Miércoles, 20 de diciembre de 2006 | Hoy
UNIVERSIDAD › ENTREVISTA CON EL NUEVO RECTOR DE LA UBA, RUBEN HALLU
En su primer día como rector, Hallú confirmó que la UBA no presentará cargos contra los estudiantes y dijo que dialogará con la FUBA. Propone una gestión abierta y se muestra a favor de revisar la representación de los claustros en el cogobierno.
Por Javier Lorca
“Voy a hablar con la gente de la FUBA, son parte de la universidad”, dice Rubén Hallú, rector de la Universidad de Buenos Aires hasta mayo de 2010. En su primer día en el cargo, ya instalado en el amplio despacho de Viamonte 440, se muestra más conciliador que al término de su caótica elección, cuando llamó “delincuentes” a los militantes de la federación estudiantil. Asegura no haber visto aún las imágenes de los violentos incidentes ocurridos alrededor del Congreso (señala una pila de videos sobre su escritorio) y se explaya sobre sus ideas para la UBA: una gestión más participativa, cambios para el Ciclo Básico Común (CBC) y los colegios de la universidad (ver aparte), una reforma del estatuto que revea la representación de los claustros.
–¿Qué posición va a tomar la UBA en las causas abiertas contra los estudiantes?
–La universidad no va a hacer ninguna presentación. Al contrario, el secretario general y tres decanos fueron a ver al juez para interceder por los alumnos detenidos, para su pronta liberación, que ya se concretó. Lo demás seguirá en manos del fiscal y del juez.
–¿Cuáles fueron sus primeras medidas como rector?
–Presenté mi renuncia como decano de la Facultad de Veterinarias, que fue aprobada. Y me empecé a interiorizar de los problemas más urgentes para resolver. Tal como suponía, el primero fue el pago de sueldos y el aguinaldo. Tuve una reunión con los secretarios recién designados, les encargué para la semana que viene un informe de estado de situación de cada área, problemas, personal, instalaciones. También firmé una declaración mía y del Consejo Superior para expresar la esperanza de toda la universidad de ver nuevamente a Jorge Julio López con vida.
–Ya fuera del fragor que se vivió en el Congreso, ¿qué balance hace de la asamblea?
–Tengo un doble sentimiento, la alegría de ser elegido rector y, por otro lado, la pena porque la elección no se haya podido hacer a la manera tradicional en la universidad, con debate, intercambio de ideas políticas, discusiones sustanciosas. Desgraciadamente no pudimos hacerlo como nos hubiera gustado a la mayoría. Una minoría nos lo impidió.
–La conflictividad interna que se vio este año en la UBA y que en particular estalló en la asamblea, ¿va a acompañar su gestión como rector?
–Soy muy optimista. Obviamente voy a hablar con la gente de la FUBA, como lo hice antes, porque son parte de la universidad. Pero espero que entiendan que para cambiar las cosas el mejor camino es el diálogo y el convencimiento de los demás de las posturas de uno, con fundamentos serios, no a través de la fuerza. Espero que lo entiendan, porque es bueno y necesario para la universidad que haya diversidad de opiniones políticas, incluso las extremas. Después se discutirá, se llegará a acuerdos y se llevarán adelante proyectos consensuados. La minoría cumplirá función de oposición. A mí me tocó mucho tiempo ser minoría en la UBA...
–¿Por qué lo dice?
–Yo estuve en el Consejo Superior como graduado en el ’89. En esa época estaba Oscar Shuberoff como rector, nosotros estábamos enfrentados a él y perdíamos todas las votaciones. Desde esa época tenemos proyectos presentados para reformar el estatuto. Ahora estos grupos se arrogan el descubrimiento de que hay que reformar los estatutos, sin mirar los antecedentes. Lo que ocurre es que nunca tuvimos el apoyo político y el número de asambleístas para poder hacer una asamblea y reformarlos.
–¿Cómo se va a traducir en la gestión cotidiana de la UBA el hecho de que el rector y el vice hayan sido elegidos como parte de un acuerdo que incluye a la mayoría de las facultades?
–Creo que va a ser bueno. Puede haber algunas diferencias en los detalles de implementación, es obvio, pero es bueno que las haya, y ahí veremos cómo se conforman las mayorías. Ni siquiera creo que los grupos sean homogéneos frente a los diferentes temas, es muy probable que se formen mayorías que no sean las de los grupos originales.
–¿El acuerdo va a implicar un modo de gobernar más abierto y participativo? Da la impresión de que uno de los principales factores que causaron la crisis de la UBA, y la forma particular que asumió, es el muy bajo involucramiento de la mayoría de los estudiantes y docentes.
–Mi idea es gestionar de un modo abierto. En mi facultad, me encontré con que cuando invitaba a participar a los que reclamaban, mucha gente no venía, tuve que ir a buscarlos. En ese sentido soy proactivo, no espero a que las cosas pasen. Hay tanto para hacer en la universidad que, aparte del trabajo que se haga en las comisiones del Consejo Superior, mi idea es formar pequeños grupos de trabajo entre decanos, graduados, profesores, alumnos, auxiliares docentes para encarar y analizar diferentes temas, con el apoyo de técnicos, para empezar a generar las soluciones que necesita la UBA. Las soluciones para la UBA no las va a traer el rector, sino todos. Y, si no, la universidad no se va a arreglar. Yo podré acompañar, gestionar, pero acá hace falta el esfuerzo de todos. No nos podemos dar el lujo de no involucrarnos todos. En ese sentido, las comisiones de reforma del estatuto, que vamos a conformar en febrero, está planificado que tengan actividades abiertas al público, en las que se va a invitar a opinar a especialistas y organizaciones sociales.
–¿A qué puntos de la plataforma consensuada va a darles prioridad?
–Vamos a tratar de trabajar todos en paralelo, porque están íntimamente ligados unos con otros: si hablamos de más presupuesto, de regularizar los concursos, de mejorar la calidad académica, de revisar el CBC, hablamos de las estructuras edilicias, es muy difícil separar una cosa de otra, porque si logro rentar a los docentes ad honorem pero no tengo un lugar adecuado para que den clases, habré fracasado.
–¿Hay que transformar el CBC?
–Creo que hay que hacer un análisis profundo, porque el CBC no puede quedar así como está. Me refiero a lo académico, a lo institucional, a los profesores regulares que no pueden votar, son tantos los aspectos que requieren analizarlo desde un punto de vista integral. Quizás haya que modificar algunas cuestiones académicas. Por otro lado, también tenemos mucha tarea para desarrollar en extensión hacia la comunidad, desde la universidad, porque desde las facultades sí hay programas. Me refiero a desarrollar programas que involucren a todas las facultades.
–¿Cuál es su postura ante los reclamos de democratización y reforma de la estructura del cogobierno universitario?
–Hay que evaluar el tema. Obviamente, no comparto que la mitad más uno de los órganos de gobierno sean alumnos. Pero eso no quiere decir que, si la mayoría lo decide, vaya a ser así. Democratizar no pasa, como parecería, por aumentar la representación estudiantil. No estoy seguro de si los estudiantes están bien o mal representados, pero sí sé que los auxiliares docentes están muy mal representados y algo tenemos que hacer, así como con los profesores del CBC, o el personal no docente, que no está en el gobierno. Cómo se resuelve, si se disminuyen los consejeros graduados, no sé, no tengo posición tomada, quiero discutirlo, saber qué opinan los demás claustros. No estoy aferrado a ningún porcentaje, no tengo claro cuál sería la mejor estructura de gobierno.
–En la comunidad universitaria hay cierto temor a que la autonomía de la UBA resulte debilitada o atenuada por el rol clave que jugó el Gobierno en la elección de autoridades (aportó el Congreso, organizó el operativo policial), así como por el origen peronista del rector y el vice.
–Uno tiene la militancia y la ideología que tiene, pero eso no debería ser ningún condicionamiento. Espero que me juzguen por los hechos. Voy a defender la autonomía universitaria como lo he hecho hasta hoy, más allá de mi ideología política. Al contrario, si el Gobierno es de una ideología que uno comparte, más derecho creo tener a exigir que se respete la autonomía. Pero creo que existe la voluntad del Gobierno de respetarla.
–Uno de los temas más relegados este año en la discusión de la UBA fue el académico.
–Hasta ahora fui presidente de la comisión de enseñanza del Consejo Superior y la verdad es que, entre tantas situaciones, no nos dio el tiempo para debatir muchos de los temas académicos que queríamos abordar. Por ejemplo, hay un reglamento de regularidad de los estudiantes que todavía está en tratamiento porque no pudimos avanzar más. Sí se avanzó en el tema de los colegios y de la Coneau (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria), permitimos que las facultades que quieran presentarse a acreditación lo puedan hacer. De todas maneras, en un acta manifestamos nuestro desacuerdo con la composición de la Coneau y nuestra propuesta de que esté formada por mayoría de representantes de las universidades nacionales. Y aclaro que tampoco estamos de acuerdo con la Ley de Educación Superior.
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