Miércoles, 5 de noviembre de 2008 | Hoy
Por Daniel E. Greco
Recibí una orden del general de erradicar a los alzaditos de la zona. ¿Di ánde?. Yo los reinserté, los cristiané, los embriagué, los inicié en el complejo circuito de las bailantas y las juntas doble A. A esta altura son como... mis hijos (unos hijos que me salieron medio torcidos, pero también una cría hermosa de la que me puedo enorgullecer).
A mí me tratan como a un santo, un apóstol, un obispo, un cardenal, un moretón. Me doy vuelta para agarrar un mate, me acomodo el quepís, me floreo ante el espejo para ver cómo me calza el uniforme, me agacho para atarme un cordón y de la nada surge un alzadito que me pide: "la Bendición, tatita". Me estremecen, me estrujan, me conmueven, me roban, me alquilan, me sobornan, me subemplean el corazón. Es por eso que por su vivaz estampa y al ser como niños son para mí como... unos infarrrtojuveniles.
Y su adicción a las bebidas espirituosas me enternece. Son como amigazos para mí. Los compañeros ideales de cualquier chupandina. ¡Cómo lloramos todos al nombrar "conductor designado"! Todo mi espíritu patriótico, todo lo que hay en mí de irredento, de indomable, de sotareli, de imbécil se lo debo a estos tránsfugas de la alcoholemia.
¿Qué sabe el general lo que es lidiar con estos salames? El está cómodo en su oficinita, mirando pasar hacienda ajena, haciendo argollitas con el humo de sus puros, poniendo las patas sobre el escritorio y dando órdenes. El que está tan alejado de la realidad como un espectador de una obra de Ibsen, como un comedor de pochoclo a lo Bretón, un engullidor de tutuca contemplando los relojes derretidos de Dalí.
Porque amigazo, como dijo Descartes: La única verdad es la realidad... y ya me calenté. Como dijo Rousseau después de lastrarse un perro: ¡Guau!
Yo tengo una perspectiva de conoisseur que me permite mirar estas cosas de arriba. No me voy a andar floreando de multifacético delante de estos obtusos que porque le dan un mando ya se creen con derecho a disponer. ¡Yo conozco el Atlántico de las dos orillas, de las dos márgenes, de las dos sangrías! Y puedo dar un concepto valedero. Las dos son fierazas. Y lo digo porque a mí el agua me da pavor. En los barcos vivo descompuesto con los movimientos. Tengo que hacer todo el trayecto dopado. ¡Me duermo cada siesta! Que para despertarme, a veces ni entre cuatro. Veo el mar y me acuerdo de algún cuento de naufragios del Jack London... Más vale me acuerdo del libro Naufragios del Alvar Nuñez Cabeza de Vaca. Que la expedición ésa pasó un hambre... se alimentaban con bayas... vaya uno a saber con qué se alimentaban. Y al Alvar Núñez los indios lo tenían como un sanador... Pasaron tantos padecimientos... Que yo acá soy como Maradona. El futbolista no. El médico que curaba a los pobres. Todo da vueltas en esta vida. Concretando, yo soy para los alzaditos como un Alvar Núñez Cabeza de Bafle.
¡Qué me van a venir a prepear que los diezme! Acuerdese que después la historia nos va a tener como unos genocidas. ¿Y qué sería de Borravino sin los alzaditos? No tendría compañeros de juerga y estaría limitado a la rutina de su matrimonio sin charme. Porque como dijo el sabio Fontanarrosa: "cuando el tacto vale más que el sentimiento, la amistad de la orgía no es sincera". Y, si lo dijo el sabio... yo no soy quién para desmentirlo, para tergiversarlo, para descontextuarlo, para... para pa pa pa pán. "De todo negro de Habana/ yo soy el negro más guapetón...". Es que tuve una entrevista con Fidel que ya andaba con ganas de renunciar... y, de paso me corrí hasta lo de Lezama Lima, que está rejuntando unos textos para editar un libro... Creo que se va a llamar Paradiso. Ahora, el paraíso bola que está por J.J. Paso al 1000... ¡Qué frescor que da". A su sombra, tomando el buen tereré, un día me dormí. "Dormí el tiempo que habitualmente en el día estamos despiertos". Cuando desperté, tenía un alzadito gurí bajo la axila izquierda que me pidió: "La bendición, Tatita".
Así que yo me voy a hacer el tarúpido, voy a dejar caer las órdenes desatinadas en saco roto, en bolsita de polietileno reventada, en pozo sin fondo, en aljibe, en el bache de José Ingenieros al 1800, voy a hacer mi voluntad, tomaré un atajo, daré un rodeo, haré mi "experiencia oblicua", volveré a pie de La Florida, comiendo pochoclo y convidando a los pibes que transitan los crepúculos de domingo y como dijo un famoso tecladista de Casablanca: "¡Que se pudra todo, fiera!".
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