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Lunes, 23 de octubre de 2006

CULTURA / ESPECTáCULOS › "MADRES CON RUEDAS", EL NUEVO DOCUMENTAL DE MARIO PIAZZA

Toda una carta de amor para Mónica

El cineasta rosarino es coautor con la protagonista, su esposa, de un film que registra los modos y estrategias que activan las personas privadas de movilidad para seguir celebrando la vida.

 Por Emilio Bellón

Se puede considerar todo una gran iniciativa que valoriza al complejo del cine Monumental, el hecho de que uno de los films que figura en cartelera -y que no está sujeto a la distribución de las imponentes firmas-, sea de realizadores del medio local. Y en tal caso, subrayar además que esta realización de Mónica Chirife y Mario Piazza, Madres con ruedas, pone en primer plano los alcances del cine documental, entendido este no como un recorrido informativo, sino como un cruce de numerosos aspectos. Quien se acerque a la sala podrá ver en la primera puerta, desde una mirada de izquierda a derecha, el afiche del film que nos muestra en un gesto de abierta ternura, a una madre junto a su hija.

Una madre -la coautora de esta tan recomendable pieza cinematográfica- que se ubica en la fila del coautor Mario Piazza, quien cuenta ya con una producción que habla de su búsqueda y de su particular mirada sobre el cine llamado documental; un acercamiento que nos ha ofrecido uno de sus más entrañables films, que apela a la memoria como apuesta para construcción de un futuro digno: La escuela de la Señorita Olga, un recorrido﷓homenaje en base a testimonios, imágenes de época y de gran vuelo lírico, semblanza y legado de sus maestras, víctimas del autoritarismo fascistas, Olga y Leticia Cossetini.

Decíamos, entonces, que ya el estar frente al afiche, veíamos que la figura de una madre junto a su hija, permitía ver la silla de ruedas que define ese instrumento de acercamiento y comunicación, que caracteriza a todos aquellos que están privados de sus propios medios. Situación que, no obstante, no actúa como un condicionamiento límite, sino que ha llevado a quienes padecen de similar dolencia hayan tenido que activar otros modos, otras estrategias, por lo que, todo el film, se va construyendo como una celebración de la vida.

Si bien el film Madres con ruedas comparte su dirección entre quienes forman una pareja en su propia vida personal, el relato se abre con una serie de interrogantes, que van desplegándose a lo largo de una hora y algunos minutos más. Así, ya desde el inicio, escuchamos ya la voz en off del propio Mario Piazza, quien apela a nosotros desde una expresión que en sí toda una indeclinable duda: ¿quién escribe el guión de cada vida? ¿Cuáles son las fuerzas, factores, que determinan los cambios que siguen la vida de uno?

Realizado con el apoyo del Centro Audiovisual de Rosario, siempre a cargo de los ya reconocidos meritoriamente Festival Latinoamericano de Video, UNESCO y el Instituto Nacional de Cinematografía, este film retoma aspectos de A borde de un carrito (1981) y los inscribe en páginas más personales del propio Mario Piazza, desde una perspectiva que le ha permitido, tanto a él como a su compañera de ruta, seguir de cerca la espera de un hijo. Pero en este caso, el film se va abriendo hacia otros rostros de tantas mujeres que viven una situación análoga, que les va marcando su estar sobre una silla de ruedas.

Desde confesiones a cámara sobre las motivaciones de la pareja, desde espacios que desocultan los ámbitos de la casa familiar, desde las hora en las que Mónica está volcada sobre la tela y sus colores, Madres con ruedas escenifica la cotidianeidad desde un recorrido que, partiendo de lo biográfico, se va internando en temáticas tales como prejuicios, reivindicaciones, proyectos de vida de proyección social.

En el film están equilibradas las miradas sobre las motivaciones personales de sus realizadores, igualmente actores del mismo, y las puertas que se van abriendo para conocer a otras tantas mujeres, a otras tantas madres, que nos van entregando otros recortes de sus vidas. El transcurso del tiempo está pautado por objetos, escenas atmosféricas, exteriores de espacios urbanos, la espera y el nacimiento, el último intento, del bebé. Así, los primeros días y meses, los primeros meses y años de María Victoria, la hija de ambos, va permitiendo reconocer otra mirada generacional que se une a las de los niños de otras madres, que viven una situación compartida con Mónica.

De una gran fuerza interior, que conmueve desde su tratamiento sin imposturas, el film de Mario Piazza y Silvia Chirife va narrando, simultáneamente, los distintos momentos a partir de una selección de temas musicales que enfatizan situaciones y crean sugerentes climas. Por momentos, el film tiene el movimiento de la hamaca en la que María Victoria, ante los ojos de su padres, ensaya su estar en el mundo. En otros, el relato tiene la impronta de una gran huella, como la que busca Mónica de su hija, fijando su planta del pie, coloreada, sobre la hoja blanca.

Así, en un espacio delimitado por lo que desde el prejuicio considera "el no poder ir más allá", Madres con ruedas ubica a la danza en el centro de la escena, al ritmo de la música, al movimiento acelerado que la cámara traduce por distintos lugares de la ciudad, como expresión de vida, de euforia de deseos.

Mónica y Mario nos invitan a compartir su deseo por la vida, por las vocaciones, por los afectos. En un pasaje, el propio Mario Piazza nos hace suyo un concepto sobre el cine documental, que se manifiesta en este tan sincero film: "Un documental condensa hechos y emociones, que en la vida están extendidos en el tiempo". Y así vemos aspectos de una jornada, que tal vez se repiten a lo largo de una semana, en Mónica haciendo sus recorridos diarios, dialogando con sus vecinos, con los vendedores de frutas y carnes, pintando, jugando y soñando junto a su hija, con quien comparte como otras madres sus itinerarios.

Madres con ruedas (que necesita de nuestra presencia en la propia sala y esto es en sí todo un desafío) se puede pensar como, según la voz del propio realizador, "esa carta de amor que nunca llegué a escribirle a Mónica".

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Los coautores Mario Piazza y Mónica Chirife junto a su hija María Victoria. Prejuicios, reivindicaciones, proyectos de vida, forman parte de esta realización.
 
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