Jueves, 17 de marzo de 2011 | Hoy
13:07 › RADACIONES POTENCIALMENTE LETALES
Helicópteros, equipos de bomberos y la policía, y camiones cisterna del Ejército nipón trabajan junto a los empleados de la operadora Tokyo Electric Power (TEPCO) en la central nuclear de Fukushima, hasta donde la radiación se los permite, para enfriar los reactores más afectados y tratar de alcanzar la piscina de combustible usado del sector 4, sobre la que los expertos extranjeros advirtieron ayer que de secarse podría provocar niveles "extremadamente elevados" de radiaciones. TEPCO espera restablecer la corriente eléctrica de la central nuclear, lo que "permitiría activar las bombas para enfriar los reactores y llenar las piscinas". Mientras Japón lucha, el pesimismo aumenta en todo el mundo y las embajadas llaman a retirarse del norte del país y de Tokio. La situación es grave para los 500 mil damnificados que enfrentan el desabastecimiento. Un corte de energía eléctrica a gran escala podría afectar al este del país si no se reduce el consumo.
Pese a los esfuerzos, TEPCO indicó que no podía determinar la cantidad de agua que entró en la piscina porque sus responsables no podían verla. Ayer, el presidente de la Autoridad Estadounidense de Regulación Nuclear (NRC), Gregory Jaczko, fue uno de los que advirtió que la fusión de combustible podría provocar la emanación de partículas radiactivas provocando una catástrofe como la de Chernobyl.
La policía había comenzado durante la noche a lanzar agua sobre la sobrecalentada piscina de combustible usado del reactor 3, pero el agua resultó ser insuficiente y la elevada radiación obligó a la policía a suspender las tareas. También sobre el reactor dañado varios helicópteros lanzaron 30 toneladas de agua, pero esta operación no bajó de forma significativa los niveles de radiación en torno al reactor. Después, cinco camiones cisterna del ejército, que pueden operar sin que los soldados deban salir de los vehículos, fueron enviados al lugar con 30 toneladas de agua para el enfriamiento del reactor.
El presidente estadounidense Barack Obama propuso enviar más expertos nucleares a Japón, en una conversación telefónica con el primer ministro japonés, Naoto Kan. Francia también presentó una "oferta de cooperación masiva". El Instituto Francés de Radioprotección y Seguridad Nuclear (IRSN) afirmó el miércoles que las 48 horas siguientes serían cruciales.
Ante la amenaza de un accidente nuclear de gran magnitud, numerosas embajadas recomendaron a sus ciudadanos que se alejasen de la zona y que se replegasen hacia el sur, en la región de Osaka, o que partieran de Japón. Gran Bretaña, Alemania, Suiza, Italia y Australia también aconsejaron a sus ciudadanos que partieran del norte y de la región de Tokio. Francia, Bélgica y Rusia enviarán aviones adicionales para evacuar a las personas que quieran partir de Japón.
Por su parte, China pidió a las autoridades niponas informaciones "puntuales y precisas" para calmar a una opinión pública preocupada por la eventual llegada al país de emisiones radiactivas. La embajada norteamericana estableció la zona de riesgo en 80 kilómetros alrededor de la central nuclear. Las autoridades japonesas fijaron por ahora un perímetro de seguridad de 30 kilómetros y el gobierno afirmó que las radiaciones más allá de la zona de exclusión de 20 kilómetros "no plantean un peligro inmediato para la salud".
Por precaución, 10 mil personas de la prefectura de Fukushima serán sometidas a tests de radiactividad en 26 centros. Mientras en el extranjero reina una inquietud rayana en el pánico, la población nipona, sobre todo en Tokio, se muestra sorprendentemente serena y disciplinada, en espera de nuevas instrucciones del gobierno.
El balance oficial del sismo y del tsunami era, seis días después de la catástrofe, de 5.178 muertos y 8.606 desaparecidos. Sin embargo, solo en la ciudad de Ishinomaki, la cantidad de desaparecidos se elevaría a 10.000 personas.
El número de heridos es de 2.285, según este balance. Más de 88 mil viviendas y edificios fueron destruidos, total o parcialmente. Las autoridades niponas tenían que hacer frente también a la creciente impaciencia de unos 500 mil damnificados, ante la escasez de agua potable y de víveres a pesar de una movilización sin precedentes de unos 80 mil soldados, policías y socorristas en el devastado noreste.
Las nevadas y el frío complicaron la situación de los damnificados, catorce personas murieron en un refugio tras ser evacuados de un hospital de la ciudad japonesa de Okuma. Muchos albergues de emergencia en la región ya están sobresaturados, por lo que no pueden acoger a más refugiados.
En favor de los habitantes de la isla, los vientos probablemente continuarán siendo favorables empujando hacia el Océano Pacífico los desechos radiactivos de la central nuclear. Por otra parte, un corte de energía eléctrica a gran escala podría afectar al este del país si no se reduce el consumo.
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