"Te mataré con mi hijo en la mano", dispara Gelman desde la trinchera de la poesía, una madriguera que sirvió en tiempos de resistencia a la lucha, y ante la iniquidad del armisticio, desarmado hasta los huesos, herido de muerte, donde más duele y nunca cicatriza, le permitió encontrar alguna clase de refugio. Probablemente sea el flamante premio Cervantes el ejemplo más acabado de ese arte que sangra, de ese modo sublime de traducir el horror en formas comprensibles al entendimiento humano. Quizá Gelman sea sí, el más conocido de los poetas que dialogó abiertamente con el espanto de la dictadura y sus fantasmas. Probablemente sea también el que mejor lo hizo. Pero sin duda no fue el único. La poesía tuvo la suerte que no tuvieron tantos otros, treinta mil: sobrevivió.

En la semana aniversario del Golpe, el Museo de la Memoria y la Editorial Municipal de Rosario presentan un libro que reúne los poemas de dos mujeres, dos madres que hablan desde esas mismas e inclasificables profundidades desde las que habla Gelman: el hijo perdido, muerto, arrancado para siempre y de raíz. Y la angustia de sobrevivir. Y hacer un arte del simple acto de levantarse cada mañana, y poder respirar. De los dramas cotidianos que acarrean las ausencias inesperadas. Pero también habla de la lucha, del aguante, de la búsqueda, de la militancia memoriosa.

Todo te sobrevive, de Elena Lucas de Belmont y Poemas, de Marta Claverie de Hernández, son dos poemarios reunidos en un solo libro, diversos quizá en sus formas pero semejantes en sus fondos.

Con el espíritu de rescatar esas otras voces de las madres, no ya las aguerridas de la Plaza 25 de Mayo, sino esas otras voces de entrecasa, delicadas, maternales, las que cantaron canciones de cuna, que contaron cuentos, que retaron con cariño --esas "gargantas de la vida", como define a sus compañeras de dolor Elena--, es que el Museo de la Memoria y la EMR, aunaron esfuerzos para publicar este primer (¿único?) tomo.

"De mis sueños dulcísimo habitante,/ obstinado inquilino de mi sombra/ tu voz me llama pero no me nombra,/ y tu sonrisa se tornó distante", le escribe Marta a su hijo Juan Sebastián. "Merodeas los días y la suerte/ de mi dolor, en tierra marejada./ Con aire de partida y de llegada/ me llevas en la vida por la muerte".

Así frente a la peor de las incertidumbres la poesía aparece no sólo como una manera de conjurar el miedo, de denunciar la infamia, sino también como un modo de exorcizar los fantasmas y decir en voz alta ese secreto a voces: no hay amor más grande que el que se siente por un hijo.

"Cierro los ojos./ Una paloma sube por mi llanto./ Todo te sobrevive, hijo,/ en ese canto". Elena Lucas de Belmont falleció hace dos años, casi treinta después que desapareciera su hijo, Carlos Alberto. Ahora ambos sobreviven en la poesía.

(Todo te sobrevive y Poemas se presentará mañana a las 19, en la sede del Museo de la Memoria, Av. del Valle y Callao. En el mismo acto se presentará Procedimiento La Perla, de Susana Romero Sued, ver recuadro).