Martes, 3 de enero de 2012 | Hoy
Por Eduardo Berti
2 Jueves 6 de julio
Me pongo a escribir porque al fin tengo algo para contarte. El muchacho del kiosco hoy no me trajo el diario. Fui a quejarme. Camino al kiosco se me ocurrió la idea de pedirle que me traiga un ejemplar de cada uno de los diarios. ¿Cuántos son? Ni él lo sabe, así que nos ponemos a contarlos. Traíganme todos los diarios, todos. Tendrías que haberle visto la cara al pobre.
Sábado 15 de julio
Es agotador. Empiezo a las ocho de la mañana. Paro para almorzar y después sigo hasta eso de las siete de la tarde. Leo los diarios como se leen los libros, en perfecto orden, de la primera hasta la última página. Tengo que hacerlo así para no saltearme nada. Al principio probé otros métodos. Por ejemplo, leer primero la sección política de cada uno de los diarios, después la sección deportes, después la de espectáculos, después las páginas internacionales. Pero no, el de ahora es el mejor método.
Domingo 20 de agosto
Lo siento pero tuve que tirar tu ropa. Es raro, no sentí gran culpa. Ya sé que te dije que la iba a donar, pero no tengo tiempo. La tiré. Hay días que este trabajo de los diarios me lleva doce horas y me deja sin fuerzas, sobre todo los fines de semana. Entonces dejo algo para el lunes. Generalmente el martes me reactualizo y aprovecho para ordenar. Como tiré la ropa, ahora tengo lugar en tu armario para guardar los diarios que ya leí. Cada vez que viene de visita, Ana dice que tengo que tirar los diarios. Para qué guardarlos, mamá. Tu olor ahora se mezcla con el olor a tinta de los diarios, pero no es un olor nuevo sino una pugna entre olores.
Viernes 1° de septiembre
Leo en los diarios lo que nadie lee. A veces me digo que soy la única persona que ha leído tal o cual noticia abandonada en un rincón. A veces me digo que soy la razón por la que publican esas noticias insignificantes que no alteran en nada el curso del mundo. Deberías verme. Comparo las noticias. Copio en un cuaderno las más curiosas. A veces viene Ana y le pido que me ayude a cargar hasta tu armario las pilas que se van amontonando.
Lunes 11 de septiembre
Desconfío de las noticias que salen en un solo diario. Desconfío de las noticias que salen iguales en todos los diarios. Sólo creo en las noticias que salen diferentes en todos los diarios. Ayer vino Ana, le mostré el cuaderno y le leí esa noticia del hombre al que le implantaron una segunda cabeza. Salió publicada en un solo diario, o sea que las mejores noticias son aquellas en las que no creo. Ana me dice que todo eso es mentira, que hay diarios que inventan cosas. Claro que sí. Después le pido no te vayas y le leo mi noticia favorita del último mes. En Holanda, un director de cine fue hallado culpable por el asesinato de cuatro actores que años atrás habían trabajado a sus órdenes. El asesino nunca pudo aceptar que sus actores siguieran apareciendo en otras películas hechas por otros directores. Cuando terminé de leer, Ana se largó a reír, tanto que terminó llorando y parecía triste. Le dije entonces que te extraño, que me encantaría leerte a vos las cosas que copio en el cuaderno. Tengo otras noticias que a veces, por las noches, hago de cuenta que te leo. Pero Ana se puso violenta y ya no quiso escucharme.
Domingo 29 de octubre
Hace mucho que Ana no aparece por aquí. La última vez le pedí que no viniera más los fines de semana porque son los días que tengo más trabajo. Sería muy útil que viniera los miércoles después de las seis de la tarde, pero no sé qué le pasa, no entiende razones.
Lunes 6 de noviembre
Ayer Ana me dijo que desde el mes pasado existe un diario nuevo. Yo no lo sabía y me enojé mucho. La verdad, no sé si me enojé por lo que me contó o porque ayer fue domingo y no quiero que nadie me moleste los fines de semana. Hoy fui al kiosco y les dije de todo. Al final me dieron la razón. Sí, señora, desde mañana también le mandamos el diario nuevo.
Viernes 10 de noviembre
Si vieras qué facíl es. Me fijo el número de teléfono. Llamo. Me fijo el nombre de la sección y el nombre de un periodista cualquiera y pido por él. No falla casi nunca. A veces me dicen que no, que es colaborador, entonces lo tacho de la lista. Pero los periodistas que ellos denominan redactores están allá todo el día. Hacen guardia como los médicos o como los policías. Es una obligación. Para que me hablen les pregunto idioteces y los entretengo. Ellos tienen que ser amables porque saben que una siempre puede quejarse a un superior. A esta altura ya les conozco a varios la voz. Los que escriben de política en su mayoría son hombres y tienen voz grave de fumadores. En espectáculos ocurre al revés, todas mujeres con voz de secretarias. Ultimamente, cuando leo los artículos firmados por esos con los que hablo seguido, me parece estar oyéndolos.
Jueves 16 de noviembre
No sé si decírtelo. Conocí ayer a Sergio. Tanto nos hablaba Ana de Sergio. ¿Te acordás? Después dejó de hablar de él y yo no sabía si preguntarle. Después volvió a hablar de él, ya no sé si vos estabas, pero ahí lo mencionaba como si fueran amigos. Anoche Ana vino con Sergio. No habla mucho ese muchacho. Parece educado, pero me parece que no es como te gustaría que fuera.
Martes 28 de noviembre
Ahora salió otro diario más. Esto complica las cosas porque además los diarios vienen cada vez más gruesos. Me estaba atrasando y por eso no te escribía, pero este fin de semana lo pasé sin dormir y ya me puse de nuevo al día.
Miércoles 29 de noviembre
Me olvidé: Ana se fue de viaje sin Sergio. Es raro porque no se fue de paseo, se fue a buscar un cargamento de no sé qué para el negocio de él. Creo que se fue a Brasil. Por las dudas mañana voy a leer con más atención las noticias de Brasil.
Lunes 11 de diciembre
Ana ya volvió y se fue de nuevo. Con la excusa de que tiene que viajar seguido ya no nos vemos, sólo hablamos por teléfono. La semana pasada fui a ver al oftalmólogo porque desde hace algunos meses se me irritan los ojos. No te dije nada para no alarmarte. El problema no es que lea mucho, sino que me refriego los ojos con los dedos manchados de tinta. Eso dice el oftalmólogo y tiene razón. A veces las yemas de mis dedos están negras. Santo remedio desde que anteayer se me ocurrió usar un trapo húmedo y limpiarme las manos cada tanto.
Jueves 21 de diciembre
No lo puedo creer. Nuestra Ana hizo algo terrible. Me enteré por los diarios. Dicen que Sergio está libre, que es inocente y que no tiene nada que ver. Podría haber llamado Sergio, para avisarme. Tal vez no tenga mi número. Tal vez prefiere pasar por casa para explicar bien lo que pasó. Por las dudas no me muevo de acá, así me encuentra. Ahora Ana está en todos los diarios. Pero todos los diarios dicen lo mismo, así que no debería creerles. Voy a llamar y vas a ver que Ana me atiende y nos dice que todo fue un error, que hay otra que se llama igual que ella. ¿Y si atiende Sergio? Ahí no, ahí cuelgo.
Sábado 23 de diciembre
Ana volvió a salir hoy en todos los diarios, pero esta vez no se ponen tan de acuerdo. Sé más de ella ahora que en los últimos tiempos, cuando ya no me visitaba. Por primera vez estar con Ana no significa interrumpir la lectura.
Jueves 4 de enero
En una aldea de China una mujer dio a luz un perro. Lo que no entiendo es cómo ponen una noticia tan importante en una página perdida. Ayer estuve discutiendo con varios de ellos. El asunto es que pierdo la tarde hablando por teléfono y después tengo que recuperar terreno. Pero si siguen haciendo las cosas mal voy a tener que llamar más seguido. Antes esto no pasaba. Y lo peor es que ahora se hacen negar. Por ejemplo, uno de los que escriben sobre Ana ya no quiere atenderme. Antes hablábamos seguido. Ahora siempre me dicen que no está. No tendría que haberle contado quién soy. Al principio no me creyó, sabés, y me habló medio en broma. Escúcheme, le digo. Escúcheme bien. Y le conté la historia de Ana y Sergio, y le di el teléfono de ellos para que me creyera. ¿Cómo es el teléfono?, me preguntó. Y me lo hizo repetir.
Viernes 12 de enero
Voy a tener que pedirle al muchacho del kiosco que me ayude a ordenar los diarios en tu armario. Estuve haciendo cálculos y de acá a tres meses ya no va a haber lugar. Capaz que tiro un poco de ropa mía. Hay cosas que ya no uso.
Miércoles 24 de enero
Hoy me despertó la voz de Ana en el teléfono. ¿Qué hora es? Son las once de la mañana, me dice, ¿dormías? No le discutí porque la pobre está mal pero en mi reloj eran las siete menos diez. Parece que Ana volvió a su casa. Pero me dio otro teléfono y me dijo que me olvide del anterior. ¿Y Sergio? También tenemos que olvidarnos de Sergio. Hace mucho que no aparecés en los diarios, le digo. Entonces Ana se pone a llorar y dice necesito verte, quiero contarte lo que pasó. Por suerte pude responderle no vengas, no hace falta, para qué si ya lo sé todo por los diarios, y le corté.
Lunes 29 de enero
Ana insiste con los llamados. Ahora dice que Sergio fue el culpable, que la mandó de viaje y se hizo después el desententido. Yo no sé qué pensar. Hace cuatro días que llamo al que escribía sobre Ana para contarle esta historia, para que me diga la verdad. Si hoy me vuelven a decir que no está, llamaré a otro diario.
Martes 13 de febrero
En Hungría, durante un concierto, alguien del público disparó contra el violinista. La policía apresó al agresor y descubrió que era sordo. Acá los diarios se vuelven más gruesos y mi salud más flaca. Ya venía una semana demorada, pero los últimos días los pasé con dolores en el pecho y en las piernas, así que ahora estoy dos semanas atrasada. No veo la televisión ni enciendo la radio para no enterarme de lo que aún no leí. Te vas a reír: ayer hice un pedido al mercado y les dije que no envolvieran los huevos con ningún diario posterior al veinte de enero.
Martes 27 de febrero
Me doy cuenta de que Ana está mejor porque ya casi no me llama y ya no insiste en querer visitarme los fines de semana. Ayer vino por un rato y, de pronto, tuvo la idea de ayudarme a ordenar los diarios. Le dije que en tu armario ya no queda lugar ni olor a vos. Después me tropecé y casi me caigo. La pobre Ana se asustó. ¿Te mareaste? No, le digo. Total ya estoy acostumbrada a que me pase más seguido.
Lunes 5 de marzo
Esto empeora. Me sigo retrasando. De nuevo problemas de vista. Ayer, para colmo, me puse a leer un diario que ya había leído. No sé cómo pudo traspapelarse. Total que perdí una hora porque al principio no me di cuenta. Cuando llegué a la noticia de los cuatrillizos siameses, pegados los cuatro por la cabeza como un trébol de los que traen buena suerte, ahí recién me dije esto ya lo leí, porque la verdad es que, salvo noticias así, el resto siempre parece lo mismo. Eso fue ayer porque hoy me dolió tanto la cabeza que bajé las persianas y me quedé a oscuras, sin leer. Te escribo apurada. Perdón.
Domingo 11 de marzo
Podés creer qué mala suerte que ayer me vengo a marear después de abrir mi armario, me caigo contra la puerta, el mueble se sacude todo y los últimos tres meses de diarios se derraman por el piso. Ya no sé qué leí y qué no leí. Tengo miedo de agarrar un diario y saltearme por error un día. La cosa es que perdí la cuenta, no me acuerdo por qué fecha iba, sólo sé que a esta altura ya estoy muy demorada. Si sigo así voy a vivir leyendo diarios de un año atrás. Igualmente leo el horóscopo y el pronóstico del tiempo como si fueran del día de la fecha.
Martes 20 de marzo
Debo haberme salteado varios días porque de pronto no entiendo las noticias. Es España pasan cosas raras. No sé dónde antes leí esto. Cuando me duele mucho la cabeza sólo puedo leer los títulos. No sé si te dije algo que ya me pasó otras veces. Vengo leyendo día a día un hecho, como una de esas novelas por entregas, y de repente el asunto desaparece. Me digo que es pasajero. Pasan los días y nada. ¿Adónde va a parar toda esa gente que ya no es noticia? Nadie en los diarios me sabe decir qué fue de los cuatrillizos. Ya ni ganas de quejarme tengo.
Jueves 29 de marzo
En la India nació un chico con las manos al revés, con las uñas del lado de adentro y las palmas del lado de afuera. Después, por un momento, me pareció que eras vos en el diario. Aunque la foto está borrosa, el muchacho se te parece tanto que agarré la lupa para sacarme la duda. Lo que te contaba de España va de mal en peor. Ahora Ana dice que tiene una idea para solucionar mi retraso. Una amiga suya, enfermera, no consigue trabajo, entonces ella le propuso que me ayudara con los diarios. Así, de a dos, vamos a adelantar.
Sábado 7 de abril
No conozco persona más inútil que Violeta. Si sigue así tendré que echarla. Ana me pide que le tenga paciencia, que está sin trabajo y tiene un hijo de cinco años. Como no sirve para nada con los diarios, ayer la mandé a la cocina para que me prepare algo de comer.
Domingo 15 de abril
Ayer saliste mejor que el otro día. Lo que no entiendo es por qué publican tus fotos en tamaño tan pequeño. Ahora me la paso con la lupa para poder verte. Tuve que echar a Violeta. A veces viene Ana.
Lunes 30 de abril
Me lo rogaron las dos. Por eso le dije a Violeta que está bien, que puede volver, pero a condición de que no toque los diarios. Por las dudas echo llave a los armarios. Ya una vez la descubrí queriendo abrir el tuyo, entonces le pegué dos gritos y se fue corriendo. Pero si grito fuerte me mareo.
Jueves 17 de mayo
Me sigo mareando. Hasta sentada me mareo, como si día y noche estuviera a bordo de un barco.
Miércoles 20 de junio
Esta mañana me despertó un olor agrio que salía del armario. Todo apesta. Los diarios viejos se están pudriendo. No me rindo, pero nunca olí algo así. A veces por las noches me pongo a aullar.
Miércoles 4 de julio
Los diarios ahora vienen de curiosas formas: redondos, romboides, ovalados. El otro día un diario trajo una sola noticia: la misma noticia contada de cien maneras diferentes. Mi atraso ya no tiene solución. Igual no me rindo. Si miro con suma atención, si uso la lupa, en todas las fotos ocurren cosas muy extrañas a tus espaldas. Algunas fotos me dan arcadas. Ayer me desmayé. Lo de España me preocupa más y más. Voy a tener que echar perfume.
Lunes 20 de agosto
Querido papá, soy Ana. Recién ayer encontré este diario. Como ya sabrás, mamá murió hace dos jueves. Supongo que a ella le gustaría ver clausurado este diario con el recorte que voy a pegar a continuación. Pensar que estuve a punto de decirles a los de la funeraria que no pusieran ningún aviso. Después me dio pena. Pensé que acaso, de este modo, alguna vieja amiga podría enterarse. Que yo sepa, es la única vez que mamá salió en los diarios.
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