Lunes, 8 de agosto de 2016 | Hoy
13:50 › AL MENOS 93 MUERTOS
Al menos 93 personas murieron y más de un centenar resultaron heridas cuando un atacante suicida se hizo explotar en medio de una multitud congregada en señal de duelo frente a un hospital del suroeste de Pakistán.
La explosión produjo una verdadera carnicería frente a la sala de urgencias del hospital civil de Quetta, donde decenas de abogados y periodistas compartían su dolor por el asesinato del presidente del colegio de abogados de Baluchistán, Bilal Anwar Kasi, abatido por dos individuos armados cuando salía de su domicilio.
Se trata del segundo atentado más letal cometido en Pakistán este año, después del ataque suicida que a fines de marzo mató a 75 personas, entre ellas muchos niños, en un parque de Lahore (este), donde la minoría cristiana celebraba la Pascua.
Una facción de los talibanes de Pakistán, Jamaatul Ahara, vinculada al grupo pakistaní Tehereek-e-Taliban, reivindicó el atentado a través de un correo enviado a los periodistas. Además, una portavoz del grupo amenazó con más ataques "hasta que se imponga un sistema islámico en Pakistán".
Un periodista de la agencia AFP, que se encontraba a 20 metros del lugar de la explosión, relató que "había una gran humareda negra y polvo". "Volví corriendo al lugar y vi cuerpos dispersos y muchos heridos llorando", añadió.
El primer ministro paquistaní Nawaz Sharif condenó el atentado y ordenó reforzar las medidas de seguridad. "No dejaremos que nadie perturbe la paz de esta provincia, que hemos conseguido restaurar a costa de tantos sacrificios de las fuerzas de seguridad, de la policía y de la población", afirmó el jefe de gobierno a través de un comunicado.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, condenó el "atentado terrorista" y consideró "particularmente abominable" el hecho de que fuera dirigido contra un grupo de personas en duelo.
La Unión Europea (UE), por su parte, dijo que "no hay justificación para este tipo de actos de terrorismo".
Cabe recordar que, en 2010, trece personas murieron al estallar una bomba en la unidad de emergencias de un hospital de Karachi, donde recibían atención médica las víctimas de otro atentado cometido poco antes.
Baluchistán, fronteriza con Irán y con Afganistán, tiene importantes reservas de hidrocarburos, pero es azotada con frecuencia por los yihadistas, la violencia sectaria entre sunitas y chiitas y los rebeldes separatistas.
El jefe de Gobierno de Baluchistán, Sanaullah Zehri, declaró al canal de televisión Geo que se trata de un ataque suicida "planeado", que descontaba que tras el asesinato de Anwar Kasi se produciría una concentración de colegas frente al hospital para repudiar el primer ataque.
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