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Tsipras consideró un logro, además, haber obtenido "la reestructuración de la deuda y un proceso de refinanciación a mediano plazo", que junto a la certeza de que Grecia no saldrá del euro, a su juicio, estimulará una corriente de inversión externa que contrarreste los efectos recesivos del acuerdo.

El dirigente admitió que la recesión recaerá sobre un país que ya soporta una caída del 25 por ciento de su PBI y una tasa de desempleo del 25 por ciento (50 por ciento de desempleo juvenil) y reconoció que no será fácil conseguir el apoyo parlamentario para poner en práctica el acuerdo.

Luego, en una declaración difundida por su servicio de prensa oficial, explicó que las concesiones fueron necesarias "para evitar la aplicación de los planes de algunos círculos ultraconservadores europeos". Al detallar esos planes, el premier griego señaló la transferencia al extranjero de la propiedad pública, y "la asfixia financiera y el colapso del sistema financiero", que, agregó, habían sido planeados hasta el último detalle y ya estaban en marcha.

Tsipras destacó que su país "seguirá luchando para retornar al crecimiento" y subrayó: "Cualquiera que sea la carga que tengamos que soportar, será distribuida con justicia social". "Esta vez", aseguró Tsipras, esa carga recaerá sobre "la oligarquía que llevó al país a la situación actual", cuyos integrantes la vinieron eludiendo, muchas veces "protegidos por los gobiernos precedentes".

El jefe del partido Syriza se dirigió además al resto de Europa cuando resaltó como el máximo logro de los griegos el haber dejado un importante precedente y una merecida "recuperación de la perdida soberanía nacional". Grecia, dijo, envió "a Europa y al mundo" un "mensaje de democracia y dignidad" que finalmente reivindicará su lucha.