Viernes, 11 de junio de 2010 | Hoy
Por Fern Bliss
Florida, 2002. Mi pareja, Becky, y yo estamos visitando a Emma, su tía de 95 años que vive sola en una casa pequeña de country, pero en un terreno demasiado grande para una mujer de esa edad. Si sobrevive un año más, la casa será de ella, pero si muere antes de diciembre de 2003, la sucesión pasará a manos de un hijo de Richard, producto de un matrimonio anterior. Emma nunca tuvo hijos.
Becky y yo sí tenemos una hija: Phoebe. Becky dio a luz a Phoebe en contra de todo: la edad de Becky (cuarenta) y el semen (freezado). El endocrinólogo dijo que las chances de que concibiera por inseminación eran de un 5 por ciento. Un mes después estaba embarazada.
En realidad no estamos acá para visitar a la tía Emma sino para la fiesta sorpresa de 60 años del tío de Becky. Pero Becky, antes de salir, dijo: “Si no veo a Emma ahora, probablemente no la vea nunca más”. Así que acá estamos, dejando nuestro cómodo hotel, con pileta, gimnasio, guardería las 24 horas, para tomar un brunch con la tía Emma.
La tía Emma es importante para Becky porque es la única de su generación que sabe que es lesbiana. Becky no se lo contó ni a su abuela, y cuando su tía se enteró del embarazo su comentario fue que estaba arrepentida de no haber tenido hijos. Nos bendijo a nosotras y a nuestra familia.
No me siento para nada incómoda por conocer a la tía Emma. Son los countries los que no me gustan, la gente que paga grandes sumas de dinero por exclusividad. Me recuerda que no soy millonaria, y que formo parte del grupo de personas que ellos excluyen.
“Esta es mi sobrina de Nueva York”, dijo la tía Emma orgullosa como un pavo real, y yo me sentí halagada, pero no estoy segura de que se diera cuenta de que era yo a quien vio primero, porque Becky y Phoebe habían ido al baño. Se me hizo eterno ese tiempo. Cuando vinieron, la tía Emma empezó a mover a Phoebe por todo el club house donde íbamos a tomar el brunch. Todo el mundo festejaba a Phoebe quien, si tengo que decir lo que pienso, es irresistible con sus rulos, sus brillantes ojos azules y su sonrisa gloriosa. Pedimos café, tostadas y bagels. Somos todos judíos excepto Phoebe, que es mitad judía porque no conseguimos donantes disponibles.
El cuarto explotaba. Doscientas mujeres jugando a la canasta. Phoebe se reía y balbuceaba excitada. Cuando atravesamos la alfombra roja, todas habían girado la cabeza para vernos.
–¿Quién sos vos? –me preguntó una mujer sosteniendo sus cartas.
–Estamos visitando a Emma Rosenbloom –le anuncié.
–No, ¿quién sos vos? –repitió.
–Mi nombre es Fern y ésta es mi hija Phoebe.
El cuarto hizo silencio.
–Pensé que la otra era la madre –me dijo la mujer sin borrar la sonrisa.
No había nada que hacer más que decir la verdad.
–Las dos lo somos –le dije–. Yo también soy su madre.
–Oh –dijo la mujer.
Y con eso, el cuarto volvió a su ruido habitual, las mujeres volvieron a su juego.
“Si hubiera sabido, nunca la hubiera llevado de nuevo a Phoebe. Ahora arruiné la reputación de la tía Emma porque todo el mundo sabe que tiene una sobrina lesbiana.”
“¿Y cuál es el problema?” Becky estaba aterrorizada.
Cierto. ¿Cuál es el problema? Teóricamente se los dije en la cara, hice una soy-gay-y-estoy-orgullosa-de-serlo performance. Una vez más, me salí del centro.
Becky siguió: “¿A alguien le importó?”.
“No pareció –le confesé–. Pero la mayoría seguro que no escucharon.”
“Te escucharon”, dijo Becky.
Una semana después, cuando ya estábamos de nuevo en nuestro agradable y gay friendly hogar en Brooklyn, Becky recibió una llamada de Florida. Tía Emma le dijo que las mujeres de la canasta no paraban de hablar de Phoebe, de lo hermosa que era, de cuán afortunada era Emma y cuán lindo había sido conocer a su familia.
“Noventa y cinco años de sabiduría cuentan”, le dije a Phoebe, para recordarme a mí misma que tengo 41.
Testimonios recogido por Harlyn Aizley en su libro Other Mother.
(La otra madre. Confesiones de madres no biológicas y lesbianas) Beacon Press, Boston.
Testimonios recogido por Harlyn Aizley en su libro Other Mother.
(La otra madre. Confesiones de madres no biológicas y lesbianas) Beacon Press, Boston.
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