó diez rollos antes de que él le preguntase: “¿Tenés problema en sacarme fotos desnudo?”. Nora no tenía. Bah, dice, tenía mi escudo protector. Y hace gesto de levantar la cámara.
Charly García es el rocker más fotografiado por Nora: la imagen de hombre descarnado con sus garras y sus heridas y su mirada entre profunda y enloquecida, las uñas pintadas, el esmalte, las piernas escuálidas cubiertas por medias, el aerosol en las paredes, los collages, la cama que lo sostiene, toda esa iconografía es la mirada de Nora Lezano. La relación que mantienen es intensa. En la muestra hay una secuencia de fotos curiosa: Charly García en una cinta de equipaje de aeropuerto, metido en posiciones demenciales en un avión... “Eso fue Cosquín”, dice Nora. “Bueno: yendo a Cosquín. El tenía que tocar a las 9 de la noche y cuando caí en la casa, al mediodía –me habían contratado para una cobertura de ese viaje y ese show– estaba de pésimo humor. Decía: ‘no voy’.” Convencerlo costó horas. Finalmente aceptó viajar, pero en avión privado. En Aeroparque le surgió otra demanda: whisky. Se lo consiguieron los pilotos, en el free shop.
La foto de arriba pertenece a una sesión para Rolling Stone. Nora había alquilado un estudio, con catering y maquilladoras. A la hora señalada, García llamó: “Venime a buscar”. Ella fue. Salieron juntos en taxi. Charly subió con una guitarra y un pequeño parlante, tocando a todo volumen. El taxi paró en Alem y entonces Nora abrió la puerta: quería fotografiar a Charly con su equipito. “El estaba tan al mango que el taxista quedó sordo. No escuchó que abrí la puerta ni me vio. Arrancó y me caí del taxi. Yo escuchaba los gritos de Charly, pedía parar, ya no tocaba. Yo estaba en la calle: la cámara se abrió. La rescaté, me dolía todo. Subí llorando, toda raspada, y Charly me abrazó, me dio besos y me dijo: ‘Sos igual que yo, no medís el peligro’. Cuando llegamos al estudio quiso usar mi remera, que es la que lleva puesta, la que dice ‘kick me’ (pateame).”
¿Cómo es fotografiar a Charly García? “Es alto riesgo. Me encanta, me vuelve loca de placer.”
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