Martes, 9 de enero de 2007 | Hoy
20 años en el espejo Los reportajes de Página/12 que testimonian dos décadas de la cultura, la sociedad y la política argentinas
Por María Esther Gilio
Desde Madrid
Publicado el 31 de diciembre de 1991
Dolly volvió de su cuarto. “¿Se despertó?”, le pregunté. “No, todavía no. Andá a saber a qué hora va a despertarse. Se durmió a las 10 de la mañana”, dijo, y me sirvió una taza de té.
Juan Carlos Onetti, como casi todos saben, ha pasado gran parte de su vida en la cama. Allí leyó todos los libros que ha leído y también escribió todos los que hoy se venden en el mundo con su firma. Reclinado sobre el lado derecho, sosteniendo el infinito cigarrillo con la mano izquierda, llenó con la derecha cuartillas y cuartillas de letra clara y ligeramente cuadrada. “Se cumplió el sueño de tu vida. Pasar 24 horas en la cama”, le dije a modo de saludo. “No exageres, apenas 23”, dijo.
–No, no, cosas políticas no. Recibo diarios de allá. Sé tanto como vos. Sé más que vos. Gente. Hablame de gente.
Por un largo rato hablamos de gente, hasta que Onetti terminó el jugo de frutas y pidió un whisky.
–¡Cómo! ¿Whisky en el desayuno?
–La mejor educación inglesa permite tomar whisky más allá del atardecer.
Aprovechando la sonrisa que le provocaba la llegada de la bebida le pregunté si podía grabar, al tiempo que me ponía de pie para tomar el grabador. Ante este gesto, Beatrice, la perra, que resentía mi presencia rezongando interminablemente, comenzó a ladrar furiosa. “Ni siquiera Beatrice quiere que grabés –dijo Onetti con evidente satisfacción–. ¿Vos sabés qué dijo Gassman de los periodistas? ‘Voy a tener que inventarme preguntas porque ningún periodista me hace las que me interesan’.”
–Lo mismo dice Marguerite Yourcenar. Yo no tengo inconveniente en que tú te preguntes y te respondas. Sería un placer firmar un diálogo así. Todo hecho por ti. Pero, ya que hablas de Gassman, ¿no dijo él algo de ti en un libro que acaba de publicar?
–Dolly, buscá el libro de Gassman y mostrale lo que dice. Si es que aparece, porque esta biblioteca es el pozo de las Bermudas: lo que cae ahí, desaparece.
En la 208, Gassman se preguntaba a sí mismo qué personajes públicos admiraba y él mismo respondía: “Admiro a Saul Bellow y a Elsa Morante, a Ricardo Mutni, al novelista Onetti y al futbolista Platini. A mi jardinero setentón que se llama Armando, al Sai Baba, a Lucio Lombardo Radiccia, a Ella Fitzgerald, a todos los científicos y también a algunos periodistas”.
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