Martes, 6 de enero de 2009 | Hoy
Por Andy Warhol
Cuando hice mi autorretrato, dejé a un lado todos los granos porque así debe hacerse. Los granos son una condición temporal y nada tienen que ver con tu verdadero aspecto. Omite siempre las taras: no forman parte del buen retrato que tú deseas.
Cuando una persona es la belleza del momento y su aspecto está realmente al día, y entonces cambian los tiempos y cambian los gustos, y pasan diez años, si mantiene exactamente el mismo aspecto y no cambia nada y se cuida, sigue siendo una belleza.
Los restaurantes Schraff fueron la belleza de su tiempo; luego quisieron mantenerse al día y se modificaron y renovaron hasta que perdieron todo su encanto y fueron comprados por una gran empresa. Pero, de haber mantenido el mismo aspecto y el mismo estilo y de haber aguantado durante los años de baja en que no estaban a la moda, hoy serían de lo mejor. Debes conservarte igual en períodos en que tu estilo ha dejado de ser popular porque, si es bueno, volverá y una vez más serás reconocido como una belleza.
Ciertos tipos de belleza te empequeñecen y te hacen sentir a su lado como una hormiga. Una vez estuve en el Estadio Mussolini con todas las estatuas y, como eran mucho mayores de lo normal, me sentí como una hormiga. Una tarde estaba pintando a una belleza y un insecto quedó atrapado en la pintura. Traté de quitarlo, lo intenté una y otra vez hasta que maté al insecto sobre los labios de la belleza. Así que allí estaba aquel insecto, que podría haber sido una belleza, abandonado con los labios de alguien. Así me sentí en el Estadio Mussolini. Como un insecto.
Las bellezas en fotografía son distintas de las bellezas en persona. Debe de ser difícil ser modelo, porque quieres ser como una foto tuya, y jamás podrás parecerte a ella. Entonces empiezas a copiar la foto. Por lo general, las fotos introducen otra media dimensión. (Las películas introducen una dimensión totalmente distinta. Ese magnetismo de la pantalla es algo secreto: si pudieras al menos hacerte una idea y saber cómo hacerlo, tendrías realmente un buen producto para vender. Pero no puedes siquiera decir si alguien lo tiene hasta que lo ves de hecho proyectado en la pantalla. Tienes que hacer pruebas de filmación para descubrirlo.)
Muy pocas Bellezas son Conversadoras pero hay unas cuantas.
Sueño de Belleza. Belleza durmiente.
Problemas de Belleza. Bellezas problemáticas.
Incluso las bellezas pueden carecer de atractivo. Si pescas a una belleza con una luz equivocada en el momento justo, olvídate.
Creo en las luces bajas y los espejos estratégicos.
Creo en la cirugía estética.
Hubo un tiempo en que el aspecto de mi nariz realmente me molestaba –siempre está roja– y decidí que la quería de color arena. Hasta los miembros de mi familia me llamaban Andy el Napia Roja Warhola. Fui a ver a mi médico y él decidió complacerme y me raspó la nariz, y cuando salí del hospital St. Louis estaba igual, sólo que cubierta por un vendaje.
No te anestesian, sino que te echan un aerosol helado por toda la cara con un rociador. Luego cogen papel de lija y te rascan toda la cara. Después, fue muy doloroso. Esperas dos semanas a que se te caiga la costra. Lo hice todo y se me agrandaron los poros. Lo cierto es que me llevé una desilusión.
También padecí otro problema en la piel: perdí todo el pigmento cuando tenía ocho años. Otro apodo que me dedicaba la gente era el de Spot (topo, mancha). Creo que perdí el pigmento así: vi a una chica caminando por la calle y tenía dos tonos. Me fascinó tanto que la seguí. A los dos meses yo también tenía dos tonos. Y ni siquiera conocí a la chica: fue tan sólo alguien a quien vi por la calle. Le pregunté a un estudiante de medicina si podía haberme contagiado con sólo mirarla. No me contestó.
Hace unos veinte años, acudí a la Clínica Dermatológica de Georgette Klinger y Georgette no me aceptó. Fue antes de que tuviera una sección para hombres, y me discriminó.
Si la gente quiere pasarse la vida untándose cremas y usando pinzas y pegamentos, y cepillos y alicates, está muy bien porque les proporciona algo que hacer.
En ocasiones gente con problemas de depresión nerviosa puede parecer muy bella porque tiene algo frágil en la manera de moverse o caminar. Expresa un estado de ánimo que la embellece.
Algunos me dicen que hay bellezas que pierden su encanto en la cama cuando no hacen las cosas que supuestamente deberían hacer en la cama. Yo no creo en esas cosas.
Cuando alguien te interesa, y piensas que quizá pudiera interesarse por ti, deberías señalarle de entrada todos tus problemas de belleza y tus defectos en vez de correr el riesgo de que no los note. Supongamos que tienes un problema de belleza permanente que no puedes cambiar, como las piernas demasiado cortas. Basta con decir: “Mis piernas, como probablemente habrás notado, son demasiado cortas en proporción con el resto de mi cuerpo”. ¿Por qué darle a la otra persona la satisfacción de descubrirlo por sí misma? Una vez ventilado el asunto, al menos sabes que nunca será un problema en la relación, y si lo es, siempre puedes decir: “Pues te lo dije al principio”.
Por otro lado, supongamos que tienes un problema de belleza puramente transitorio –un nuevo grano, el pelo deslustrado, ojos de insomnio, tres kilos de más en la cintura–; sea lo que fuere, debes señalarlo. Si no lo haces y dices: “Tengo el pelo horrible en esta época del mes” o “He aumentado tres kilos comiendo chocolates Russell Stover por Navidad, pero los perderé enseguida”, si no señalas estas cosas, los demás pueden pensar que tus problemas transitorios son permanentes. ¿Por qué habrían de pensar de otro modo si acaban de conocerte? Recuerda que nunca te han visto en su vida. Por tanto depende de ti aclararles las cosas y hacer trabajar su imaginación para saber cómo es tu pelo cuando brilla o como es tu cuerpo sin esos kilos de más o cómo luce tu traje sin esa mancha de grasa. Explica incluso que tienes en el armario trajes mucho mejores que el que llevas. Si de verdad les gustas tal como eres, estarán dispuestos a poner en marcha su imaginación para saber cómo eres sin tu problema de belleza transitorio.
Si por naturaleza eres pálido, debes ponerte mucho colorete para compensar. Pero si tienes una nariz muy grande, búrlate de ella, y si tienes un grano, ponte una pomada que lo deje bien claro: “¡Aquí lo tienes! ¡Llevo crema para granos!”. Hay una diferencia.
Siempre pienso que, cuando la gente gira para mirar a alguien por la calle, se debe probablemente a que han olido en él algún olor y por eso se vuelven para mirarlo.
Diana Vreeland, editora durante diez años de Vogue, es una de las mujeres más hermosas del mundo porque no teme a los demás; hace lo que quiere. Truman Capote descubrió en ella otra cosa: es muy limpia y eso la embellece aún más. Quizás incluso sea la base de su belleza.
Ser limpio es muy importante. La gente bien acicalada son las auténticas bellezas. Nada importa lo que visten o con quién están o cuánto cuestan sus joyas o sus ropas o lo perfecto de su maquillaje: si no son limpias, no son hermosas. La persona más sencilla y menos a la moda del mundo aún puede ser hermosa si está bien acicalada.
En los años sesenta, muchos conocidos míos parecían pensar que el olor a sobaco era, en cierto modo, atractivo. Al parecer, jamás llevaban algo lavable. Todo tenía que ser siempre lavado en seco –los satenes, los espejuelos de los trajes, los terciopelos–, el problema era que nunca se lavaban en seco. Y la cosa empeoró cuando la gente empezó a llevar pieles y ante, y eso sí que no se lavaba nunca. Admito haber llevado pantalones de cuero y ante durante un tiempo, pero nunca me sentía limpio; y de todos modos, es una degeneración llevar pieles de animales a menos que sea para abrigarse. No alcanzo a comprender por qué aún no se ha inventado algo más caliente que la piel. Después de este período de degeneración volví a los tejanos. Encantado. Los tejanos terminan siendo lo más limpio que pueda llevarse sencillamente porque es propio de ellos lavarlos mucho. Y son por esencia muy americanos.
La belleza tiene mucho que ver con la manera en que la lleva una persona. Cuando ves a una “belleza”, todo tiene que ver con el lugar, con lo que lleva, junto a qué está de pie, de qué vestidor ha salido para bajar las escaleras.
Las joyas no embellecen a una persona, pero sí la hacen sentir más hermosa. Si adornas a una persona bella con joyas y hermosos trajes y la colocas en una casa espléndida con espléndidos muebles y espléndidas pinturas, no será más bella, lo será igual, pero creerá que es más bella. Sin embargo, si coges a una persona bella y la cubres de trapos, será fea. Siempre puedes afear a una persona.
La belleza en peligro se vuelve más hermosa, pero la belleza envuelta de suciedad pasa a ser espantosa.
Lo que hace hermoso un cuadro es la manera en que está puesta la pintura, no comprendo sin embargo por qué se maquillan las mujeres. Se te queda en los labios y resulta muy pesado. La pintura de los labios y el maquillaje y los polvos y las sombras. Y las joyas. Todo eso es muy pesado.
Los niños siempre son guapos. Todo niño, digamos hasta los ocho años, tiene buena pinta. Hasta si usa gafas tiene buena pinta. Siempre tienen la nariz perfecta. Jamás he visto a un bebé carente de atractivo. Facciones pequeñas y bonita piel. Esto también se aplica a los animales; jamás he visto un animal feo. Se protege a los bebés porque, al ser guapos, no se les quiere hacer daño. Esto también vale para los animales.
La belleza no tiene nada que ver con el sexo. La belleza tiene que ver con la belleza y el sexo tiene que ver con el sexo.
Si una persona no suele ser considerada hermosa, aún puede tener éxito si lleva unos cuantos chistes en el bolsillo. Y muchos bolsillos.
A veces los guapos son más propensos a hacerte esperar que los normales, porque media un tiempo distinto entre lo hermoso y lo normal. Asimismo, los guapos saben que la mayoría de la gente los esperará, por tanto no se inmutan cuando llegan tarde y, entonces, llegan aún más tarde. Pero, cuando llegan, por lo general se sienten culpables, de modo que para compensar su atraso se vuelven muy simpáticos, y al ponerse muy simpáticos se vuelven aún más guapos. Es un síndrome clásico.
Trato siempre de descubrir si una mujer graciosa o divertida también puede ser hermosa. Algunas actrices cómicas son muy atractivas, pero, si tuvieras que elegir entre llamarlas hermosas o divertidas, las llamarías divertidas. A veces pienso que la belleza extrema debe carecer de todo sentido del humor. Pero entonces pienso en Marilyn Monroe, y ella tenía las más graciosas ocurrencias. Podría haber sido sumamente divertida de haber encontrado el rincón idóneo de la comedia. Podríamos hoy reírnos con muestras de un Show de Marilyn Monroe.
En cierta ocasión, alguien me pidió que dijera de una vez por todas quién era la persona más hermosa que he conocido. Pues bien, las únicas personas que puedo elegir como auténticas bellezas son las de las películas. Pero cuando las conoces, tampoco son auténticas bellezas, de modo que en realidad tus tipos no existen. En la vida real, las estrellas de cine ni siquiera pueden alcanzar las cotas que ellas mismas imponen en las películas.
Algunas de las estrellas de cine más hermosas de las últimas décadas han envejecido siendo hermosas, pero otras no tanto. En ocasiones ves a dos estrellas, que antaño fueron hermosas, juntas en la misma película, y una de ellas es y actúa como una anciana y la otra aún es, y actúa, como una niña. Pero todo eso no importa demasiado, creo, porque la historia recordará a cada una sólo por sus hermosos momentos en las películas, el resto es off-the-record.
Lo que prefiero es un buen tipo normal. Si no quisiera tener un “mal” tipo, me gustaría un aspecto “normal”. Esta sería mi otra opción.
Siempre pienso en lo que significa llevar gafas. Cuando te acostumbras a las gafas, no sabes en realidad a qué distancia puedes ver. Pienso en todos aquellos que vivieron antes de la invención de las gafas. Debe haber sido muy raro, porque todo el mundo veía distinto según el grado de enfermedad de los ojos. Ahora, las gafas estandarizan la visión de todos a 20-20. Es un ejemplo de cómo todo el mundo se vuelve más parecido. Todos verían a diferentes niveles de no ser por las gafas.
En algunos círculos en los que gente muy pesada cree que tiene cabezas muy pesadas, palabras como “encantadora”, “inteligente” y “bonita” son menospreciadas; todo lo frívolo de la vida, que es lo más importante, es menospreciado.
No es tan importante el peso como te hacen creer las revistas. Conozco a una chica que se mira en el espejo de su consultorio médico y jamás se ve por debajo de los hombros, y pesa entre noventa y ciento quince kilos, pero ella no lo ve; lo único que ve es un rostro hermoso y por lo tanto cree que es una belleza. Yo también creo que es una belleza porque por lo general acepto a la gente sobre la base de la imagen que tiene de sí misma, porque la imagen que se tiene de uno mismo tiene más que ver con su manera de pensar que la imagen objetiva. Tal vez pese doscientos cincuenta kilos, quién sabe. Si a ella no le importa, a mí tampoco.
Pero si cuidas tu peso, prueba la Nueva Dieta Andy Warhol de Nueva York: cuando como en un restaurante, pido todo lo que no me apetece, de modo que tengo con qué distraerme mientras comen los demás. Entonces, por más chic que sea el restaurante, insisto en que el camarero me envuelva la comida para llevármela y, al salir del restaurante, encuentro algún rinconcito en la calle para dejarla: hay mucha gente en Nueva York que vive en las calles llevando todas sus pertenencias en bolsas de compras.
Así, pierdo peso y me mantengo delgado e imagino que quizás una de esas personas encontrará una cena del Grenouille en el borde de un escaparate. Pero, quién sabe, tal vez a ellas tampoco les guste lo que había pedido y quizá se tapen la nariz y busquen en un cubo de basura algún trozo de pan medio comido. No se puede saber lo que les gusta ni lo que debiera hacerse por ellos.
Esa es la Nueva Dieta Andy Warhol de Nueva York.
Conozco buenos cocineros que se pasan días enteros buscando ajo fresco y albahaca fresca y estragón fresco, etcétera, y luego usan tomates en lata para la salsa diciendo que eso no importa. Pero yo sé que importa.
Siempre que la gente y las civilizaciones degeneran y se vuelven materialistas, exhiben su belleza exterior y sus riquezas, y dicen que, si lo que están haciendo estuviera mal, no les iría tan bien, ya que son hermosos y ricos. En la Biblia, la gente lo hizo cuando adoró el Becerro de Oro, por ejemplo, y más tarde los griegos, cuando adoraron el cuerpo humano. Pero la belleza y la riqueza no deben de guardar relación con ser bueno, porque basta con pensar en las bellezas a las que ataca el cáncer. Y en el montón de asesinos que son muy apuestos, de modo que eso zanja la cuestión.
Algunos, incluso gente inteligente, dicen que la violencia puede ser hermosa. No puedo entenderlo porque la belleza se produce en ciertos momentos, y para mí esos momentos jamás son violentos.
Una nueva idea.
Una nueva apariencia.
Un nuevo sexo.
Un nuevo par de calzoncillos.
Debe de haber muchas chicas nuevas en la ciudad, y siempre las hay.
La belleza de la langosta roja sólo aparece cuando se la echa en agua hirviendo... y la naturaleza cambia las cosas y el carbón se convierte en diamantes y la basura es oro... y llevar un anillo en la nariz es fantástico.
Cuando estoy en la playa, jamás puedo abarcar la belleza de la arena, y el agua se la lleva y la barre, y los árboles y las hierbas, todo parece espléndido. Pienso que poseer tierras y no estropearlas es el don más hermoso que cualquiera haya querido poseer.
Lo más hermoso de Tokio es el restaurante McDonald’s.
Lo más hermoso de Estocolmo es el restaurante McDonald’s.
Lo más hermoso de Florencia es el restaurante McDonald’s.
Pekín y Moscú todavía no tienen nada hermoso.
América en La Belleza. Pero sería mucho más bella si todo el mundo tuviera suficiente dinero para vivir.
Hermosas cárceles para la Beautiful People.
El sentido de la belleza de cada uno es distinto del de todos los demás. Cuando veo a gente vestida de un modo espantoso que no le sienta nada bien, trato de imaginarme el momento en que compró aquella ropa y creo que pensaba: “Esto es fantástico. Me gusta. Me lo llevo”. Uno no puede imaginarse cómo se le ocurrió comprarse esos pantalones marrones de poliéster color barquillo, o ese gorro acrílico, con “Miami” escrito en letras brillantes. Uno se pregunta qué rechazaron como no hermoso... ¿Un gorro acrílico que decía “Chicago”?
No pueden predecirse las reacciones emocionales específicas que alguien puede provocar en otros por la manera en que se viste, habla o actúa. Por ejemplo, la otra noche estaba con una señora que de repente tuvo un momento de gran tensión por culpa de una persona que ambos conocíamos, y empezó a criticar su aspecto: sus brazos enclenques, su cara llena de granos, sus gestos desagradables, sus cejas espesas, su gran nariz, su horrible indumentaria; no supe qué decir porque no vi por qué razón quería que la vieran conmigo si no quería que la vieran con él. Después de todo, yo tengo brazos enclenques, tengo granos, pero ella no parecía percatarse de mis problemas. Creo que algo insignificante puede provocar reacciones en la gente, y no se sabe qué hay en su pasado que hace que le guste o no le guste alguien con tanta intensidad y, por lo tanto, que le guste o no todo lo que hay en él.
A veces algo puede parecer hermoso simplemente porque es de algún modo distinto a lo que nos rodea. Una petunia roja en el escaparate de una tienda parece sumamente hermosa si todas las demás son blancas, y viceversa.
Cuando estás en Suecia y ves una y otra y otra persona hermosa hasta que finalmente ya ni te giras para mirar porque sabes que la próxima que encuentres será tan hermosa como aquella por la que no te molestaste en girarte para mirar, cuando estás en un lugar así puedes llegar a aburrirte tanto que cuando ves a una persona que no es hermosa, te parece muy hermosa porque rompe con la hermosa monotonía.
Tres cosas me parecen siempre muy hermosas: mi buen par de viejos zapatos que no me duelen, mi propia cama y la aduana americana cuando vuelvo a casa.
Este fragmento pertenece a Mi filosofía de A a B y de B a A de Andy Warhol, Tusquets Editores.
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