› "HICIMOS LO QUE PUDIMOS"

Tsipras fuerza la aprobación del ajuste con la promesa de "volver a crecer" en 2022

En medio de un clima de tensión política que hace tambalear la coalición de gobierno del primer ministro Alexis Tsipras, el Parlamento griego votará mañana el masivo ajuste exigido por los socios y acreedores de la eurozona a cambio de un tercer programa de ayuda financiera de 82.000 millones de euros hasta 2018.

Luego de que Tsipras llegara al poder en enero con la promesa de poner fin a cinco años de ajuste en Grecia, el acuerdo preliminar que selló en Bruselas no cayó bien entre sus compañeros de la coalición de izquierda Syriza, algunos de los cuales ya adelantaron que no votarán a favor de las medidas de "austeridad".

Como se espera que toda la oposición de centroderecha y derecha respaldará el acuerdo con la eurozona, Tsipras apenas necesitará 45 de los 149 de los diputados de Syriza para convertir en ley el nuevo ajuste. Sin embargo, si una eventual oposición general en la votación de mañana se convierte en un quiebre definitivo dentro de su bancada, esto significará que el primer ministro ha perdido la mayoría parlamentaria y, en consecuencia, su capacidad de seguir al frente del gobierno de Grecia.

Por eso, Tsipras utilizó la víspera de la votación en el Parlamento para convencer a su socios en Syriza y a la sociedad griega en general de que, pese a que se trata de "un mal acuerdo", permitirá recibir dinero para "superar la crisis en 2020" y "volver a crecer" en 2022, una visión demasiado optimista según el último análisis publicado hoy por el FMI.

"Asumo la responsabilidad de firmar un acuerdo en el que no creo (...) Hicimos lo que pudimos, examinamos las alternativas", explicó, casi excusándose, en una entrevista con la televisión pública ERT, en la que sostuvo que "era aceptar el acuerdo o salir del euro según un plan preconcebido" por Alemania.

La escalada de la crisis griega en las últimas semanas, evidenciada por la instalación de un corralito financiero y el cierre de los bancos y la Bolsa griega, y la discusión en Bruselas sobre una salida temporal de ese país de la eurozona habían sacudido a los centros de poder occidentales por temor al efecto contagio que podría provocar entre los otros países del sur europeo en crisis.

El gobierno alemán de Angela Merkel endureció su posición como nunca antes y el fin de semana pasado forzó a Tsipras a aceptar un programa de ayuda europeo aún más neoliberal que el rechazado por el 61 por ciento de sus compatriotas en un referéndum hace sólo una semana.

El acuerdo preliminar debe ser aprobado mañana a más tardar por los diputados griegos para que los ministros de Finanzas de la unión monetaria, o Eurogrupo, empiecen a negociar los detalles del texto final del tercer programa de ayuda financiera de la Unión Europea (UE) a Grecia en cinco años.

El viernes pasado, cuando el Parlamento tuvo que aprobar la última propuesta del gobierno de Tsipras a los acreedores europeos, el premier heleno perdió el apoyo de 17 diputados de la bancada de Syriza que rechazaron el texto por considerar que era muy similar al ajuste rechazado en el referéndum. En la víspera de una nueva votación, versiones periodísticas adelantaban que Tsipras podría perder el voto de hasta 30 de sus diputados, los mismos que el viernes votaron con el premier pero firmaron una carta solidarizándose con sus 17 compañeros que se negaron a seguir el liderazgo del primer ministro.

De confirmarse mañana esta hemorragia, el premier perdería la mayoría parlamentaria propia, por fuera del apoyo coyuntural de la oposición centrista y conservadora. El ministro de Energía y líder de la denominada Plataforma de Izquierda de Syriza, Panagiotis Lafazanis, adelantó que no votará a favor del acuerdo y emplazó a Tsipras a retractarse y retirar su apoyo al acuerdo, según la agencia de noticias EFE.

Además, el vicecanciller, Nikos Juntis, fue el primer miembro de Syriza que cumplió con su amenaza y renunció a su escaño para evitar tener que votar mañana el tercer programa de ayuda europea. Otro voto aliado con el que Tsipras probablemente no contará mañana es el de su exministro de Finanzas, Yanis Varufakis, quien, en un nuevo artículo publicado en su blog, calificó al acuerdo como un "tratado de capitulación" que busca convertir a Grecia en un "vasallo" de un Eurogrupo dominado por Berlín.

Por su parte, Panos Kamenos, su ministro de Defensa y líder del socio minoritario del gobierno, el ultranacionalista y derechista Griegos Independientes, también adelantó que su bloque de 16 diputados no respaldará el ajuste, aunque destacó que seguirá apoyando a Tsipras como primer ministro.

Confiado en que podrá mantener unidas a sus filas, o al menos a la mayoría de ellas, el premier descartó elecciones anticipadas, una opción que analistas y medios helenos empezaron a barajar desde que comenzaron a hacerse sentir los cuestionamientos desde adentro de su coalición. "No hay ninguna razón para convocar elecciones", sentenció el premier a horas de enfrentarse a un nuevo desafío político, que podría convertirse en el puntapié inicial de una nueva y profunda crisis política en ese empobrecido y endeudado país europeo.

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