Jueves, 5 de julio de 2007 | Hoy
PSICOLOGíA › SOBRE EL MODO QUE IRRUMPE LA URGENCIA SUBJETIVA
La autora del libro "Los husos de la subjetividad" dictará un seminario interactivo que llamó "El síntoma como bricolage. Un nudo de signos". Aquí se transcribe su fundamentación.
Por Silvia Szwarc *
Lo que se intentará en este seminario, es cernir el modo singular en que irrumpe -para el que llega a la consulta, sea institucional o privada- lo que se ha denominado urgencia subjetiva; modalidad temporal que corresponde a la emergencia o a la inserción de un traumatismo, como señala J.A Miller en la clase inaugural de su curso 2006. De ella resulta un anudamiento peculiar, entre la emergencia de un real -el cuerpo- y el inconsciente del que se soporta un sujeto que es necesario situar.
El psicoanálisis debe su invención al genio de Freud, que hace del síntoma histérico un híbrido; un montaje en donde el cuerpo no es el de la anatomía, pero sí se corresponde con metáforas del lenguaje cotidiano que dicen del cuerpo y donde ese decir -que depende siempre de la historia singular- resuena en la parte produciendo extraños efectos o inhibiendo las funciones más vitales. La complacencia somática es una condición necesaria pero no suficiente para Freud, ya que no permite dar cuenta del síntoma histérico, punto de quiebre donde el saber médico ha fracasado.
La histeria y su síntoma se constituyen en paradigma organizador que permiten una lectura de la experiencia analítica, al mismo tiempo que la producción de efectos sobre esa misma experiencia.
Lo que hemos llamado "paradigma organizador" dice de la condición de posibilidad de la experiencia analítica como tal, ya que la histeria es el nombre del lazo al Otro que hizo posible el inconsciente freudiano. Sin embargo, lo que está en juego en cada dispositivo de consulta y tratamiento (CPCT) no es el inconsciente transferencial sino la posibilidad de llegar a un momento de concluir, a partir de la vía de la prisa que abre el instante de ver: el del encuentro traumático.
De la urgencia subjetiva que implica la modalidad temporal del advenimiento o la inserción del trauma al encuentro con un analista, la maniobra es cernir lo que ha emergido: el inconsciente real como irrupción de lo real sin ley.
Y lo real sin ley, lo disruptivo, encuentra en la alucinación un correlato. En la enseñanza de Lacan, ese modo errático que el hombre de los lobos ilustra con la alucinación del dedo cortado encuentra en la psicosis el referente donde otro aparato de síntoma que no es el Nombre del Padre permite mantener juntos Real, Simbólico e Imaginario.
La hegemonía de la clínica del trastorno, tal como se establece en los manuales de consulta, ubica el real en juego como un real biológico y no traumático. El síntoma como trastorno pasa a transformarse en una ruptura de la homeostasis por déficit o por exceso a nivel del organismo, que el fármaco permite restituir.
El aplanamiento operado sobre el bricolage que constituía el síntoma, borra su singular relieve y el ser hablante enmudece. A partir del modelo estímulo-respuesta se intenta recrear el estrés post-traumático. La noción de resiliencia -que permite la supervivencia en las condiciones más adversas- es investigada y extendida en campos disciplinarios muy diversos, como el que ilustra el artículo "Stress and Resilience: Implications for Depression and Anxiety", de la revista digital Medscape que pondremos al trabajo.
La neuro-tecnología propaga -en los lugares donde se teje la subjetividad- que a nivel molécula neurotransmisor, no hay culpa ni goce ni nada más que saber fuera del laboratorio.
Este paradigma permite entender aquello que de la ciencia ha modificado la ética y "qué ha caminado en las profundidades del gusto para que la vía abierta por Freud sea impracticable". Estamos tomando el texto de J.Lacan, "Kant con Sade" en donde señala: "En cambio consideramos que el tocador sadiano se iguala a aquellos lugares de los que las escuelas de la filosofía antigua tomaron sus nombres: Academia, Liceo, Stoa. Aquí como allá se prepara la ciencia rectificando la posición de la ética. En esto, sí, se opera un despejamiento que debe caminar cien años en las profundidades del gusto para que la vía de Freud sea practicable. Cuenten otros sesenta más para que se diga por qué todo eso".
* En Comunidad Rusell.
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