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Viernes, 3 de septiembre de 2010

Un GPS para safo

Que los gays no tienen el monopolio de la soledad y del deseo son las razones que esgrime el creador de Grindr para anunciar el lanzamiento para fines de 2010 de las nuevas versiones (no queda claro si serán dos). Mientras el invento llega a estas tierras, Susana Guzner y Flavia Company fantasean con la idea.

 Por Susana Guzner

—Nena, oigo un “cri, cri” entre tus piernas, dale aceite —se carcajea mi hermano Lucas.

¡Cabrón, siempre tomándome el pelo! Acabo de revelarle que hace mucho no hago uso y me siento como oxidada allá. Dolida, se me pianta un lagrimón. Tanguera que es una. Pero muy en el fondo no es mala gente y ya está tecleando en su celular a tal velocidad que saltan chispas. Me mira de reojo y bombardea expresiones como Grind, iPhone, vía inalámbrica bluetooth, GPS, EPE perfecto, CMG ídem, bien, un toque más...

—¿Qué estás haciendo? —pregunto recelosa.

—Adaptando mi programa Grindr, regalito para una sister necesitada. Sólo hay una versión para chicos, una pasada última onda tecno, es genial, localiza candidatos en su posición geográfica exacta, waw, enter y ¡Listo! Lo redireccioné a tu chat de nenas, o sea que ya estás yéndote a ligar. Solo hoy ¿eh? Mañana sábado salgo de safari.

Lo único que entiendo es que se trata de un GPS como de coche en versión torta. Oprimiendo esta y aquella tecla aparecerán en pantalla las coordenadas de situación de eventuales ligues. Me da mucha vergüenza pero también mucha risa y me revuelco atacada en el sofá. Tanguera que es una.

Azuzada por él (“Andando, es de noche, la hora del lobo, perdón, de la loba”), me visto para salir, rojito en la trompa, perfume y a la calle. En el taxi que me lleva al centro mi corazón es un tambor desquiciado repicando rataplanes. Entro en la primera cafetería que encuentro decidida a probar el invento y apenas afloja el tembleque activo el celular-GPS, pudorosa, por debajo de la mesa. Minutos después en el plano de la zona titila un puntito rojo móvil. ¡Bingo, y a unas pocas calles! Esto es magia pura, una de mi chat, imposible perder la ocasión ¡Qué nerviosss! Recuerdo las instrucciones de mi hermano. “Y entonces, ¡zas! Un SMS invitándola a un encuentro.”

¿Pero qué le digo? El punto se aleja, la voy a perder, es ahora o nunca. Tecleo balbuceante: “hla, aki lokita3 esty en la Boston nos vems?”. Y a esperar. Acomodo cien veces el trasero a la silla, controlo la puerta y la pantallita girando el cogote como un tucán, estoy sudando.

¡Se detuvo, el punto está estático! ¿Lee mi mensaje? Emoción, suspenso. ¡Viene en esta dirección, alucinante! Pido un café sacudiendo los brazos cual bailaora flamenca, el tambor cardíaco redobla a mil, quiero huir despavorida y también quedarme, despavorida. Ojalá haya pescado a Krueladevil, es una delirada, me encanta. Cien metros, diez, cero... Entra. Media melena rubia, unas botas divinas, viene directamente hacia mí y se sienta sin previo permiso.

—¿Lokita3?

Asiento con la cabeza. Voz grave, casi no tiene tetas, lástima, pero una sonrisa perfecta, piercing en la lengua. ¿Cuál de ellas será? Logro hablar.

—Hola, me disculpo si...

Me interrumpe con delicadeza.

—Tranqui, iba sin rumbo. Inventazo el Grindr, funciona de lujo ¿verdad?

Tiene un toque raro, indefinible. Rápido, algo para decir, aparento ser una entendida consumada.

—Inventazo, sí, no falla. ¿Y tu nombre es...?

—René, para servirte y va con doble juego, jaja.

—No me suena... Bah, el caso es que nos localizamos.

—¡Sí, cool! No pensé que te fuera lo travesti, muy logrado tu look, da un morbo que no veas.

¿Travesti yo? No es que me importe, pero primera vez que me lo dicen. Además ella es más travesti que yo, no es que me importe, pero... Me trabo, se me acabaron las pilas.

—¿Por qué el nick? —habla con seguridad, se ve muy a gusto—. En mi menú te tengo como Lucas.

Un rayo fulminante atraviesa mi confuso cerebro. ¡Lo mato, agárrenme porque lo mato! Este René es varón, gay o simpatizante y abonado al programita cazatalentos masculinos. El canalla de mi hermano me ha propinado la peor de sus continuas bromas pesadas con su parodia del GPS lésbico y yo soy una reverenda idiota.

Suerte que el tipo es un encanto. Acerca su silla y me abraza mientras lloro a mares. Tanguera que es una.

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