SOCIEDAD › EMPEZO EL JUICIO A DOS POLICIAS ACUSADOS DE FUSILAR A DOS CHICOS

Un escuadrón de la muerte al banquillo

 Por Carlos Rodríguez

“¡Chau, asesino! Acá está mi hijo.” El grito llegó desde el medio de la sala de audiencias y fue la acusación más fuerte que recibió ayer, en el comienzo del juicio oral, el ex sargento de la Bonaerense Hugo Alberto Cáceres, cabeza visible de un escuadrón de la muerte sospechado de asesinar a varios jóvenes en Don Torcuato. El acusador fue Jorge Blanco, padre de Angel Fabián Blanco, un chico que murió de varios balazos, algunos por la espalda, en un episodio en el que participó el policía que desde ayer está siendo enjuiciado por otro crimen, el de José “Nuni” Ríos, de 16 años. El papá de Blanco, que por su intervención fue inhabilitado por los jueces para volver a concurrir a la audiencia, le mostró a Cáceres un prendedor que llevaba en el pecho, con la imagen de su hijo asesinado. Cáceres comenzó a escuchar otros cargos en su contra, por tenencia ilegal de armas de guerra y por amenazas al padre de Ríos. Recién hoy se abrirá el debate sobre el homicidio de Nuni, que promete nuevos choques en una platea llena de representantes de los bandos en pugna: los admiradores del “Hugo Beto” y los amigos y familiares de las víctimas.
“Mirá las Madres de Plaza de Mayo, vienen acá como si fuera lo mismo un desaparecido que un delincuente, de todo hacen política”, se quejó una mujer que estaba ubicada en las dos últimas filas de la sala, copadas por los amigos de Cáceres, a quien festejaron levantando los pulgares o con guiños amistosos. “Es nuestro superhéroe”, suspiró otra dama, al borde del éxtasis luego de recibir el saludo del “Hugo Beto”, enfundado en un traje gris oscuro con corbata al tono. La única del grupo que evitó los comentarios fue la mujer del ex policía, Ursula Rosa Sánchez. El clima en la sala se fue haciendo cada vez más denso y desde el vamos el padre de Blanco le apuntó a Cáceres con toda su bronca contenida.
“Cuesta mucho criar diez hijos, señor, para que venga un asesino y te mate a uno como si fuera un perro.” Jorge Blanco estaba preso cuando su hijo Angel murió en un supuesto enfrentamiento con la policía, durante un intento de robo, según la versión oficial. “Le pegaron varios tiros por la espalda y la causa nunca avanza, señor”, insistió Blanco, un hombre corpulento, con bigotes a lo mexicano, que lloraba como un chico. Blanco estuvo preso por la pelea que tuvo con un vecino por salir en defensa de su hijo Angel, tiempo antes de su trágico final.
Los vecinos de Don Torcuato que apoyan al “Hugo Beto” habían sido llamados el fin de semana a concurrir en forma masiva a los tribunales de San Isidro, donde se sustancia el juicio oral, pero la calle fue ocupada por los amigos de las víctimas del gatillo fácil policial, que habían llegado de la zona norte del conurbano, de Villa Fiorito y de la Isla Maciel. “La seguridad de los ricos es bala para los pobres”, decía una pintada que llenaba la fachada de vidrio de los tribunales. “A Nuni Ríos lo mató la policía/y los yutas asesinos siguen sueltos todavía/más que juicio o justicia hoy venimos a reclamar/abajo el gatillo fácil y el Estado policial”, fue uno de los cánticos más escuchados.
En la audiencia comenzó a ventilarse la acusación contra Cáceres por tenencia ilegal de armas de guerra, a partir del hallazgo, en un frigorífico de Campo de Mayo, de una pistola 11,25 marca Ballester Molina, con la numeración limada, que al parecer le pertenecía al policía acusado, aunque estaba en poder de un sereno llamado Roque Gabriel Pereyra. Las armas eran la debilidad del “Hugo Beto”, que tenía un arsenal en su casa de Belgrano 938, en Don Torcuato, que sigue siendo sede de la agencia de seguridad Tres Ases, sospechada de ser la fachada del escuadrón de la muerte y que está integrada por policías y civiles. Como autor material del crimen de Ríos fue acusado el oficial Marcelo Puyó, miembro del staff de la agencia, que estuvo detenido y ahora se encuentra prófugo.
Sobre la supuesta tenencia ilegal de armas declaró ayer el testigo Benjamín Alberto Tealdi, quien aseguró que fue “presionado” por el fiscal de San Martín, Héctor Scebba, a cargo del procedimiento. La fiscal del juicio, Ema Prado, obtuvo autorización del tribunal para citar a declarara Scebba, quien aceptó comparecer hoy en el juicio, algo poco común para un funcionario de su rango. Sobre el homicidio de Ríos, el abogado de la familia, Martín Alderete, anticipó que pedirán que se cambie la carátula “de homicidio simple a agravado por alevosía, ya que hubo indefensión de la víctima y falta de riesgo de los autores”. El chico Ríos estaba armado de un pistolón inservible y había tratado de ocultarse en un garaje, donde virtualmente lo fusilaron de tres balazos. En el caso será vital lo que digan otros dos chicos, testigos de identidad reservada.

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