Martes, 7 de marzo de 2006 | Hoy
Con asombro escuché sus palabras en el recinto del Concejo referidas al tema migraciones y compré luego el diario para confirmar si había escuchado bien, negándome a aceptar que pueda usted considerar "una amenaza para la ciudad" la migración interna de comprovincianos del norte que aspiran a radicarse en Rosario.
Sr. Intendente, quisiera que se haga la misma pregunta que me hago desde hace años respecto a qué hicimos como generación para evitar que nuestras poblaciones del interior deban abandonar sus terruños y embarcarse en la aventura del éxodo interno en procura de mejorar sus condiciones de vida.
Los indigentes que revisan el contenedor de residuos domiciliarios frente a mi casa, me producen una sensación de angustia que nada tiene que ver con su alarma ni constituyen una amenaza, pero sí comparto con usted que vienen corridos por la miseria, la misma miseria que frente a nuestra indiferencia dejamos crecer por no haber sabido dar respuestas con propuestas y programas convocantes en nuestras agrupaciones políticopartidarias.
Si le preocupa no estar en condiciones de brindarle a nuestros pobres compatriotas una recepción adecuada, revise sus cuentas de presupuesto y comprobará que sin afectar a los que menos tienen, las inconsultas modificaciones de la TGI podrían haber servido para modificar la injusta distribución de las cargas, haciendo que algunos poderosos sectores se hagan cargo de devolver parte de sus abultadas ganancias para este cometido.
Sepa Sr. Intendente, que al igual que en el inicio de la década del 70 frente al explosivo crecimiento de la construcción, algunos corruptos empresarios del sector buscaron y buscan mano de obra barata entre estos chaqueños, formoseños y comprovincianos del norte a los que incluso los trasladaron y trasladan en camiones ofreciéndoles trabajo, casi siempre en negro, mal remunerado y en pésimas condiciones de seguridad laboral.
No es un problema de recursos, es un problema de acometer soluciones de fondo a los problemas de exclusión social y dar respuesta adecuada a ese tema de la asimilación que tanto le preocupa, porque los peones que vienen a los montes de Oliveros y cruzan en canoa el Carcarañá para ir a talar eucaliptos para Celulosa, no eligieron vivir en la indigencia, los llevaron a eso.
Nuestro país no es un país en crisis, es un país con una injusta distribución de la riqueza, la misma riqueza que estos marginados han contribuido a generar con su diario, agotador y mal recompensado trabajo.
Angel M. Contestí
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