UNIVERSIDAD › PROGRAMA UNIVERSITARIO PARA ENFRENTAR EL HAMBRE
Para que coman mil familias
La Universidad de San Martín lanzó un programa para desarrollar y concretar modelos de producción de alimentos que permita el autoabastecimiento de los pobladores de cuatro regiones del país.
Por Javier Lorca
Recuperar la cultura de la subsistencia y ayudar a unas mil familias a poner en práctica modelos de autosuficiencia alimentaria: eso pretende un programa de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam). Las actividades harán foco en cuatro regiones muy diferentes del país para abarcar las diversas posibilidades que presenta la Argentina: la idea es que, después, los modelos desarrollados puedan ser replicados en otras regiones. El director del proyecto, Enrique Martínez, dijo a Página/12 que la intención es “que el ámbito universitario muestre soluciones activas para el problema del hambre”.
Otro objetivo del Programa de Redes Productivas de la Unsam es “construir alternativas concretas para complementar los planes de apoyo a los carenciados con dinero o con alimentos”. El millar de familias que se prevé abarcar vive en zonas con disímiles características: desde la gran ciudad (se trabajará en Buenos Aires) y la pequeña urbe de la pampa húmeda (9 de Julio) hasta la zona rural fértil de Misiones y la zona árida de Catamarca (cerca de Belén). Con las dos últimas regiones se pretende representar a “las situaciones más límite” que afronta el país.
En realidad, lo que ahora se está iniciando es la expansión de una serie de actividades que comenzó hace tiempo. “En Misiones estamos trabajando hace tres años en programas de desarrollo local en seis distritos. Son comunidades rurales, en las que las familias se dedican mayoritariamente al monocultivo”, detalló Martínez, actual presidente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). En cada una de las zonas elegidas se desarrollará un modelo de producción totalmente diferente, atendiendo las necesidades de los pobladores y los recursos a los que tienen acceso. En la región misionera se va trabajar en “un modelo productivo de media hectárea alrededor de las viviendas de la gente” para intentar “recuperar la cultura de subsistencia”. En este caso, se va a avanzar en la coordinación y aplicación de un modelo ya diseñado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Mientras, en Catamarca “se trata de población indígena que vive de la crianza de ganado: cabras, ovejas, llamas. Explotan la carne y la lana. Allí, el objetivo es fomentar la agricultura alrededor de las escasas zonas que tienen agua. El modelo previsto supone armar, en esas zonas, granjas compartidas por personas que viven a distancia del agua, para que las puedan explotar en conjunto”.
Muy diferente es la riqueza del suelo en la pampa húmeda. “En 9 de Julio, como en otras ciudades de la zona con entre 20 y 100 mil habitantes, hay tierras disponibles para granjas y otras producciones -explicó el director del programa–. Vamos a incentivar y organizar la tradición existente para avanzar en producciones comunes en la periferia de la ciudad: granjas, lácteos.” Se van a aprovechar tierras cedidas por los municipios y algunas entidades privadas.
Cómo se instrumentará el proyecto en la Ciudad de Buenos Aires aún no está definido. “Como hay un mayor desgaste en la relación con la gente, que ya recibió cientos de promesas incumplidas, hasta que no esté listo el modelo no vamos a anunciarlo, para no generar falsas expectativas”, se informó. Aunque la idea base es transformar, de modo comunitario, materias primas en alimentos para generar excedentes que puedan ser canjeados por los bienes o servicios que precise la población. “Se va a intentar producir panificados, encurtidos, mermeladas y alimentos preparados. Sería algo así como ir hacia una superación del concepto de cocina comunitaria”, apuntó Martínez. Algo que tienen claro los organizadores es que no desean apelar a la solidaridad de las clases media y alta: por eso, se darán garantías bromatológicas de calidad, para que lo producido pueda circular en el mercado. Para instrumentar el programa en cada lugar se apelará a líderes de grupos locales, previamente capacitados por el equipo de la universidad. El financiamiento del programa corre por cuenta de la Fundación Kellogg (aportará 120 mil dólares, el 30 por ciento del total), la propia Unsam, el INTI y organismos regionales, que brindarán personal y apoyo. Los plazos previstos están en marcha hace veinte días. En tres meses deberían estar definidos los modelos productivos, todos sus detalles incluidos. Desde el 4º mes se capacitará a las personas involucradas, y para el mes número 7 se espera estar trabajando. El programa se completará cuando se cumplan dos años: para entonces, las familias beneficiadas deberían poder empezar a autoabastecerse.