UNIVERSIDAD › OPINION

“Militantes de la intolerancia”

Por Juan M. Di Teodoro*

A pesar del tiempo que lleva nuestra democracia, todavía existen militantes de la intolerancia y el desprecio hacia los que piensan diferente. Diferente de quienes sostienen que mantener este modelo económico, social y político es lo fundamental. Existe desprecio hacia quienes piensan diferente y, por eso, desde su radio, su diario y sus programas televisivos, denostan a defensores de derechos humanos, luchadores sociales, piqueteros, periodistas independientes, políticos honestos, entre otros. Pero sus ideas nunca han sido mayoritarias en la sociedad y mucho menos en la universidad, por eso no soportan ni la autonomía universitaria, ni la gratuidad de los estudios. Muchas veces inventan hechos y otras los tergiversan para argumentar sus retrógradas posiciones. Eso fue lo que hicieron cuando el decano de Filosofía y Letras contrató para cumplir tareas administrativas a un alumno que estudia bajo la modalidad del Programa UBA XXII. Hasta aquí hablaríamos de un hecho más, si no fuera porque el alumno se llama Roberto Felicetti. UBA XXII permite a quienes se encuentran privados de su libertad y poseen estudios secundarios iniciar una carrera dictada por docentes de la UBA y con todos los requisitos académicos con que se dictan en las facultades. Los alumnos que cursan en las cárceles son considerados estudiantes de la UBA al igual que quienes cursan en las facultades. Es oportuno mencionar que el índice de reincidencia de quienes han cursado materias o terminado su carrera bajo UBA XXII es prácticamente nulo. Es decir que quienes estudian en las cárceles, cuando salen en libertad, no vuelven a delinquir. A los militantes de la intolerancia esto les molesta, ¿cómo puede ser que les paguemos los estudios a los delincuentes? Antonio Laje y Eduardo Feinman se preguntaron en sus programas esto y comenzaron una infame campaña, digna de los servicios de inteligencia, contra el decano Félix Schuster y los militantes estudiantiles que avalaron la contratación de Felicetti. Los discípulos de Goebbels tergiversaron los hechos y pidieron que algún fiscal denunciara a Schuster por un supuesto incumplimiento de los deberes de funcionario público. Una manera más de perseguir a quienes piensan distinto. No les alcanzó con su infame campaña mediática, sino que se encargaron de presionar a operadores del Poder Judicial para lograr sus fines: amedrentar al que piensa distinto. Lo cierto es que no existe, ni existió impedimento legal alguno para la contratación de Felicetti por parte de la Facultad de Filosofía y Letras. Por lo tanto, no hay delito que imputarle al decano. Como bien han aprendido Feinman y Laje, “miente, miente, que algo queda”. Los que no tienen derecho a utilizar los medios de comunicación para predicar el odio, la intolerancia y la persecución ideológica son los discípulos de Goebbels.

*Subdirector del Programa de Derechos Humanos de la UBA.

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