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El cuento por su autor

Desde mediados hasta finales de los años ochenta trabajé en la revista Radiolandia, que pertenecía a la editorial Abril, entonces en franca decadencia. Aunque la revista es recordada por sus notas del espectáculo, también tenía su “mundo de lo oculto”. Quien se ocupaba de ovnis, mentalistas y espíritus diversos era Enrique Sdrech. A la mañana le tocaban los misterios sobrenaturales en el edificio de Abril; a la tarde los naturales, como cronista de policiales en Clarín. Allí cubrió resonantes casos, como la muerte de las primas en la bañera o la desaparición de la doctora Giubileo en el predio de la colonia Open Door. A este enigma dedicó todos sus esfuerzos, y en medio de la investigación le balearon la casa.

Este cuento retrata la afición de Sdrech por el esoterismo. Le cambié el nombre levemente (Silvio Drech), sólo para indicar que se trata de mi versión de Sdrech. Aunque el cuento del sultán lo tomé de la realidad. Era una fábula que a Sdrech le gustaba contar. Nunca supe de dónde la había sacado.

Este relato intenta homenajear al Turco Sdrech, talentoso narrador y uno de los hombres más queridos de la historia del periodismo argentino.