Jueves, 14 de agosto de 2008 | Hoy
PSICOLOGíA › INCREMENTO DEL CONSUMO DE SUSTANCIAS TóXICAS
Por Raúl Vera Barros*
¿Cómo explicar el aumento incesante del consumo de sustancias tóxicas que se da en nuestra época, en nuestro medio y a escala global? ¿Hay que buscar las causas en las drogas mismas, en coordenadas sociales, culturales, políticas y económicas o en factores íntimos?
Los cada vez más numerosos casos que llegan a la escucha analítica, sea en el consultorio particular o en los centros de salud, presentan gran variedad en la edad, en la inserción social, y en el sexo. Según los casos hay preferencia de una droga única o hay usos múltiples, y a veces combinados, de dichas sustancias. Entre éstas se incluyen tanto las llamadas ilegales como las de libre circulación, como el alcohol.
Añadimos a esta descripción del fenómeno actual las medicaciones de las que se abusa, con y sin receta, y que van desde los distintos psicofármacos hasta las pastillas que tratan disfunciones sexuales, consumidas masivamente por jóvenes que no las requieren por ningún trastorno concreto, y que las obtienen clandestinamente para un uso al que se ha denominado "festivo".
Sabemos que varias de las sustancias que hoy circulan en el tráfico de drogas eran empleadas en otras culturas y épocas, en rituales religiosos o de significación social. También que fueron un medio vivencial o de exploración de artistas y pensadores, en estos casos siempre de un modo singular.
Lo anterior nos da la pauta de que no hay que buscar la causa del fenómeno actual precisamente en la sustancia misma. Porque lo inédito no es la sustancia sino la manera masiva y anónima en que se impone el estrago de un consumo desregulado, carente de cualquier significación social (con excepción, quizá, de algunos rituales de iniciación), y constituyendo uno de los negocios más lucrativos del planeta.
No encontramos la causa del fenómeno en el tóxico, pero sí podemos en cambio hallarlas en los sujetos. En efecto, podremos obtener algunas particulares respuestas sobre estas y otras preguntas; o al menos obtener en principio una interrogación certera en la que el sujeto se implica y que le permite tomar distancia de su padecimiento ciego. Está claro que estas respuestas y preguntas no podrán generalizarse; no valdrán para cualquier otro caso pero sí para comenzar a dar cuenta de la propia economía subjetiva de un ser hablante, del modo como trata a su cuerpo, del lugar que toma respecto del lazo social, y de las estrategias que a partir de allí puede implementar para arreglárselas mejor con su vida.
También encontramos algo de la causa del fenómeno en las coordenadas sociales, culturales, políticas y económicas de la hora, dado que el sujeto mismo no es un sujeto aislado, sino que hace pie en su época y su medio, es decir, en el lazo discursivo y las coordenadas sociales, culturales, políticas y económicas.
*Co-Director de "Toxicomanía y Alcoholismo-Rosario", de la "Red-TyA" del Instituto del Campo Freudiano, y miembro de la Sección Rosario de la EOL y de la AMP.
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