PLáSTICA › EXPOSICION EN EL CENTRO CULTURAL DE ESPAÑA
La banda de los reducidores
El ex ICI presenta la exposición El modelo reducido, curada por el artista y arquitecto Horacio Zabala, con obras de Benedit, Elía, Ferrari, Noé y Stupía, entre otros.
Por Fabián Lebenglik
Si la escala define proporciones en relación con un modelo, es siempre tributaria de aquello que llamamos convencionalmente “realidad” y que cada uno interpreta y construye a su modo. En el arte la escala da sentido: no se trata simplemente de una cuestión de tamaño o de relación de dimensiones. En cierto modo las cuestiones de proporción se relacionan también con otra acepción de la palabra “escala”: aquella que supone un matiz geográfico, las escalas de un viaje. El tamaño y las proporciones (la escala) nos acercan o nos alejan de tales o cuales relaciones de sentido. Así, la escala de una obra de arte llega a diferentes puertos (significados) según cada caso o cada sistema de relaciones que se establezca. Y también, en este itinerario, puede asociarse una dimensión a una sucesión de matices y tensiones, como sucede con la escala musical. La escala supone cercanías o lejanías reales o ficticias.
La escala es crucial en el arte, no sólo porque define un aspecto compositivo en el contexto de otros objetos sino también por la relación específica con el cuerpo.
El artista visual y arquitecto Horacio Zabala –en este caso como curador– propone en el Centro Cultural de España la muestra El modelo reducido: “Es obvio –explica Zabala– que la reducción (literal o metafórica) de las dimensiones de una obra no es correlativa al debilitamiento de su significación. Al contrario, a veces es una suerte de condensación de su valor estético. Uno se podría preguntar qué nos seduce del modelo reducido, desde un icono religioso hasta una maqueta de arquitectura, desde un juguete hasta una obra de arte. Los artistas que hemos realizado, o que realizamos obras de tamaño reducido, sentimos que ellas demandan otras maneras de proyectar y hacer, cualquiera sea la tecnología empleada”.
Los invitados a participar de la muestra son Luis Benedit, Marcelo Boullosa, Gustavo Christiansen, Roberto Elía, León Ferrari, Gabriela Francone, Alicia Herrero, Emiliano Miliyo, Luis Felipe Noé, Daniel Oberti, Daniel Ontiveros, Jorge Perednik, Analía Regué, Gustavo Romano, Eduardo Stupía y Augusto Zanela.
En Historias del arte - Diccionario de certezas e intuiciones de Diana Aisenberg, la voz “escala” adquiere, en una de sus acepciones, un matiz bélico: “Escala: Subjetividades acotadas que en conflicto diseñan una regla que todos estiman dudosa pero que la defienden para no llegar a la guerra”. La única guerra del arte es la guerra de imágenes, espacios y sentidos o, en todo caso, la de hacer convivir nuevos y diferentes sentidos, espacios e imágenes, tal vez para luego intentar secretamente imponerlos.
La nueva gestión del Centro Cultural de España que comenzó este año, a cargo de Lidia Blanco, logró hacer del poco espacio una ventaja, como si se pusiera en práctica el aserto minimalista “menos es más”. Así, cada rincón del Centro Cultural se ha convertido en un “microespacio” donde se puede disfrutar de videos, sonidos, publicaciones, muestras e instalaciones. Desde esta perspectiva, la exposición de Horacio Zabala profundiza en tal lógica y genera un plus a partir del modelo reducido como propuesta curatorial en que la teoría implícita rectora de los actuales criterios expositivos, ahora se hace explícita.
La muestra El modelo reducido no sólo apunta a lo empequeñecido sino que se expande en varias líneas para hacer patente sus fundamentos ideológicos: la condensación de valores, la puesta en foco, la nitidez, la concentración. Se separa y diferencia bien la relación entre lo pequeño y lo reducido. Un objeto puede ser originalmente pequeño, pero la reducción implica, como mínimo, un segundo grado: lo reducido implica disminución respecto de un estado anterior.Y si bien el curador dice que la reducción implica una simplificación formal, no necesariamente es así: la reducción de la escala a veces requiere de la adaptación de herramientas y estrategias que suponen un mayor grado de complejidad. Por otra parte, lo pequeño muchas veces resulta más costoso. La tecnología tiende a compactarlo todo y eso requiere de nuevos saltos tecnológicos, de nuevas inversiones.
Es cierto, sin embargo, que la reducción supone la ilusión de la comprensión inmediata, porque se abarca el objeto en un solo golpe de vista. Pero no hay nada más engañoso que aquello que se cree comprender de una vez y para siempre. En todo caso lo que se abarca con rapidez son las dimensiones, pero no mucho más. La escala pequeña, además, no implicaría amenaza. Y este tono tranquilizador funciona como un a priori que hace bajar erróneamente la guardia.
Artistas y escalas
Aquí van algunos de los artistas y obras: Luis Benedit presenta Ranchos de piedra, bellas viviendas de mármol, compactas e impenetrables. Con ironía, transforma el modelo de vivienda más extendido de la Argentina –el rancho– en una pieza de joyería.
Marcelo Boullosa exhibe un cuadro negro –de bordes blancos– como posible y módico homenaje a las vanguardias rusas.
Gustavo Christiansen, en su obra Eliminación científica, cita un fragmento del texto de Borges “Tres versiones de Judas” (en Ficciones) y lo va reduciendo según un mecanismo progresivo de sustracción de vocales y consonantes, página a página, hasta que del texto original quedan sólo los signos de puntuación.
De Roberto Elía se exhibe una suerte de vara mágica: un palo de madera, de 120 cm, pintado y apoyado sobre un rincón, con un broche. En el extremo superior, el palo está envuelto en un mapa celeste. De modo que el artista atrapa y arrincona al cosmos.
Alicia Herrero presenta Diseño industrial II; la obra consiste en un letrero corpóreo de acero. Un número seguido del signo de porcentaje. Cinco por ciento (5%). La obra podría tener cualquier tamaño, de hecho es grande (100 x 8 x 70 cm), pero su concepto no vulnera la consigna de la exposición sino que apunta a la reducción de una totalidad y a lo relativo de los porcentajes que rigen toda distribución de recursos, en el sentido más amplio, pero también en las determinaciones económicas y sociales.
Luis Felipe Noé presenta una estampilla que el correo oficial emitió con la imagen de su pintura La anarquía del año ‘20 (1961), que forma parte del patrimonio del Museo Nacional de Bellas Artes. La estampilla está colocada en un sobre, remitido a Horacio Zabala, con su respectivo matasellos. Al haber sido enviada por correo, la estampilla adquiere valor de cambio (75 centavos) y se transforma en un Cuadro viajero y a escala –collage sobre tinta y papel, 16 x 11 cm (incluido el sobre)–.
Jorge Perednik exhibe el librito Pequeña antología de la poesía argentina, que no se trata de una obra breve o de una selección escueta. Más bien la selección es bastante amplia, con mucho material y autores, pero sucede que el antólogo jibarizó la edición, hecha en un cuerpo de letra tan minúsculo que resulta casi ilegible.
El exquisito dibujo de Eduardo Stupía (ver imagen), al modo de una miniatura (de 35 x 25 cm), condensa un mundo de detalles y de citas para construir un enigma lógico en el que el tema central es la relación entre el artista y su obra.
Augusto Zanela presenta una pequeña instalación (ver imagen) en la que 620 gramos de huevos, colocados en una canasta e iluminados por un pequeño reflector, se refractan sobre la pared gracias al efecto de una lupa que invierte su función para transformarse en lente proyectora.
(En el Centro Cultural de España, Florida 943, hasta el 18 de diciembre.)