Domingo, 30 de septiembre de 2007 | Hoy
Por Olivier Père
Debido a la brevedad de mis estadías en Buenos Aires, nunca he visto una película en sala Leopoldo Lugones y, sin embargo, esta sala de cine tiene a mis ojos una importancia y una significación particulares. Su lejanía geográfica –vivo en París– y su curiosa arquitectura, encaramada en un elevado piso de ese inmenso buque urbano que es el Teatro San Martín, la hacen un lugar único que, para mí, lejano visitante, pertenece tanto al sueño como a la realidad, más a la imprecisión del recuerdo que a la exactitud de los hechos.
Si la sala Lugones tiene esa aura casi mágica, es también porque está asociada a las espléndidas películas de Lisandro Alonso que tuve la felicidad de presentar en la Quinzaine des Réalisateurs, Los muertos y Fantasma. Imaginé las proyecciones de Los muertos” en la Lugones, después de su presentación en Cannes. Descubrí esas imágenes de proyección en la siguiente película de Lisandro, Fantasma, y luego me imaginé de nuevo las proyecciones de Fantasma en la Lugones. Esta experiencia de una sala de cine como espacio activo de la creación cinematográfica de un país, representada en la obra de su más apasionante cineasta, es algo fuera de lo común. Desearía rendir homenaje al trabajo del director de la programación Luciano Monteagudo, compañero de ruta imprescindible del joven cine argentino, cinéfilo ferviente. Ya que la Lugones no solo es una sala simbólica, ni un decorado digno del Tati de Playtime o del Kubrick de 2001 (suerte de regreso hacia un futuro que pertenecería al pasado): es un cine que cumple de maravillas sus funciones: mostrar la historia del cine y sus obras maestras a las nuevas generaciones de espectadores, militar también por el cine contemporáneo y sus mejores autores, y quizás por el cine de mañana. Fue para mí una emoción y un honor organizar, por iniciativa de Luciano, un homenaje a la Quinzaine des réalisateurs en la Lugones en marzo 2007, con una selección de películas francesas inéditas. Esta colaboración franco-argentina, coronada por el éxito de público, me incitó a preparar eventos de este tipo en otros países en 2008, año en el que nuestro festival festejará --él también-- su 40° aniversario. Mientras, espero poder pronto ver finalmente una película en esta sala cuya influencia va más allá de las fronteras de Argentina.
Olivier Père es el Délégué général de la Quinzaine des Réalisateurs, Cannes
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